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Te sorprendiste mucho. Abriste los ojos tanto que pensé que se te podrían salir de tus cuencas.
Te quedaste callado sin dejar de mirarme.
Creí que todo iba a estar bien, que quizá me perdonarías y que, no sé, mágicamente te dieras cuenta que también sentías lo mismo.
Pero tu ceño fruncido no me dio un buen presentimiento.

Amigo mío. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora