Se alejaron del baño y cuanto más lejos estaban el mundo temblaba y se volvía más oscuro. Al tercer paso las paredes del instituto se derrumbaron pero sus restos no cayeron sobre ellos, en su lugar quedaron flotando y vieron que les rodeaba un mundo en llamas. Las nubes eran negras y en el cielo rojo no había Sol ni estrellas. Se dio la vuelta y vio que el aseo del otro lado del espejo estaba como lo dejó, intacto.
- Espera, te lo suplico - apremió Louis-. Esto tiene que ser una pesadilla.
- No lo es - sentenció Harry, tirando de él, sin detenerse.
Por más fuerza que hacía Louis no pudo resistirse. Harry llegó al borde de las baldosas, lo poco que quedaba de mundo real, y miró hacia abajo.
Como si los elementos estuvieran a su merced, varios fragmentos de pared se fueron acumulando en la apertura de abajo y se formaron escaleras que flotaban en el vacío. Unas que descendían hasta el corazón de las llamas del infierno.
- Tienes que escucharme, no te invoqué en serio. Pensé que no aparecerías. ¿Cómo iba yo a imaginar que estaba vendiendo mi alma al diablo? No creía lo que decía Zayn, no tengo culpa de nada, déjame en paz, suéltame, no quiero seguir.
Mientras protestaba se veía arrastrado escaleras abajo directo al infierno. A pesar de que había infinidad de escalones, se acercaban al mundo de tinieblas y llamas mucho más deprisa de lo que parecía.
- ¿Nunca has pensado rebelarte? - trató de razonar-. No es justo ni que tú estés aquí si no estás muerta, ni que yo haya muerto tampoco. ¿No hay un Dios que evite estas cosas?
- Él no tiene nada que hacer en el infierno.
- Eso es mentira, está en todas partes - proclamó él, esperanzado con sus palabras.
- No lo has entendido, ¿verdad?
- ¿Qué tengo que entender?
- Dios está en el cielo, el Diablo gobierna el infierno. Ninguno
se mete en el lugar del otro.
- ¿En serio?
- Para que lo entiendas, el todo y la nada deben ser equivalentes.
- ¿Qué quieres decir?
- Hay dos mundos, el divino y el demoníaco, que está al otro lado de los espejos.
- Estos sólo reflejan la luz, no hay nada detrás.
- Exacto, toda la luz que entra, sale invertida - explicó
Harry-. Es por eso que si le muestras uno a un endemoniado, el mal tiende a volver al infierno a través de él. Por eso están los mitos de los vampiros que no se ven reflejados en los espejos. Es porque ellos vienen del infierno y no son reales a pesar de que consiguen causar esa ilusión a los mortales.
- ¿Los vampiros existen? – preguntó Louis, incrédulo.
- Te explicaba por qué los espejos están rodeados de misterios.
- Para, detente - le suplicó Louis-. Por favor, no quiero seguir.
- Acaso crees que alguien quiere - dijo Harry, impasible, bajando los escalones lentamente.
- Juntos podemos revelarnos, salir del infierno.
Harry señaló hacia arriba y Louis se fijó que entre las nubes grises volaban criaturas semejantes a dragones. Eran formas físicas con cuerpos musculosos y rojos, sus cuernos negros y su rostro demoníaco. Subían y bajaban en desorden. Los que iban hacia arriba llevaban las garras vacías y los que descendían cargaban cuerpos ensangrentados.
- Pronto descubrirás que tu condena no es estar encerrado en el infierno. Todos pueden entrar y salir.
- Tú no eres como ellos.
- Claro, son demonios yo humano.
Esa revelación no le consoló en absoluto. Sentía que su mano tenía una fuerza imparable y le resultaba imposible resistirse a su avance.
- ¿No hay ni siquiera un poco de amor en el infierno? ¿No tienes compasión por tus víctimas?
- Es la causa de tanto dolor – replicó.
Louis no entendió muy bien aquella categórica afirmación. Sabía que en la vida real el amor tenía dos caras, la de la felicidad y la del sufrimiento. ¿Quería decir que el cielo se quedaba lo primero y el infierno lo segundo?
Las escaleras se terminaron en una planicie oscura en la que las piedras sangraban. Estaba esculpida con formas extrañas. Entre ellas se veían grietas de sangre y huecos que les permitían ver que mucho más abajo estaba el fuego. Louis se fijó bien en una de las piedras que pisaba y distinguió una cara distorsionada. Su terror fue mayúsculo al ver que abría los ojos y le miraba con un sufrimiento extremo mientras exclamaba suplicando piedad. El suelo entero estaba formado por caras en aquella planicie que flotaba a cierta distancia sobre el océano de fuego. Fueron despertando todos los lapidados a medida que pasaban sobre ellos. Sus pies les aplastaban y respondían maldiciendo e insultando. Algunos trataban de morderle y lo hubieran conseguido si él tuviera un cuerpo físico que morder.
- Aquí están los justos ateos y los que pensaban que creían en Dios, los que siguieron a otros pero nunca entendieron - explicó Harry mientras avanzaban pisando sus cabezas -. Ahora están tocando continuamente la realidad que les acoge. La única en la que pueden creer, peleando entre ellos por subir al cielo, sin comprender que su odio es el motivo de su condena.
Louis se quedó sin habla. Aquella planicie era inmensa, no se veía el final y caminaban por encima de almas condenadas, suplicando piedad. Éstos intentaban agarrarles o morderles pero el aura de Harry les protegía de su contacto. Lloraban y suplicaban una nueva oportunidad.
- Pobres desgraciados – siseó Louis, sobrecogido.
- ¿Por qué? Comparado con los de abajo, estos no sufren. Ten en cuenta que el único bien del infierno es saber que hay muchos que están peor que tú.
- Menudo consuelo.
- Es fruto del odio y el desprecio por los demás. El cielo es casi idéntico que el infierno pero reflejado. Si te das cuenta lo único que los distingue es el amor que guarde cada uno por los demás. Estos sufren porque están unidos para siempre a gente que detestan, personas de otros credos, los considerados enemigos. En el cielo es un abrazo perpetuo a gente que amas.
El pánico estuvo a punto de dominarlo cuando escuchó eso. Sería una tortura estar abrazando a mucha gente para siempre. Llegaron a una grieta que descendía hacia la oscuridad y el fuego. Harry no se detuvo y comenzó a descender por una rampa de arena que atravesaba el suelo de ánimas lapidadas unas contra otras. Saber que esa era la parte menos terrible del infierno era poco alentador.
- ¡Por favor! Déjame marchar. No volveré a dudar de Dios. Tienes que soltarme, no quiero pasar la vida siendo torturado.
Harry ni siquiera se volvió hacia él. Continuó su descenso agarrando su mano y arrastrándolo contra su voluntad. Louis quiso tener un hacha capaz de cortarle su propia muñeca. Quería correr y huir de allí…
Miró hacia atrás y vio que las escaleras por las que descendieron ya no estaban. Y si había algo más terrible que saber que ese era su destino, era el ignorar cuán dolorosa sería su condena eterna.
El descenso por aquella cuesta de arena parecía interminable ya que ahora apenas escuchaba el ensordecedor clamor de aquellas pobres almas condenadas a ser un "ladrillo". Sus gritos eran insoportables incluso para los propios reos ya que los que no lloraban y gemían suplicando piedad, lo hacían pidiendo silencio.
- Yo creía que si existía el infierno sería un lugar solitario, vacío y sin luz. No pensé que tendría que compartirlo con tanta gente - dijo, algo más calmado, aliviado de ir dejando atrás a aquella muchedumbre.
- El cielo es muy parecido al infierno, pero éste se nutre del sufrimiento de los condenados - aclaró Harry -. Por ello Dios nunca interviene aquí. Ese nivel, en el cielo es muy similar. Gentes que han creído y le han confiado su alma. Personas que han probado la sangre de Dios y que se han rendido a su perdón. La diferencia entre los condenados y los salvados de primer nivel es que estos están atrapados y quieren salir y algunos lo consiguen y descubren, en el primer círculo, que la soledad y la demencia les permiten descansar en paz, infelices para siempre. En el cielo la gente es feliz por estar juntos y los que quieren pueden ir al primer círculo y ayudar o interceder por los vivos.
- Eso es imposible, Dios tendría piedad de toda esta gente. En algún momento tienen que haber pagado sus culpas.
- ¿La tuviste con las tres cuartas partes del mundo que pasaba hambre? ¿Acaso te hubieras cambiado por un etíope o por un desgraciado al que se le cae la
casa encima? ¿Cuántos de estos pobres que han sufrido calamidades han tenido un tiempo límite para sufrir?
- ¿Por qué tiene que haber alguien que sufra?
- El mundo está lleno de luchas y eso significa que son muchos los derrotados y pocos los ganadores. Solo hay que ver cuántos compiten por una medalla de oro en las olimpiadas y al final el que sale en la prensa es el ganador. Nadie habla de los perdedores. El sufrimiento es una ficción creada por el hombre que, comparándose con el resto, lo único que consigue es sufrir. Si la humanidad viviera en un paraíso, los que no viven tan bien asegurarían estar sufriendo. Si todo el mundo estuviera sano y fuera inmortal, los que disfrutaran menos dirían que sufren. Así es la naturaleza del hombre, se construye sus propias fantasías de felicidad y si no llega a lo más alto, no está contento.
- ¿Y el dolor? -replicó Louis-. ¿Acaso es inventado?
- Los ricos y los pobres, los pecadores y los que son buenas personas, lo sufren por igual. Puedes quejarte por la palabra "sufrimiento", pero no es más que un sin sentido inventado por el hombre para dar lástima a los demás -la mirada de Harry era despectiva y aburrida.
A medida que descendían por ese sendero de tierra roja las paredes se volvieron sólidas y dejaron de ver hombres incrustados en su interior. Por suerte, en aquella zona no había nadie más, sólo Harry y él, descendiendo por una enorme columna que sostenía a las almas lapidadas lejos del fuego.
- No entiendo porqué necesita el cielo que el infierno esté lleno de almas, sufriendo.
- Para que uno tenga más de lo que necesita, hay que quitarle lo necesario a varios.
Louis se quedó pálido con esas palabras. ¿Cuántas cosas había disfrutado en vida? Entendió que nunca se le ocurrió que por el mero hecho de tener dinero para vivir, comprarse ropa e incluso caprichos innecesarios, estaba siendo tremendamente injusto. Muchos se dejaban la piel para ganar lo suficiente y alimentar a su familia, pero él nunca había trabajado ya que vivía a costa de sus padres, como los jóvenes de su edad.
- ¿Y por qué Dios no ha hecho que haya mucho más de lo necesario para que todos tengan de sobra?
- Claro que hay más. Es el hombre el que no se molesta en equilibrar la balanza. Los que pueden hacerlo, se corrompen y se quedan todo cuanto reciben.
- ¿Dices que los ricos tienen la culpa de la pobreza?
- No, pero no culpes a Dios.
- Podrían evitarla - dedujo.
- No eligieron esa vida y son tan humanos como tú. Lo que no significa que ellos mismos se libren de las tentaciones mundanas. A más fortuna, mayores equivocaciones. Pocos consiguen salvarse.
- ¿Qué hay que hacer para ir al cielo? - preguntó Louis, más por curiosidad que por tener oportunidad de salvarse.
- No te puedo hablar de los que se salvan, sólo de los que se condenan.
Dicho eso llegaron a una inmensa puerta que parecía de plomo. Un ser con cuernos tan largos como espadas, estaba esculpido en ella… ¿O era real? Se trataba de un demonio que hacía de puerta atrapado en la pared.
- Déjanos entrar – ordenó Harry.
La colosal criatura abrió los ojos y se puso en pie, dejando una diminuta apertura -teniendo en cuenta su tamaño- más que suficiente para que pudieran pasar.
Cuando atravesaron el umbral bajo la enorme bestia, el espectáculo de fuego se hizo más intenso. Un mar de llamas se extendía frente ellos abarcando todo cuanto captaba su vista. A pesar de la cantidad de fuego, Louis no sintió ni calor, ni deslumbramiento.
- ¿No es injusto que unos pocos vivan felices a costa de los demás?
- Estás aquí y no has entendido nada - renegó Harry, enojado -. Cada persona ocupa el lugar que ella misma cree que merece. Ningún condenado al infierno está obligado a permanecer en él pero es imposible salir una vez has caído dentro. El odio es como la polilla que corroe y no puedes sacártela porque cuanto más lo intentas más dolor te causas a ti mismo y más fuerte se vuelve.
- Sigo sin entenderlo. ¿Cómo es posible que no huyan de aquí entonces?
- Porque ellos se odian y se castigan por sus abominaciones en vida. Su rencor les obliga a castigarse eternamente.
- Eso es casi una forma de amor, ¿no? Se arrepienten y castigan, ¿no merecen ser perdonados algún día?
- Te equivocas, es el lado doloroso del amor. Cuando mueren abren los ojos a Dios, a quiénes son realmente y ven con claridad el daño que han hecho. Sienten amor por todo cuanto ha sido creado y se vuelven conscientes de los males causados que ya no pueden reparar. Es por ello que sabiendo lo que han hecho se auto castigan y así tratan de mitigar el dolor que sienten en sus atormentadas almas. Odian su vida pasada y a si mismos.
- Como cuando discutes con un ser querido y justo después muere… Que te sientes culpable toda la vida.
Harry asintió.
- También consuela que muchos compartan tu agonía. Especialmente si son gente que piensas que merecen el mismo castigo. Alegrarse por el mal ajeno es lo más parecido a felicidad que hay por aquí.
Continuaron caminando sobre el camino que se aproximaba al
océano de fuego. Del magma se elevaban lenguas de llamas y en ellas se veían espíritus consumidos por el dolor. Pronto se acercaron al amarillento líquido lo suficiente para distinguir, sumergidas, a infinidad de personas retorciéndose de dolor, torturados por un océano de llamas de gran altura.
- La Gehenna - explicó Harry-. El fuego de los malditos. Aquí se consume eternamente el odio de los que no perdonaron, la ira del violento, la agonía del vengativo.
Louis no tenía palabras para explicar el horror de lo que le mostraban sus ojos. Deseó pasar de largo al siguiente nivel, no tener que contemplar los cuerpos abrasados, cubiertos de llagas que gritaban, consumidos por el dolor eterno.
- No te preocupes, tus pecados son muchos, pero el odio, la ira y la venganza no están entre ellos.Comenten y boten mis amores ñ.ñ besos, si puedo mas tarde subo el capitulo 3, si no mañana =)
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Atravesando El Espejo
FanficDicen que si invocas su nombre tres veces, delante de un espejo, su fantasma se te aparece. Los que lo han intentado han muerto en extrañas circunstancias porque el Novio del Diablo viene a buscar a los que la invocan para llevárselos al infierno.