Capitulo 4

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En su descenso Louis vio a multitud de personas cubiertas de lepra, pestes horribles que provocaban en sus cuerpos asquerosas llagas que les hacían gemir de dolor. Trataban de rascarse pero sus uñas abrían aún más sus heridas y su quejidos eran aún peores.

- ¿Este es mi lugar? – preguntó Louis, aterrado.

- ¿Por qué piensas eso? - inquirió Harry, que no parecía sorprendido.

- Siempre pensé que la gente que sufre por enfermedad terminal debería tener el derecho...

- No tienes que contarme esas cosas -le cortó él, aburrido-. No me importa qué piensas, yo no soy tu juez y mucho menos tengo derecho a juzgar a nadie.

- Cuando ayudas a acabar con los sufrimientos de un moribundo lo haces por amor - replicó Louis, que parecía empeñado en hablar del tema -. Porque no quieres que siga sufriendo. Como cuando ves un caracol semi-aplastado en el suelo, lo pisas por misericordia, para que no sufra más.

- Puede que pienses eso porque la vida del caracol te importa tanto como la de la persona. Eso es egoísmo. Te interesa tan poco que siga con vida que consideras preferible matarla, o bien la matas para no sufrir tú, no porque la quieras. Aquí es donde van los que ayudaron a morir a sus seres queridos que se lo pidieron. Saben que su error condenó a alguien que amaban por siempre, en lugar de luchar a su lado para hacer su vida soportable hasta el fin. Nadie les condena salvo ellos mismos.

- Pero no puede ser que esa gente se castigue de esta manera por liberar a un moribundo de su dolor.

- Lo que ves es elección suya, cuando han conocido la
verdad.

Louis palideció. Visto de ese modo las cosas no parecían tan simples. Se entristeció al saber eso.

- En ese caso, merezco este infierno porque yo lo habría hecho - repitió Louis.

- Puede que sea tu lugar, si así lo eliges, pero la justicia no cuenta lo que habrías hecho sino lo que haces. Vamos, aún debes conocer el último círculo.

- No tiene sentido, este es mi lugar - Louis comenzó a llorar, por primera vez, sintiéndose culpable.

- No lo sabrás hasta que superes tu juicio - dijo Harry, impasible -. Vamos, acompáñame al círculo de "La verdad". El lugar donde mora el Diablo.

- Eso no suena tan mal.

- Aún no le conoces.

- ¿Es una mujer?

- No. Se trata de la otra cara. La verdad necesaria y oculta para que el universo se sostenga.

Louis sintió curiosidad y prefirió pensar en esa verdad que fijarse en las terribles enfermedades que aquejaban aquellas gentes que sufrían sin cesar.

La llegada a la última puerta les llevó horas de avance continuo entre las almas consumidas por la enfermedad. El hedor y el espectáculo que vieron le quitaron las ganas de hablar. Caminar entre esas gentes le llenaba los pies de mucosidades nauseabundas de modo que trató de fijar su mirada en la única cosa que le producía cierto sosiego, la figura vestida de violeta que era Harry, abriéndose paso a través de esos enfermos.

Por alguna razón, al contemplarlo, sintió fuerzas para volver a resistirse. Pensó intentarlo de nuevo, tratar de convencerlo de arrepentirse. Pero conocer esa verdad era ahora lo que más le atraía. Le parecía increíblemente injusto que el Diablo la obligara a permanecer en el infierno hasta el fin. Y aún más increíble que viviera en el último círculo y que este tuviera ese nombre, "La verdad". ¿No se suponía que era el maestro de la mentira?

- Al menos tú estarás allí conmigo - dijo Louis.
Harry se volvió y negó con la cabeza.

- Todos los de ese círculo están solos. Incluido el Diablo.

Atravesando El EspejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora