Con valor, cuadró los hombros y se adentró en la caballeriza. El olor a caballo y heno, llenaron sus pulmones, escudriño con la mirada el lugar buscándolo y odiándolo con todas sus fuerzas.
-Así que viniste, mi querida. – Fue el escueto saludo de aquel hombre por el que había sufrido la mayor parte de su vida.
Charles Smith, era un hombre de baja estatura, en sus años mozos había sido apuesto, pero los años y el obvio abuso que le diera a su cuerpo le pasaban factura. Había perdido mucho pelo, la obesidad hacía que un enorme estómago colgara detrás de la camisa. Estaba sudoroso y eso provocó en Candy mucha repulsión.
-¿En dónde está mi hija, Charles?
-Tranquila, ella está bien. Por lo pronto, tú y yo tenemos mucho de qué hablar.
-No hablaré nada contigo, hasta que haya visto a mi hija sana y salva.
El hombre sonrió, ya sabía que así reaccionaría ella. Por ello, se dio media vuelta y empezó a caminar hacia el rincón más alejado del lugar, en donde estaba la paja y el heno. Candy lo siguió y al mismo tiempo vio que Albert ya estaba dentro, escondido detrás de una enorme paca de paja, muy cerca de donde estaba su padrastro. Sintió algo de alivio, pues ella podría distraer al hombre mientras Albert sacaba de ahí a su hija. Y sin querer hacerlo, comprendió a Albert. En esos momentos no importaba la seguridad de nadie más, solo de Rosemary.
La pequeña estaba sobre una cama de heno, dormida. Candy corrió hacia ella.
-¿Qué le hiciste? – preguntó preocupada, al ver que a pesar de que movía a su hijita no despertaba.
-No te preocupes, no tiene nada. Solo está lo suficientemente sedada como para que no me diera molestias. No querrías que sus lágrimas ocasionaran mi enojo, ¿cierto?
Ella estrechó con fuerza el cuerpecito de Rose, quería cerciorarse que los latidos de su corazón se sintieran normales. Y agradeció al cielo al ver que estaba bien. Ahora tenía que concentrarse en hacerle saber a Albert que debía ir por ella. Pero él ya se había adelantado, y poco a poco, se fue acercando, Candy lo vio de soslayo y con delicadeza la dejó nuevamente recostada. Dirigió toda su atención a Charles que la observaba detenidamente, ella no le temía, ya no.
-Bien, ¿Qué quieres de mí? – Comenzó a caminar alejándose lo más posible de donde estaba su hija. El hombre sonrió de lado.
-Creo que eso ya lo sabes. Te lo dije hace años, cuando llegaste de montar. Todavía te recuerdo ataviada en tu traje ceñido a tu cuerpo, ya eras toda una mujer. Aunque...si te soy sincero, ahora es algo más personal, llámalo ego personal. Esa vez te escapaste, y seguiste haciéndolo, pero ya no. Quiero que vengas conmigo.
-¿Así como así? ¿De verdad esperas que yo, voluntariamente acceda a irme contigo? ¿Así de fácil?
El hombre frunció el ceño, no le agradaba la forma en que le hablaba Candy, nunca se le había enfrentado, siempre le demostraba miedo y él lo utilizaba para mantenerla controlada, hasta cierto punto, pues cuando menos lo esperaba, ella le ganaba la partida y huía. Pero ahora al verla a los ojos, solo veía determinación.
Candy aprovechó ese momento para acercarse más a la salida. No sin antes comprobar que Albert ya se había llevado a su hija.
-Esta vez no vas a ir a ninguna parte. – La amenazó tomándola fuertemente del brazo. – Ahora si tengo una garantía, creí que no la necesitaría, pero no me dejas otra solución. – Candy se dio cuenta que se refería a Rose, y un miedo momentáneo la paralizó, no había pensado que él pudiera utilizar a su hija para obligarla a ir con él.
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I don't know you anymore.
FanfictionElla prácticamente lo traicionó. Desapareció de su vida así como así. Pero una noche después de algún tiempo, vuelve a irrumpir en su vida para volver a desaparecer, pero dejándole una parte de ella que los unirá para siempre. Varios años después, A...