𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚟𝚎𝚒𝚗𝚝𝚒𝚞𝚗𝚘

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Era casi la media noche. Me encontraba de pie frente al hogar que me había albergado, frente a la familia que me había adoptado como otra hija. Era imposible ocultar la tensión en el ambiente, sentía su mirada fija sobre mí. No tenía el valor suficiente como para siquiera levantar la vista.

Los escalofríos recorrieron mi cuerpo después de aquel sorpresivo toque en mi barbilla, su mano impulsó con suavidad mi rostro hasta hacerme encontrarme con sus ojos. Su dulce mirada envolvía melancolía y compasión, hasta cierto punto me parecían un espejismo de los ojos de Tae.

—Perdón. —Aquella palabra agridulce logró salir de mis labios—. Yo no quería que . . —los sollozos me impedían hablar—. Lo lamento tanto. . . —caí sobre mis rodillas.

Ella cayó junto a mí y me levantó de inmediato para prensarme en un abrazo. Siendo de estatura mas baja que la mía, parecía que era ella quien se refugiaba en mis brazos y no al revés —como en realidad sucedía—. Mi corazón se desbarató.

Por años había soñado con este momento que cada vez me parecía más imposible. Había deseado tanto volverme a encontrar con ellos, pero el miedo y la culpa se habían encargado de mantenernos distantes. 

Sentí un par de brazos más unirse a nuestro encuentro, era Nara. 

—¡Te extrañé tanto! —dijo ella, rompiendo el silencio después de un largo momento—. ¡Creímos que no volveríamos a verte! 

Todos secábamos a la par las lágrimas en nuestras mejillas. Era como si el enorme peso que cargaba a cuestas comenzara a desvanecerse. Había recibido amor cuando no esperaba más que rechazo. 

—Y-yo no creí que quisieran verme de nuevo —alcé la voz entre sollozos.

La madre de Taehyung me dedicó una sonrisa con mirada triste. —¿Quieres pasar, querida? —Ofreció, señalando dentro.

Me giré a Namjoon, que estaba a mi lado. Él asintió gentilmente y, poniendo su mano en mi hombro, me animó a dar ese paso que aún me costaba dar (pues mis pies seguían sintiéndose clavados al suelo). 

Sentada en el comedor recorrí la casa alrededor con la mirada, parecía que el tiempo se había detenido exactamente en el mismo día en el que por última vez me había reunido con quienes eran mis amigos, mi familia, con Taehyung. Luego miré a los padres de Tae, comprobando en aquel momento que la tregua del tiempo no era más que una ilusión. Las arrugas en su piel se habían acentuado, los destellos blancos comenzaban a tomar protagonismo en sus lacias cabelleras, sus rostros parecían más cansados. Definitivamente nada era lo mismo. Nara también había madurado, y ahora cursaba su primer año de universidad. Yeonjun estaba a mitad de la carrera, estudiando en Seúl. 

Mi corazón se agitó cuando el silencio absorbió los murmullos y todos me miraron esperando que dijera algo después de aquel intento suyo por ponerme al día. Sentía que estaba a punto de tirarme al vacío. Las palabras se me atoraron en el pecho, no sabía cómo empezar. Es decir, ¿había algo por qué comenzar? 

¿Qué había hecho todo este tiempo que no fuera pensar una y otra vez en Taehyung? En la añoranza del pasado y en la amarga culpa que me consumía cada día. Nada más. 

Me di cuenta en ese preciso momento que ni siquiera recordaba qué había hecho la semana anterior. Nada parecía significativo, no lo suficiente como para recordarlo. La vida había seguido su curso, corriendo frente a nosotros, pero yo me había quedado de piernas cruzadas a mitad de la pista. 

—Yo. . . 

Ella posó su mano sobre la mía y me sonrió tiernamente. 

—Lo sentimos mucho, querida —se me adelantó al ver lo mucho que me costaba emitir palabra. Lo agradecí—. Todo fue tan duro y repentino, que cada uno de nosotros intentó asimilar la pérdida como pudo, y cuando nos dimos cuenta que solo podríamos enfrentarlo unidos, parecía que ya había sido demasiado tarde. —Se giró hacia su hija, que estaba sentada al otro extremo de la mesa—. Nara sugirió incontables veces que debíamos buscarte. . ., pero —su voz se quebró—, yo no. . . —suspiró pesadamente y tragó saliva intentando no llorar. No pudo terminar la frase—. . . ha sido muy difícil para todos —logró decir—. Espero que nos perdones. Somos tu familia, debíamos estar contigo. 

YOUR SIDE OF THE BED |KTH✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora