Excitante

364 31 3
                                    

Una vez más la pareja se encontraba en problemas. Ni siquiera sabían como habían llegado ahí.

Todo empezó desde que llegaron a Japón. Stuart estaba ansioso por conocer la ciudad, así que le dijo a los chicos si daban un paseo. El único que acepto fue Murdoc. Los otros dos ya sospechaban de su "relación", por esa razón quisieron darle su espacio.

Salieron a caminar, visitando cada establecimiento que les llamaba la atención. Ya llevaban unas cuantas bolsas de mercancía, eran compras estúpidas pero según Murdoc en algún punto de la vida les iba a recordar como estaban de estúpidos, llevándose un buen recuerdo de Japón. Otras eran de comida extraña que veían por ahí, había de muchas figuritas, como: osos, gatos, koalas, lo que pudieras imaginar ahí estaba. Y obviamente los famosos "Pockys".

De un momento a otro, una chica vestida de sirvienta se les acercó. No le entendían una mierda, pero les pareció adorable. Sobre todo para Murdoc, más que adorable, sexy. 

La mujer tomó de las manos a la pareja y se dirigieron juntos a un pequeño pasillo. El peliazul empezó a entrar en pánico, no le gustaban los espacios reducidos. El mayor comenzó a intrigarse de la situación, tal vez era su día de suerte. Nunca había tenido sexo con una japonesa y menos vestida de sirvienta.

La chica iba por delante, guiándolos hacia el lugar desconocido. Los 3 chicos seguían agarrados de la mano, como si se fuesen a perder. No tardaron de llegar a aquel establecimiento, una cafetería. 

Era un lugar adorable, todo de color rosa. Había más chicas vestidas de la misma manera, todas con una alegre sonrisa. A Murdoc se le quito su curiosidad y quiso irse, pero su acompañante le rogó por quedarse, era como un sueño realidad. Un mundo donde todo era felicidad.

— Faceache, solo quieren tu dinero. 

— Solo el paquete kawaii número 2, solo te pido eso.

— Luego vendremos, hay más lugares divertidos.

— Por favor—lo jalo del brazo para llamar su atención.

— Ahh... Esta bien, solo eso y ya—dijo el verdoso. Aunque muy en el fondo también quería saber de que se trataba. 

Se sentaron en una mesa, una chica se acercó y le empezó a hablar en japones. Ninguno de los dos entendía nada, pero Stuart no se rindió por conseguir su helado de oso, que era el paquete que tanto deseaba.

A pesar de todo, la chica entendió lo que el otro quería. El menor ya le había estafado 3 cosas en el día al azabache, estaba feliz por haberlo hecho, pero todo tenía un precio y eso lo vería al caer la noche en la cama de su líder. 

Todo iba bien, el helado era delicioso, ambientación con música coreana o japonesa, en realidad no sabían pero era buena. También había turistas igual que ellos, disfrutando del lugar. Hasta que Murdoc quiso ir al baño.

Era un lugar peculiar, había bastantes puertas que no se sabría cual era la salida. En palabras del satanista era fascinante, era un nuevo mundo para él que quisiera quedarse a vivir ahí, pero por obvias razones no podría. Stuart fue de acompañante al baño, solo lo hizo porque quiso y quería ver como era un baño de Japón.

Sin embargo, el cantante ya se estaba desesperando al ver tantas puertas y no saber cual era la salida. Salió Murdoc del sanitario para ya retirarse, pero un brazo lo detuvo.

— Espera, ¿cuál es la salida?—dijo el peliazul.

— Supongo que una de esas puertas.

— Lo sé, ¿pero cuál?

Después de examinar cada una de ellas y no saber cual era, el azabache decidió adivinar cual. Mientras que el menor quiso guiarse por su intuición.

— ¿Esa no es la salida?—hablo Stuart.

— ¡No! Los chinos están locos, no creas en todo lo que ves.

— Japoneses, Murdoc. Además, ahí dice ''Exit''.

— ¿Y tú de que crees que sea?—cuestionó el de mayor edad.

— De salida tonto

— ¡NO! ¡DE EXCITANTE!—gritó el azabache, haciendo reír al peliazul.

— Excitante lleva c. 

— Es la abreviación tarado—dijo el satanista, como si fuera un experto en andar por Japón.

— No tiene sentido.

— Bueno, vamos señor inteligente.

— Pues vamos—los chicos se dirigieron a la puerta con la que se encontraba el letrero brillante. ¿De dónde había sacado esa locura Murdoc?

— Bien, ábrela.

— Hazlo tú.

— 2d no seas miedoso, tú quisiste hacerlo.

— Ahh... Si no tengo opción—no estaba seguro de lo que iba a hacer, ¿que tal si Murdoc tenía razón?

Al abrir la puerta se encontraron con una... ¿discoteca para cocodrilos? ¿Qué mierda? ¿Ya estaban drogados o era verdad eso? 

— ¡Te lo dije! ¡Están locos!—gritó Murdoc, él decía la verdad.

— ¿¡Y cómo vamos a salir!? 

— ¡Nunca lo vamos hacer! ¡Nos han atrapado!

— No quiero morir—empezó a sollozar el menor, todo era su culpa por querer su estúpido helado. El verdoso comenzó a reírse fuertemente, confundiendo aún más al de tez blanca—. ¿Q-que ocurre?

— No es tan malo estar atapado en el baño.

— ¿¡A sí!? ¡Quiero regresar al hotel!

— Ve el lado bueno, hay dulces aquí—dijo el azabache mientras agarraba uno y se lo echaba a la boca.

— ¡Murdoc! Estamos atrapado en un baño, eso no es genial

— Bien, pues si no te gusta estar aquí vete.

— ¡Maldición! ¿¡Y cuál es la puta salida!?

— ¡Mejor vete a la mierda!—gritó el mayor mientras abría una puerta, desapareciendo de la vista del menor.

¿A caso todo el tiempo sabía la salida? De cualquier forma ya sabía como salir del baño.




918/500
inspirado en una escena de "Megamind"
me pase de palabras, brga

ABCDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora