𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚍𝚒𝚎𝚌𝚒𝚜𝚒𝚎𝚝𝚎

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Desperté abruptamente. 

Dejé escapar un largo suspiro, no sabía si era el extraño escalofrío o que aquel sueño venía a perseguirme de nuevo. 

Intenté convencerme de que todo estaba bien, controlé poco a poco mi respiración y voltee al otro lado de la cama en busca de Tae; necesitaba aferrarme a él, escuchar su voz diciéndome que todo estaba bien para luego sentir sus labios sobre mi frente. Necesitaba de sus dulces caricias que solían arrullarme hasta quedarme dormida. 

La tenue luz del exterior que entraba por mi ventana me permitió ver la silueta a mi lado pero le desconocí apenas me acerqué. No tuve tiempo para asimilarlo, Jin medio dormido notó que  me había despertado y reaccionó arrastrándome suavemente a sus brazos de inmediato. 

—¿No puedes dormir, amor? —Susurró mientras me envolvía haciendo que mi cabeza descansara cómodamente entre el espacio de su hombro y mandíbula. La tibieza de su piel desnuda me trajo un confort instantáneo. 

Negué con mi cabeza mientras caía de nuevo en la realidad. 

—¿Quieres platicar? —preguntó, y yo volví a negar con un movimiento de cabeza—. Entiendo. . . 

Seokjin palmeó cariñosamente mi espalda y con la otra mano acarició mi mejilla. Echó un sutil vistazo al reloj sobre la mesita de noche y volvió a cerrar los ojos. —Shhh. Shhh —. Hizo, en un tierno intento de arrullo. 

No podía negar que disfrutaba descansar así en él, al fin y al cabo lo que buscaba era ese consuelo. Aún así, no pude conciliar el sueño. 

Mi mente seguía dando vueltas como usualmente lo hacía. No podía creer que hubieran pasado tres años desde que no veía a Tae. Tres años negándome a perdonarle, a perdonarnos.  Tres años intentando dejar atrás el pasado, sin haberlo conseguido siquiera un poco. Resentimiento o no, pasaba cada día de mi absurda existencia pensando en todo lo que había podido ser diferente, en su abandono y en la culpa que me acechaba por haberle fallado. 

 Suspiré profundamente mientras contemplaba el plácido rostro de Seokjin. Intenté convencerme que ahora todo estaba bien. A veces, era mejor mantener algunas cosas en paz, sobre todo cuando la vida parecía volver a encaminarse.

Sentía tanta pena como agradecimiento por él, porque, aunque mi corazón no había vuelto a ser el mismo, Seokjin se esforzaba en hacerlo todo mejor. Aún así, yo no podía corresponderle de la misma forma. Mi corazón se había vuelto impenetrable, me había prometido a muerte no volver a confiar en nada ni en nadie nunca más. 

No más polvo de estrellas ni fantasías disparatadas.

Estaba enojada. Molesta por haberlo creído, por haber bajado la guardia y encontrarme ahora mucho más rota que antes. Me había destrozado el corazón de la peor manera después de haberme prometido que jamás lo haría, todo había sido demasiado bueno para ser real. 

Me odiaba a mí misma, lo odiaba a él. Odiaba las circunstancias que nos habían traído hasta este punto de mi vida. 

Acaricié el cabello de Jin y le vi sonreír en respuesta. Durante la tormenta, él había estado ahí para mí. Me escuchaba atento mientras se me quebraba la voz al desahogarme y siempre tenía las palabras adecuadas para traerme alivio. Seokjin encontraba mil formas de levantarme el ánimo, ayudándome a superar la depresión en la que me encontraba hundida. Con el tiempo, también había logrado hacerse de un lugar en mi vida. 

A menudo, nuestra situación me confundía. No lograba entender si mi razón de estar con él era porque de verdad le quería, o por aquellos momentos fugaces en los que me hacía olvidar a Taehyung. 

YOUR SIDE OF THE BED |KTH✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora