Después de tremendo desahogo me sentí un poco mejor, afortunadamente las heridas en mis manos no fueron gran cosa, sí las sentía un poco calientes e hinchadas, dolían ligeramente, pero no dolían tanto como dolía mi alma cuando volvía a a acordarme de ti. Durante esa noche tuve que ingerir tomazepam que había conseguido de forma clandestina, sólo así pude dormir unas horas, lo cual fue un gran alivio.
Los siguientes días traté de evadir el tema, tal cual lo había aprendido, enfocando total atención en mis asuntos de universidad y las horas restantes bajo los efectos de los somníferos.
Cuando creí que la tempestad había sucumbido, recibí una llamada telefónica de nuestra madre, la cuál me puso alegre por unos segundos, ya que hacía tiempo no escuchaba su voz, comenzamos a platicar, nos preguntamos mutuamente como nos iba en esos días, pero entonces salió el tema por el cuál me había llamado; después de lo que me dijo, preferí no haber respondido a su llamada jamás.
Esa llamada dió inició a los siguientes peores momentos de mi vida, no era para menos, saber que te casadas en una semana acabó por quebrar lo poco que quedaba de mi. Después de colgar el teléfono tuve un episodio de shock que prefiero no detallar.
Dudé demasiado en asistir a tu boda, no quería asistir al evento con el cuál se esfumaba para siempre la oportunidad de volver a estar entre tus brazos, pero sentía una obligación con nuestros padres, ya que para ellos era muy importante que la familia completa estuviera reunida para tan importante ocasión.
Llegó el día tan esperado por ti; me arreglé lo mejor que pude, pero al verme al espejo, sólo noté que estaba hecha una ruina.
Cuando llegamos al lugar donde se llevaría a cabo la celebración, sentía que moría poco a poco, los minutos antes de que arribaras al lugar pasaron rápido; cinco minutos antes de que todo diera inicio llegó un auto, bajó el chofer y abrió la puerta trasera, ahí estabas tú, con ese hermoso vestido blanco, bajaste y comenzaste a caminar dirigiéndote hacia el altar, donde ya te esperaba tu futura esposa, la cual había llegado unos minutos antes que tú, debo decir que ella también lucia hermosa y feliz; tú te veías preciosa, irradiabas amor.
Después de asimilar lo que estaba a punto de suceder no pude evitar romper en llanto, volteé a mi alrededor, vi los rostros de felicidad y nostalgia de la mayoría de los asistentes, vi cómo se acurrucaban unos y otros ante la conmoción, se daban delicadas y tiernas caricias y medios abrazos, todo era absoluta felicidad y nostalgia; dirigí la mirada a mi costado y ahí estaba mi esposo, el cuál era la persona más lejana y desconocida con la que compartía sólo la misma casa y la infelicidad por haber hecho algo que no queríamos, nosotros no teníamos confianza alguna si quiera para cruzar miradas y así entonces él pudiera consolarme ante el llanto; el hecho de haber observado mi alrededor, me hizo confirmar lo sola que estaba.
Mientras se realizaba el evento lo único que pasaba por mi mente eran nuestros recuerdos juntas, en mi cabeza se reproducía perfectamente todo lo que había vivido contigo; mi mente comenzó a jugar conmigo, de pronto imaginé que la que te esperaba en el altar era yo, después imaginé que al pasar frente a mi, me tomarías de la mano para correr juntas y consumar nuestra vida una al lado de la otra, pero no fue así, ninguna de esas escenas era realidad, la vida que yo había preferido ya estaba hecha, mi destino me esperaba.
Terminando la ceremonia no pude soportar más y me despedí de papá y mamá, el hombre que jugaba el papel de mi esposo tuvo el gesto de retirarse conmigo. Mamá y papá me preguntaron si todo estaba bien, aunque ellos ya estaban acostumbrados a mi lejanía, pensaron que había tenido una discusión con mi esposo, sólo les dije:
-me siento un poco mal, necesito descansar, por favor denle un enorme abrazo a Yuzu-
-espera un poco Mei, Yuzu ya viene hacía nosotros, así podrás darle tú misma el abrazo-
-en verdad mamá, necesito salir de aquí-Al parecer entendieron mi postura y no siguieron insistiendo más.
De regreso en el auto, sentí que mi esposo volteaba a verme con frecuencia, me sentí extraña y acosada, no aguanté no soltar palabra:
- que sucede? Porque volteas a verme? Necesitas algo?-
- porque eres tan cobarde? Porque no hiciste algo?-
- a que te refieres?-
- Mei sabemos de qué hablo-
- No se de qué hablas, anda ya, dime qué pasa-
- si amas a Yuzu porque no hiciste algo para estar con ella? Porque dejaste que se casara con Maruta?
- acaso has perdido la razón? De qué hablas?
- Mei no soy tonto, desde aquella vez que nos presentó tu abuelo, sabía que Yuzu y tú había algo, creí que te negarias a éste matrimonio y elegirías el amor de ella-
- deja de decir estupideces-
- sabes que Mei? No mereces a Yuzu, lo poco que conocí de ella mientras trabajó conmigo en la cafetería es mucho para ti; yo también he sido un idiota por no haberme opuesto a un matrimonio arreglado con alguien que no conocía; pero hoy lo acepto, he sido un completo idiota, quiero divorciarme de ti-Ya no pude responder más, me quedé perpleja, no esperaba todas esas palabras de él; en los días posteriores proseguimos con los respectivos trámites del divorcio.
Me mudé a un nuevo departamento, tenía la idea de comenzar un nuevo estilo de vida; la verdad es que sólo estaba huyendo de mi misma; el hecho de nunca haberme enfrentado a mi misma, a mi realidad, a mis problemas, a mis transtornos, sólo trajo una serie de embrollos y la situacion no pinto del todo sana para mi.
Conseguí un trabajo que odiaba igual o más que a mí, me hice de amistades falsas y superficiales, mi vida se iba consumando poco a poco.
Mi día a día se volvió una aburrida y asquerosa rutina, dormía sólo unas horas, me despertaba, iba al trabajo, visitaba un bar, me ahogaba en alcohol, terminaba bebiendo con desconocidos y luego en la cama con alguien distinto cada vez, me volví adicta al sexo, el placer era lo que me hacía olvidarte por algunos instantes.