Capítulo 19 - Donde sea, pero contigo.

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¿Qué había inventado esta vez Vincent Hayden para tener una buena excusa de los golpes en su rostro y que encima los había recibido en mi habitación? ¿Por qué estaba en mi habitación? ¿Y por qué nadie aparte de él salió lastimado? Fácil. La mentira más estúpida y barata que se inventó Vincent fue "Estaba verificando si todo se encontraba bien, cuando escuché ruido en el balcón y vi al tipo, comenzamos una pelea, Bianca corrió fuera de la habitación y el tipo se asustó tanto que se marchó". Por supuesto que mi madre le creyó todo, pero cuando se levantaron de la mesa, Julie se quedó fijamente mirándome mientras refregaba un plato.

—Bianca —bajó la voz, luego movió su mano para que me acercara a ella. Lo hice. -Dime la verdad, él no estaba ahí verificando si "todo estaba bien" —dijo simulando las comillas con sus dedos.

De inmediato sentí como mi corazón se aceleró.

—Llegaré atrasada, Julie —comenté incómoda.

—Si hay algo en lo que pueda ayudarte dímelo, si algo te sucediera yo sería la primera en ayudarte, cariño.

—No pasa nada, Julie —acaricié su hombro. —, todo está bien.

—No está todo bien —insistió —sé que ese tipo estaba ahí por otra cosa ¿por qué tanta obsesión con sacarle el pestillo a tu puerta, luego "verificar si todo está bien"? ¿Está haciéndote algo, Bianca?

Mis ojos se cristalizaron.

—Shh —le pedí que bajara la voz. —No es nada, olvídalo.

Salí casi corriendo de la cocina y me dirigí a mi auto, ella no vino por mí, y cuánto lo agradecí. No quería hablar del tema, no quería que me juzgaran ni que me señalaran con el dedo como "la chica que fue abusada por su padrastro". No quería que todo resultara mal sólo por el hecho de que Vincent Hayden era uno de los tipos más ricos del país y con muchísimos contactos. No quería sentir la vergüenza de que todo el mundo supiera lo ultrajada y sucia que me sentía, ni mucho menos quería ir a terapias para poder "superarlo" ¿cómo es que le cuentas a una desconocida todo lo que está pasándote?

Llegué esa tarde a la universidad porque seguíamos dibujando en la cafetería, Christopher, el guía, nos indicaba cómo íbamos, nos aconsejaba y también nos tomaba fotografías, además de hacer toques finales y demostrarnos cómo se hacía mejor. Damián siempre estaba limpiando el mesón y guardando lo que sobraba o simplemente desechándolo. El día anterior había sido día de pago y recuerdo que Damián habló de que se había jugado la vida en una carrera para ganarla, estaba como loco intentando juntar dinero para marcharse de lo que él decía era parecido a un infierno, lo entendía, pero no sabía si era correcto obsesionarse de esa manera con el dinero.

—Tengo que irme —le dije a Christopher, él me observó. La verdad quería irme con Damián aunque él no lo supiera.

—Debes avisarme antes -contestó.

—Sí, lo siento, es una emergencia —mentí.

—Está bien, pero la próxima vez llegas una hora antes

—Claro —sonreí.

Salí corriendo de la cafetería hacia el estacionamiento, pero Damián ya estaba saliendo en su moto a toda velocidad. Me subí a mi auto y lo seguí, claramente le diría que fui a verlo, no que estaba siguiéndolo, pero el camino a su casa se desvió y no alcancé a darme cuenta cuando estaba siguiéndolo por esas calles poco concurridas. Estacionó la moto frente a una casa algo antigua, me estacioné unos metros más atrás y me bajé. Lo vi entrar al lugar sin llamar ni tocar algún timbre ¿de quién era esa casa? Me acerqué lentamente al lugar hasta que estuve de pie afuera de la entrada, de pronto, una sombra interrumpió mi curiosidad e instintivamente retrocedí unos pasos.

Cuando llegue la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora