Capítulo 2.

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Era de día. Ojalá y no haya gemido de nuevo.

Me levanté de la cama. Caminé por mi habitación hasta llegar a la ducha. Me saqué la ropa y me metí a bañar. Esta vez no estaba cansada, dormí muy bien.

Me duché, salí y me cambié rápido. No quería llegar tarde a la escuela.

Bajé y ahí estaba mi mamá.

- Hola cariño.- Me saludo mientras me sentaba en la silla al lado de la mesa

- Hola mamá. ¿Ahmm, anoche no hice ruidos extraños?

- No. Anoche no hiciste ningún ruido.

- Uf, gracias.- Dije en un susurro que mi madre alcanzó a oír.

- ¿Qué? ¿Qué dijiste?

- Nada. No dije nada.

- Está bien. Come rápido, tienes que llegar al colegio.

- Hmm, no tengo hambre -dije, mirando con desprecio el desayuno.

- Hija, hemos hablado mucho de esto -me miró seriamente. Cerré los ojos y los apreté.

- Es en serio. No tengo hambre.

Ella dudó unos segundos.

- Está bien cariño. Que te vaya bien. Come en la escuela.

- Sí mami, nos vemos.

Salí de la casa, recordando todo. Los insultos, la falta de amigos, cuando dejé de comer. Todo.

Digamos que después de la muerte de mi padre, yo entré en una especie de depresión, que tras insultos y cosas por el estilo, terminaron en una anorexia, grave. No comía, y eso hizo que me pusiera mal, muy mal. Llegué a un hospital, ahí mi madre se dio cuenta de que necesitaba nutrimientos.

Me mandaron con psicólogos, y todo eso. Nunca hice caso, yo ya estaba bien. Después de medio año de terapia para "ayudarme" estuve aún mejor. Ahora, soy feliz.

Pero en fin. El pasado es pasado.

Caminé hacia la escuela hasta que me encontré con Adam, ¿Qué hace aquí? ¿Vive cerca de mi casa? ¡No puede ser!

- ¡Hola, ____!- Escuché perfectamente cuándo me habló. Me giré y me encontré con sus hermosos ojos.

- Hola Adam, ¿Qué haces por aquí?

- Vivo cerca de aquí -dijo sonriendo tiernamente. Fruncí el ceño.

- Entonces, ¿Te mudaste hace poco?

- Si. Para ser exactos, me mude antier. Y esa es mi casa.- Señaló una casa verde, en realidad esa casa estuvo sola muchos años.

- Es la casa que estaba sola desde hace años ¿No?

- Si. No se porque les gustó a mis padres este lugar. No está mal, pero no es la gran cosa -dijo, mirando con desprecio.

- Oye, no está mal. Es lindo este lugar.

- Yep, es lindo, pero estoy más acostumbrado a la naturaleza que a la ciudad -dijo, completamente convencido.

- Está bien jaja. Vamos a la escuela -dije y comenzamos a caminar.

Caminamos hasta que llegamos a la escuela. Entramos a nuestro salón y antes de que llegara el profesor me puse los auriculares, dando paso a la canción More Than This.

Si, lo sé. Mientras llegan los profesores me gusta escuchar canciones lentas, pero qué les puedo decir, soy yo.

Escuché la canción tres veces. Es mi favorita. Después, llegó el profesor.

Nos sentamos y el profesor comenzó a hablar. Agh, para mi solo es un "Bla, Bla, Bla". Siguió hablando, hasta que sacó uno de los temas que tanto odio, ANOREXIA.

- Tienen que hacer un proyecto sobre la anorexia. Número de personas que las padecen, si son más adolescentes o adultos, etc.

- Profesor, eso es fácil. Solo hay que preguntarle a ____ -dijo la estúpida y rubia plástica de Vanessa.

- ¿Porqué a ____? -comentó el profesor, confundido.

- Es una anoréxica. Sería fácil hacer el trabajo para ella.

Me quedé callada. Todo iba muy bien, demasiado bien, no sé por qué no supuse que algo malo pasaría.

- ¿____, usted sufre de anorexia? -me preguntó el profe, preocupado. Lo miré, apretando los labios.

- ¡No, claro que no! -negué con fuerza, pero el enojo se apoderó de mí- ¡¿porqué dices eso, Vanessa?!

- Porque es la verdad -dijo de una manera tan despreocupada. Por culpa suya, todos me miraban, y algunos ya comentaban cosas sobre mí.

- ¡Tú estás peor! ¡Eres una maldita rubia plástica! -ataqué, ella rió, era obvio que no le había lastimado mi comentario para nada.

- Yo soy delgada desde el nacimiento. No estoy gorda cómo otras -recalcó la última palabra. Era tiempo de atacar.

- Por lo menos supe bajar de peso de alguna manera, no como tú, que trabaja en las esquinas y con ese dinero es con el que se ha operado de todas las maneras posibles.

Apretó los labios, y me miró con odio, mucho odio.

- Cállate estúpida -iba a contestar de nuevo, pero me interrumpieron.

- ¡Parcker y Smith! ¡Cálmense por favor! -gritó el profesor. Yo estaba al borde de las lagrimas, así que mejor me salí del salón.

Sentí que Adam salió junto conmigo, yo solo me senté enfrente del salón, en una pequeña banca que ahí se encontraba. Me giré a verlo, ya un poco más tranquila.

- ¿Estás bien? ¿Porqué Vanessa dijo eso? ¿En serio eres anoréxica? -dijo rápidamente. Negué con la cabeza.

- A los catorce años sufrí de eso, pero ya no, ya no pasa nada... No dejes de hablarme, por favor... Perdí muchos amigos por esa estupidez, muchos me abandonaron, no lo hagas tu también -dije, casi rogando. Él negó con la cabeza. 

- Tranquila. Aquí estoy para apoyarte -dijo abrazándome. Para después soltarme y ver cómo por mis mejillas corrían lágrimas.

- No quería que alguien supiera eso -dije llorando en su pecho- no quería que me trataran mal como ya lo han hecho... Me he cambiado de muchas escuelas, en esta es en la que he estado mejor.

- Tranquila _____... Todo estará bien.

Después de 15 miutos, me recuperé. Adam habló conmigo y subió mi ánimo. Al volver al salón, el profesor no estaba, tampoco la estúpida de Vanessa y dos de sus amigas. Me senté en mi lugar, y junto a Adam, hice el trabajo que el profesor había pedido...

My Dream.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora