xX-HIDROFOBIA-Xx

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Vivir en la playa no era tan divertido como todos pensaban; menos cuando estabas a pleno verano, y debías desperdiciar tu tiempo de vacaciones, trabajando todo el día en alguna tienda o resort cercano, para ganar algo de dinero. Ese al menos, era el pensamiento de Jack, un joven de ojos añiles, que se dedicaba a matar el tiempo mirando por la ventana.

Si, era cierto; la playa era un lugar precioso, sin embargo pasar todos los días en un mismo lugar, tendía a hacerlo tedioso. Además, para los habitantes de esta zona, esperar con ansias las canículas para viajar a la costa, no era de mucho agrado, puesto que ya vivían en una; ¿Para qué viajar a un lugar vacacional, si ya vives en uno? Además, ¿qué se suponía que hicieran? ¿Fingir que no conoces nada, y turistear por la ciudad? ¿o comprar un boleto de avión a un sitio frío, oscuro y horrible? Bueno, las dos opciones parecen razonables, pero no funcionaban para el albino en la ventana, quien prácticamente vivía sus tardes y fines de semana en los parques acuáticos, y algunas zonas turísticas, guiando a los veraneantes por las exhibiciones, y dándoles cortas explicaciones para que disfrutaran sus viajes.

Era un trabajo simple, y lo hacía cuando quisiera. No por obligación, si no por gusto, así de pasada evitaba trabajar en las tiendas de sus tíos. Y como bono extra, no se acercaba al agua, las piscinas o el océano, dejando ver pocas veces, un contacto entre su piel y el sol, ganándose un tono pálido, casi albino o decolorado. Sus compañeras de clase elogiaban su tono, puesto que la mayoría tenía la piel bronceada, resultado propio del sol.

Vivir en la playa, también tenía su lado bueno. Las toallas en la arena, los helados, y refrescos fríos no se hacían faltar. La mayoría de los turistas dedicaban sus ratos libres a pasear por las playas, llenando sus pies de estos pequeños montículos de piedras blancas, recolectando estrellas, conchas y almejas a su paso. Y los chicos. ¡Uff! Sin duda estos últimos se llevaban un premio, mostrando esos fuertes abdominales, haciendo que prácticamente todos babearan un poco.

Jack vivía en una cabaña de 4 habitaciones, y 2 balcones, cerca de la bahía, a unos cuantos metros de un resort hotelero, con algunas piscinas conocidas. Ese había sido el negocio familiar, tomar una zona de la costa a propiedad, y abrir una playa privada. Algunos restaurantes, pequeños puestos de helado, y renta de equipos acuáticos eran parte del terreno en general. Se impartían clases de natacion, yoga, pilates en agua, surf, y buceo, la mayoría de estas actividades en las albercas privadas del resort; mientras que algunos chicos extremos llevaban estas funciones a la marea. Era ahí cuando entraba el equipo de guardavidas entrenado en acción; con tantas actividades en un terreno tan grande, era obvio que tarde o temprano hubiese accidentes. Pero no era nada de que preocuparse, aquellos jóvenes entrenados ejercían bien su trabajo.

Y vaya que lo hacían.

Jack se mordió el labio, al verlo quitarse la camisa, para ponerse el uniforme. Durante un segundo, el albino fue capaz de admirar el hermoso torso moreno o pecoso de Hiccup, un muchacho de su clase, que lo traía loco desde hacía años. Suspiró cuando a lo lejos, lo observó sentarse en el estante de los guarda-vidas, con el característico traje rojo, y sus modestos lentes de sol oscuros.

Hiccup era el mejor: coqueto, guapo, amable, modesto, de buenas notas, lindo con los niños y los adultos mayores. Un gran instructor de surf y natación, pero sobre todo, el mejor rescatista que habían tenido hasta el momento. Ya lo había visto un par de veces sacar a personas del agua, dar R.C.P. e inclusive respiración boca a boca; todos casos de personas descuidadas, que habían tenido la fortuna de caer en los brazos del castaño. Igualmente, todos casos, ejemplos de rescates exitosos; ningún muerto hasta el momento, y vaya que eso era decir mucho.

Había veces en las que Jack se sentía celoso de aquellos a quien sacaba del agua, por poder estar tan cerca de Haddrock y sentir su respiración en el rostro. Cuando él pensaba en la posibilidad de pasar por la misma situación, la temperatura en su cuerpo de elevaba; imaginar tener esas esmeraldas tan cerca, y frotar esos gruesos y carnosos labios contra los suyos lo hacían quedarse sin habla. Daría lo que fuera por ser abrazado por aquel muchacho, estar entre sus brazos y ser atendido por él de manera desenfrenada. Aunque eso implicaría un accidente, o al menos acercarse al agua. Cosa totalmente imposible, puesto que él odiaba el agua. Ni siquiera se le acercaba.

HIDROFOBIA - Hijack [One-shot]Where stories live. Discover now