Leche y miel

64 1 0
                                    

Me quebré los dientes dejándote ir a través de mi boca. Han salido primaveras de mis poros y he cosido mi lengua a tu espalda. Descubrí que llevabas eclipsando mi lunar de algodón azul, desde aquel día, en que lo imprevisible tenía tu apellido.

No tengo ni puta idea de cómo se siente el amor sin ti, y lo hace más complicado leer tus cartas; mientras, yo decoro con tristeza aquella habitación que solía tener tu esencia más
humana.


Nunca estás cuando no necesito al resto.
Voy a equivocarme con la mitad del mundo
para acertar solo contigo.


Nada hace que el dolor desaparezca.
Déjame hacer de mi vida, enfermedad
deja que me haga irresponsable
del desastre que no repara
(d)años de miseria.


Y sí,
he gritado mientras pensaba
que tus ojeras eran lo más bonito
que jamás había notado nunca.
También he llorado,
porque tu nombre
me recuerda a una ciudad
que lo único que tiene
son ruinas:
y tú no eres eso.
Eres leche y miel.


No soy tan fuerte:
vuelve.


Vuelve, que te echo de menos,
que soltar nunca ha sido fácil,
y esta ciudad, me parece
una jaula, en donde
no existen cerraduras
ni salidas de emergencia
que se parezcan a tu
ombligo.


No tengo la fuerza
ni el carácter
para desprenderme
de tus huesos
tristes.


Mi vida,
fuimos
todos
esos
besos
con
versos
cósmicos
que
nunca
nos dimos.


Solo queda suponer
que a ti también te sobran
las mismas mitades.

Esta herida no lleva tu nombre (Sabina ediciones)Where stories live. Discover now