Si los lunes eran malos, este era el peor lunes de toda su existencia (que no iba más de dieciséis años). El único problema es qué no es lunes, es martes, y sí, si es un día pésimo.
Pensó que no había nada peor a que Lucas se enterara de su flechazo por internet, y como la suerte no es su amiga y el karma es una maldita perra, ella no podía estar más equivocada. Lo peor era que todo ser que deambulaba los corredores del Instituto Barlovento la felicitara por su valentía, lo cual no tiene ni una pizca de sentido, valentía seria que se lo haya dicho de frente, eso era lo que su voz interna le decía.
Lara pensaba que toda la situación era algo graciosa, que Jane debía de relajarse y olvidarse de todo, pero Jane no podía relajarse, no sólo Jenkins sabía, sino que todos se habían percatado. Se cuestionó si en algún momento llegó a ser obvia respecto a sus sentimientos.
En respuesta a esas interrogantes, Anthony, el chico que se sentaba a un lado de ella, el arrastrado de la clase, y al que consideraban un amigo, dijo:
—Chica, cuando Lucas pasa alado tuyo se te chorrea la baba como un San Bernardo, y casi casi que se te caen los calzones. Hasta él sabe que gustas de él, y no por esa publicación.
Y aunque Lucas no sabe ni como se llama, si reconoce su rostro y nota las miradas que la muchacha le regala mientras entrena en la cancha fútbol por las tardes. Lo del San bernardo no era tan cierto, ella no babeaba tanto.
—Hasta tengo fotos como evidencia—. Comentó Tony de manera suave.
Sacó su celular y mostró varias fotos de Jane viendo al muchacho más mencionado últimamente. Mierda sí que parecía acosadora.
Lara le quitó el celular al joven pasando foto tras foto, y sí, Jane era muy obsesiva y obvia. Hasta se vio en varias fotos al lado de Jane.
Como si golpearse retrocediera el tiempo, Jane hizo sonar varias veces su cabeza en el pupitre azul lleno de dibujos obscenos.
—No te des golpes. Te dejará más tonta de lo que ya eres—. y fue lo último que dijo antes de poner atención a la profesora de historia.
Jane se quedó quieta y observó a su maestra hablar de la cultura Otomana, aunque ella apenas y sabía dónde quedaba su país, estaba casi segura de que los otomanos habitaron en Europa. Odiaba la geografía e historia tanto como odiaba el inglés.
Para liberarse del presente abrumador, su mente maquinaba varias situaciones frente a una vida con Lucas, donde los dos se enamoraban tenían tres hijos, se casarían en Irlanda y vivirían felices en Londres. Tendrían un perro, quizás un pastor alemán, amaba los pastores alemanes o un pug, tendría que preguntarle a Lucas, quizás le gusten los gatos o quizás quiera una tortuga, aunque sería más fácil una pecera, ella quería una medusa ¿Dónde podría conseguir su comida? ¿Qué comerán?
***
En otra parte del instituto, el joven más nombrado de las últimas horas se encontraba preparando los temas de los cuales hablar en su podcast.
Marlon, su mejor amigo, estaba dándole ideas sobre qué topicos tocar.
—A la final ¿Ya sabes a quién llevarás al programa? Mark ya dijo que no lo haría.
Lucas invitaba a sus amigos al podcast y hablando de cosas que consideraba relevantes en el momento, y estaba planeando el siguiente episodio. Como la temporada deportiva no iniciaba en la pequeña ciudad de Barlovento, debía enfocar los siguientes episodios en otra cosa.
—No, aún no lo sé—. Negó el muchacho anotando cada palabra que Marlon le había dicho.
Marlon asentía lentamente y de pronto recordó eso que en la mañana vio en su celular e hizo captura de pantalla para mostrárselo a él.
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SIXTEEN
RomanceUna joven Jane declara su amor a Lucas Jenkins por medio de una app de anonimato.