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—¡Leo pidió que fuera su novio! —sonreíste inmensamente.
Aún con todo el sufrimiento interno, sonreí también y pregunté:
—¿Y que dijiste?
Chillaste —¡Que sí! ¡Soy oficialmente su novio ¿No es eso increíble? Estoy muy feliz!
Te abracé y también grité, fingiendo emoción. En realidad ese grito fue más uno de desesperación pura.

Amigo mío. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora