tres

15 3 0
                                    



Pasaron dos días y preferí ir a buscar a Catalina. Ella si estaba en casa me saludo rápidamente parecía que tenía algo de prisa.

-Hola Edu.

-Hola. ¿Cómo estás?

-Pues bien, creo que sé por qué estás aquí.

-Si así es.

-Tardaste mucho.

-Lo siento.

-Toma. –Me dio una tarjeta y una pequeña caja envuelta.

-Gracias.

-Oye. Tómalo con calma, no estás obligado a nada. Y si aún no comprendes lo que está pasando pronto lo harás.

-Está bien.

Me regrese a casa y de nuevo estoy pensando en que puede que sea mala idea abrir la caja pero a pesar de todo decidí hacerlo.

Había un pequeño zapatito de bebé tejido en color amarillo. Se perfectamente cual es esta referencia. Y es como si hubiera sido ayer el recuerdo está más que en mi memoria.

Recuerdo que ese día tenía tanto miedo, recuerdo que sus lágrimas no dejaban de caer, ella no dejaba de sollozar, yo sabía que estaba muy herida estaba rompiéndose, aun la recuerdo, recuerdo su piel desnuda, el cabello revuelto, su pequeña nariz absolutamente roja y sus ojos hinchados. Su piel lucia más pálida recuerdo como temblaba de frio, está sentada en mi regazo y ella me había abierto su corazón para decirme que perdió a nuestro bebé. Sin decir más solo lloraba y no sabía cómo sentirme después de su confesión. Recuerdo que la ame por todo, por su dolor, por sus errores por su simple humanidad.

Y después recuerdo mis duras palabras en una pelea. "eso que se quedó en un aborto." Fui un cobarde o un idiota. O ambas. Nunca debí decir eso.

La tarjeta decía. "Después de ese día perdí una parte de mí, y cuando me fui lo perdí todo. Pero debes saber que si me fui, fue porque quería que comenzaras de nuevo sin mí, yo no quería ser un impedimento para que fueras feliz de nuevo. PD.: 2364235....

Llame a Kerstin como siempre contesto con voz de malandra y quedamos de vernos en su casa, me dio su dirección. Fui de inmediato.

En cuanto llegue a su casa toque el timbre. Kers salió y me dijo que pasara. Me di cuenta de que había llorado. Pero conociendo su carácter explosivo prefiero callarme y no preguntar.

-¿Cómo has estado? –Pregunto

-Pues, confundido- Fue lo único que se me ocurrió.

-Toma. -Me extendió la tarjeta. –Supongo que sabes que ya la leí. Además de que ella me dejo una a mí. Y sabes no sé qué pensar, no sé qué decir, no sé por qué solo a ti te dejo esto. Sé que eras importante para ella. Pero estoy enojada, mas contigo porque nunca la mereciste, ni su amor ni sus lágrimas, ni nada de ella.

-¿Y tú si? –por lo menos recuerdas también cuando la dañaste, ni siquiera sabes cómo se preocupó por ti, no sabes ni siquiera lo que es ser buena amiga. Siempre que la necesitabas ahí estaba. No creo que tú seas la mejor opción para decirme quien hace lo correcto.

-Por lo menos estuve cuando más mal lo paso por tu culpa.

-Sabes que... fue una tontería venir, no puedo ni hablar contigo.

-¿Por qué? Porque simplemente yo si tengo razón sobre el daño que le hiciste.

-Me voy.

-Esto es lo último que dejo y a ti prácticamente te vale.

-No me vale. Solo estoy harto de que me use como su juguete.

-Eres tan estúpido que aún no lo entiendes. ¡AH! Y yo me quedo con esto. Y me mostro el otro zapato de tela.

-Eso es para mí.

-¡No! ¡Yo estuve con ella en todo momento cuando paso y después de que paso. ! Esto es para mí.

-Es por eso que te odio. Tú le diste esa maldita opción.

-No. yo la ayude a pasar por ese momento. Aun ni siquiera quieres ver lo que en realidad paso. Ya puedes irte, no tengo porque discutir más contigo.

Deje el lugar azotando todo y encabronado con sus malditas palabras. 

Lina entre tinta y letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora