𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚟𝚎𝚒𝚗𝚝𝚒𝚍𝚘́𝚜

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Mis ojos recorrieron velozmente mi departamento antes de suspirar aliviada, Jin aún no había llegado. 

Tomé una muda de ropa cómoda al azar y me cambié de inmediato. Gracias a aquel mensaje suyo diciéndome que estaba de vuelta en Seúl y que moría por verme, mis manos sudaban con tan solo pensar que podría sorprenderme en cualquier momento llegando a casa.

Pero no era solamente la presencia de Seokjin lo que me tenía nerviosa, sino toda la maraña de secretos que se habían entretejido durante tres largos años. Me tumbé en la cama y observé el techo por un largo rato. La imagen de Taehyung mirándome entrar al tren se desvanecía poco a poco de mis recuerdos, me partió el corazón pensar en que algún momento terminaría olvidando su rostro y la sensación de sus dedos enredándose en mi cabello. La calidez de su cuerpo junto al mío. 

Cerré mis ojos por un instante, intentaba recordar y retener todo lo que podía. Me resistía a olvidar, a dejarle ir. Me sentía culpable por todos esos detalles cuya precisión comenzaba a desaparecer.

Lloré. 

Las lágrimas se desbordaron y me pregunté si algún día dejaría de derrumbarme así cada que pensaba en él. La verdad era que mi corazón estaba agotado. Me encogí, intentando esconder mi cabeza en la almohada, deseando perderme de todo aunque fueran solo un par de escasos minutos.

—Cielo. . . 

Me pareció oír su voz entre sueños y por instinto me giré hacia él lentamente con los ojos cerrados, una parte de mí temía que aquella sensación se esfumara. Mis sentidos se volvían más sensibles conforme aquel escalofrío iba apoderándose de todo mi cuerpo. Extrañamente, no me provocaba ningún temor. Entonces abrí mis ojos. 

Verle recostado frente a mí hizo que mi corazón latiera aceleradamente. Volví a cerrarlos y me reprendí a mí misma, no podía permitir que mi mente comenzara a jugarme este tipo de trucos. Necesitaba ayuda, probablemente este era mi límite, mi propio llamado de auxilio. 

—¿Cielo? —Volví a escucharle, esta vez su voz era más clara. Sentí su mano acercarse lentamente a mi rostro, hasta que con su pulgar acarició mi mejilla. 

Lo miré. Yacía frente a mí tan real como cada mañana que habíamos compartido de aquel maravilloso tiempo juntos. Taehyung me sonrió en cuanto nuestros ojos se toparon. Me miraba emocionado, como si volviéramos a vernos después de un largo viaje. 

Me arrastró tiernamente a sus brazos. 

—¿T-tae? —Apenas logré decir. Estar en sus brazos era reconfortante y cálido, una agradable sensación que casi había olvidado. 

—¿Sí, cielo?

—Es que, n-no entiendo...—balbuceé, estaba muy confundida. 

—Shhhh —Tae me interrumpió y se movió un poco para facilitar el beso que estaba por darme. 

Sus labios se unieron a los míos, mientras la cabeza me punzaba. Era demasiado para procesar y no podía explicar de ninguna forma lógica lo que estaba sucediendo, pero se sentía demasiado real. En ese momento solo sabía que, fuese lo que fuese (y aunque estuviera perdiendo la cordura), lo prolongaría. 

Tae se separó un poco apoyándose con un brazo sobre la almohada cerca de mi cabeza y, estando  de nuevo tan cerca de mí, comenzó a llenarme el rostro de pequeños y fugaces besos. Aquel momento parecía una fantasía. La tranquilidad del espacio, la luz entrando por la ventana, sus suaves labios sobre mi piel, sus ojos chispeantes y la calidez de su tacto. 

YOUR SIDE OF THE BED |KTH✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora