ii. esperando por un héroe

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ii.

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"Estoy esperando por un héroe,

hasta el final de la noche."

-Bonnie Taylor.

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El precinto estaba involucrado en el alboroto típico de los lunes. Gordon ni siquiera parpadeó mientras hizo su entrada. Cargaba con su café y su impermeable, la misión en su mente siendo su oficina.

Pasó por las celdas, al encaminarse a las escaleras.

Pausó.

Retrocedió.

Casi escupió parte del café que recién había tomado. "¿Bruce?"

Dentro de la celda, el muchacho en cuestión se encontraba acostado sobre la banca, su cabeza en el regazo de una de las chicas también encerradas, dejándole que jugara con sus mechones de cabello. "Buenos días, Capitán."

Jim jaló del primer oficial que tuvo cerca. "Sácalo de ahí. ¡Ahora!" Prácticamente empujó de Castro para que el hombre abriera la celda. "No digas una palabra. ¡A mi oficina!"

Bruce tuvo el descaro de reírse por la secuencia de órdenes. Tenía puestos sus lentes oscuros y por su mueca ante la luz repentina cerca de su arrogante rostro, una pesada resaca.

"¿Oigan, que hay de nosotros?" La chiquilla se quejó del otro lado de la reja. No solo era ella, sino todo un grupo de niños ricos todavía medio ebrios.

"Chocaron contra un carro de hot dogs en la calle 14." Castro explicó, en cuanto sintió la mirada asesina del Alfa.

Un carro de hot dog. Dios mio. Era demasiado temprano para esto. "Contacta a sus padres."

Del puro gusto, Jim arremató la puerta de su oficina lo más ruidosamente posible. Bruce se cubrió los oídos, murmurando maldiciones desde su asiento en el pequeño sofá de huéspedes. Jim colgó su impermeable, y plantó su café en la superficie plana del escritorio. Del cajón sacó una tira de aspirinas. La lanzó y cayó directo en las manos del muchacho, a pesar de los lentes oscuros cubriendo la mitad de su rostro.

"¿Qué crees que estás haciendo?"

Había brillantina en el cuello del Omega. Brillantina. ¿Cómo? ¿Por qué? "Por el momento, solo permanecer quieto e inmóvil, mientras empiezas con tu reprimenda."

-Oh, apuesta en ello. "Vas a pagar por cada último centavo en las reparaciones del puesto de hot dogs que arrollaste. Además, pagarás por las fianzas de cada uno de tus amigos allá afuera, sólo para que pienses dos veces la próxima vez que quieras terminar en una de mis celdas."

Bruce cruzó sus piernas. Cumplió con su promesa. Permaneció quieto y callado, reclinado por el sofá como si estuviera tomando el sol en la playa. "¿Que te hace pensar que fue mi auto el que arrolló el puesto del Señor Monroy?"

Harper había tenido la delicadeza de dejar el reporte del arresto de Wayne y compañía en su escritorio. Jim lo abrió. Suspiró con la primera fotografía del Ferrari lleno de hendiduras en el lado derecho. "Tus placas."

"Ups." Bruce ajustó sus lentes. Jim notó el ligero temblor de su cuerpo.

Jim suspiró. Descolgó su impermeable. Lo ofreció al Omega, sabiendo que el muchacho debía estar muriéndose de frío con la delgada camiseta que llevaba puesta. La estación no era conocida por tener la mejor calefacción. Bruce dudó en primera. Luego estiró su brazo para aceptar la ofrenda.

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