Quizás debería de estar en mi casa, durmiendo, en lo caliento y acogedor, disfrutando mis últimos momentos antes de partir lejos, disfrutando con mi familia, o lo que queda de ella. En cambio, estoy aquí, a las afueras de la zona pecadora, a las orillas del río, con Travis, esperando la salida del sol que anuncia un nuevo día.
El día en que abandonaré todo para unirme a una lucha en la que no sé el resultado que tendremos, cuyos valores e intenciones no sigo a un cien por ciento, pero aún así, por muy estúpido que suene, debo hacerlo, porque es la única manera viable que existe de poder volver a tener esperanza.
Los cuentos de hadas no existen, esas bellas historias que me contaban en mi niñez solo son una farsa, una falacia. Esas ridiculeces de esperar sentada a que el príncipe llegue, o en nuestro caso, el buscar alguien de sangre más limpia para aumentar nuestro estatus, ser un híbrido está bien, te hace más puro, más cercano a Dalal.
Río, no sé la razón, no la puedo entender solo lo hago. Tal vez sea porque esta será una de las últimas oportunidades que tenga para hacerlo, sentarme, estar en silencio y apreciar el silencio de la naturaleza, sonreírle a la vida, antes de que se me haga pedazos, antes de que desee nunca haber tomado esta decisión.
El ruido de algunas aves despertando me llama un poco la atención, me recuerda a mi infancia, hubo un tiempo en el cual nuestra madre nos despertaba temprano, antes de que el sol saliese para poder ir a las granjas comunitarias, ser los primeros en cosechar. Mi hermano siempre lloraba porque no quería levantarse tan temprano.
Yo en cambio me levantaba feliz por ir a ayudar a mi padre a ordeñar las vacas, me sentía como en un cuento de esos que nos contaban en la escuela, los niños que viven felices en la granja y con los que nos enseñan a contar, a diferenciar los animales y para que sirven.
Siempre escuchaba a lo lejos aquellos ruidos extraños, muy bulliciosos. Esa primera madrugada que los escuché sorprendida le pregunté a mi madre, y desde entonces, durante cuatro años, me levantaba temprano solo para escucharlos. Me transmitía una sensación de calma, libertad y tranquilidad absoluta.
Escucharlos es como encontrarme a mí misma.
Si en verdad existen las vidas pasadas, creo que debí haber sido una especie de ave.
Después de un tiempo, las clases en la escuela, los trabajos voluntarios obligatorios y otro sin fin de responsabilidades me hicieron perder el interés por ver aquel espectáculo. Hasta el día de hoy, mi último día aquí en Galia.
— ¿Por qué has estado tan callada y deprimida? Desde que te pasó el efecto del alcohol no has dicho una palabra — Me regañó Travis, como todo un mejor amigo. Como mi mejor amigo que es y único.
Llevaba el chaleco medio desabotonado, la camisa por fuera y manchada en la parte superior izquierda por lo que parecía ser salsa criolla de la buena, debió haberle ayudado mi hermano a su madre para hacerle la cena especial, el olor a tomate fresco y otra clase de especias sigue sintiéndose fuerte.
Sus cabellos despeinados, sus ojeras recién hechas por el desvelo de hoy y su piel quemada por los trabajos bajo el sol, me hacían sonreír, me hacen sentir en casa. Travis ha sido como otro hermano para mí, es parte de mi familia y tenerlo a la par mía me hace sentir segura.
— No lo sé, simplemente, siento como si me estuviera despidiendo de todo, recordando nuestro pasado, cuando éramos niños tan pequeños que no entendíamos como funcionaba el mundo, unos inocentes que miraban con admiración todo. Y ahora... ahora vamos quizás a nuestra muerte, jurando lealtad a las familias que son culpables de nuestra condición, con sus tontas leyes, pensando ya en el matrimonio. — Suspiré.
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HEREJÍA: LA CIUDAD DEL PROFETA
Ciencia FicciónUn profeta se alzó entonces en el poder, dijo ser elegido del único dios existente, las personas, acabadas por la guerra le decidieron seguir, él juraba que una nueva vida nos esperaba, fueron cientas las personas que lo siguieron y entronaron como...