A los veintitrés se despierta cinco minutos antes de que suene la alarma.
A los veintitrés...echa de menos la cama;a los veintitrés echa de menos la calma de su infancia.
Esos "cinco minutos más mamá" que le condecian antes de ir a cargar agua, esos "cinco minutos más" que en verdad eran hacer trampa porque pensándolo profundamente la carrera demente se corría contra la vida. Tras veintitrés días ya es un adulto y no viaja en preferente en el tren de la vida.
Vive emergente, resiliente, residente de la muerte, piensa que en esta vida de emergencias no hay salida, que en esta vida enferma no hay urgencias, así que cuando se despierta...a las veintitrés siempre tiene abiertas sonrisas de guardia. Cómo de las farmacias los fines de semana.
