Estación 9 ¾, un amigo nuevo y explicaciones

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Katrina Lewis corría junto con toda su familia por la estación King Cross. Las agujas de su reloj de pulsera marcaban las 10:40, le quedaban tan solo veinte minutos para llegar al andén 9 ¾, porque la pequeña pelirroja de tan solo once años había recibido la carta de Hogwarts y estaba impaciente por llegar al castillo. Aunque, en realidad, nadie había esperado la carta. La hermana mayor de Katrina, Rebecca, había sido llamada por el conocido colegio de magia francés, Beauxbatons, hace tres años; por ende toda la familia esperaba la misma carta para Katrina. El único hermano que no había mostrado indicios de magia era el pequeño Matt que con sus ocho años ya sabía todo acerca del mundo del cual sus hermanas formaban parte.

Cuando llegaron al andén correspondiente, la niña se dispuso a despedirse de su familia.

­- Adiós, mamá, te quiero mucho – le dijo la chica, abrazando a su madre – .Gracias, por todo.

- Adiós, linda. Mucha suerte en el colegio, estudia mucho, seguro que Grisam está ya en el tren – le  respondió la pelirroja de treinta y tantos, refiriéndose a su primo, mirando con sus grandes ojos marrones a su pequeña hija.

- Nos vemos, papaíto. Te quiero mucho, cuida a mamá y a Matt.

- Adiós, Trina, estudia y aleja a cualquier tonto que se acerque. Y cuida a tu primo.

- ¡Chris! – Le grito Wanda a su marido – .Tranquila Trina, puedes tener todos los amigos que quieras.

El castaño de ojos verdes, como los de su hija, se rió a espaldas de su mujer y le movió la cabeza negativamente a la niña, la cual reía por las peleas de sus padres.

- ¡Chau, Becca! Suerte en Beauxbatons- la chica se lanzó a los brazos de su hermana con mucha energía, mientras que la castaña reía y abrazaba con fuerza a su hermanita.

- Chau, princesa. Y patéale el trasero a cualquiera que se meta en el camino. Que aprendan que con las Lewis no se meten – y  en su oído agrego –. En  tu valija te metí La Bolsa.

La Bolsa era una pequeña valija de cuero que Becca había creado en su primer año, con ayuda de algunos amigos logró un excelente hechizo de expansión, y la había llenado con todo tipo de artículos de bromas. Desde polvos pica-pica, a algunos que ella y su hermana habían confeccionados. Porque si algo no se podía negar de las dos hermanas era el amor por las bromas, un amor que rápidamente le habían inculcado a su hermano.

- Gracias, ¿tienes la tuya?

- Obvio, hazme sentir orgullosa, pequeño demonio.

Trina le guiño un ojo a su hermana, y sonrió pícaramente.

- Chau, Matt. Mortifica a mamá por mí.

- Sí, señora.

- ¿A quién llamas señora, renacuajo?

- Sí, señorita.

Con un último abrazo a todos, la pelirroja se dirigió corriendo hacía la barrera. Cuando abrió los ojos la chica, se encontraba en una abarrotada estación, donde los gritos, sonidos de animales y el humo se mezclaban formando un caos. Intimidada se dirigió a la reluciente locomotora , pero un cuerpo se choco con el suyo, causando que se cayera en el piso.

- Perdón, no te había visto – le dijo un chico de su misma edad, tendiéndole una mano para levantarla.

- No importa, yo también estaba distraída – le ofreció una sonrisa y el muchacho de cabello negro desordenado, se la devolvió acomodándose los lentes.

- Perdón, me tengo ir.

- Chau.

La chica siguió su camino e intento subir todas sus cosas, pero como no podía agarrar todo a la vez, casi se cae de trasero al piso.

Las Reinas de SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora