Metálico

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Tomé a Craig del brazo y lo forcé a ingresar a mi hogar de un fuerte tirón, una vez logrado mi cometido y sin soltar el agarre, lo dirigí hacia el sofá y luego frente a éste, lo empujé despacio haciendo que el azabache tome asiento. Tucker me miraba con curiosidad y sonreía dulcemente. – Tweek... - Llegó a decir antes de ser interrumpido por mí. – Espera un segundo Craig, así no hablaremos ¡Aaaahg! – Expresé con toda la seriedad del mundo reflejada en mi rostro, él rió al verme tan concentrado. 

Me dirigí con velocidad hacia la cocina y encendí la cafetera, antes de que aquello esté listo, corrí rápidamente hacia mi dormitorio en busca de una manta abrigada... ¡La encontré! La de color verde oliva. Baje las escaleras y me dirigí hacia el sofá y extendí los brazos ofreciéndole aquella manta a Craig. – Ten, para que ya no tengas frío. – Dije con mi característica voz nerviosa y él correspondió aceptando la manta. – Gracias, Cariño. – Dijo y yo regresé a la cocina para terminar de servir la bebida, luego me dirigí hacia el living con dos tazas de café bien caliente en cada una de mis manos. Allí se encontraba esperándome Tucker, cubierto con la manta verde oliva.

Le presenté la taza de café a Craig y él tomó el objeto con ambas manos para luego darle un gran sorbo a la bebida caliente. Coloqué mi taza sobre la pequeña mesa ratona que se encontraba delante del sofá y observé al azabache, todavía su piel se contemplaba muy pálida, sus labios continuaban de un tono morado y su nariz rojiza. – Craig... - Posicioné ambas manos sobre las mejillas del mencionado y él me miró a los ojos, su mirada había vuelto a ser tan cálida y dulce como de costumbre.

- Lo siento, Tweek. Hoy me comporté como un idiota. – Dijo y tomó mis manos con las suyas, liberando su rostro del contacto. Luego depositó un pequeño beso sobre una de ellas.

- ¿Por qué Esther fue a verte, Craig?, ¿Ustedes siguen juntos? ¡Ah, Cristo! – El tic nervioso de mi ojo se hizo presente.

- Ella y yo no... - No lo dejé continuar.

- ¿Qué fue lo que te entregó? Dijiste que ni se hablaban pero de pronto ella aparece en la escuela y te trae quién sabe qué, Craig. – Fruncí el ceño, no puedo evitarlo, disimularlo me resultaba imposible, verlos juntos había despertado furiosos celos en mi. Estaba molesto y dolido.

- Ábrela y mira. – Ordenó Tucker luego de colocar sobre mis manos la bolsa de papel.

Sin quitar mi expresión de enojo, abrí la bolsa y observé dentro de ella. Metí la mano para facilitarme la observación y distinguí: un cepillo de dientes azul, un reloj de pulsera, un pantalón negro y unos guantes marrones. ¿Qué?, ¿Por qué ella le daría aquello? No lo sé. No parecía ser una especie de regalo, ya que todos los objetos aparentaban ya haber sido usados en varias ocasiones con anterioridad.

- N-No entiendo ¡Aaaahg! ¿Por qué Esther te dio este montón de cosas usadas? – Cuestioné.

- El día en que ella y yo nos separamos, esa tarde en la cafetería de tus padres, me sentí muy dolido y enojado, Tweek. – Comenzó Craig. - Entonces, esa misma noche eliminé su número de mi celular, la bloqueé de todas las redes sociales y aunque ella me llamó unas cuantas veces, jamás la atendí. No quería ni siquiera oír su voz.

- ¿Y de la n-nada ella aparece en escena? No sé si creerte, Craig. – Expresé y me crucé de brazos.

- Esther y yo estuvimos juntos unos cuantos años. Nuestra relación fue larga. En ese entonces nos quedábamos a dormir en la casa del otro y para no cargar con cosas materiales cada vez que lo hacíamos, decidimos en su momento dejar algunas de nuestras pertenencias en el hogar del otro. Esas cosas son mías las había dejado, en su momento, en la casa de Esther y recién ahora se acercó para devolverlas.

- ¿Entonces ella sólo vino a devolverte tus cosas? – Pregunté mientras la vergüenza hizo que mis mejillas ardieran y se tiñeran de un rojo intenso.

- Ella intentó comunicarse conmigo, Honey, pero como no lo logró entonces se acercó hasta el único lugar en el que sabe que puede encontrarme sí o sí en ese horario. Me regresó mis pertenencias y me pidió que le facilite las suyas. – Me sonrió. – Creó haber metido toda su mierda en una caja pero no recuerdo dónde la guardé exactamente...

- Y-Yo si sé donde está... – Respondí y una sonrisa enorme se dibujó en mi rostro, todo fue una gran confusión. Me acerque a Tucker rápidamente y comencé a besar sus labios, fue un beso lento y caliente. Separé nuestra unión al sentir un sabor metálico en mi boca. – ¡Aaaahhhg tus labios están sangrando! Lo siento, lo siento... – Los labios de Craig estaban tan secos por el frío que ante el contacto con los míos la piel se cortó produciendo un pequeño sangrado.

- No te preocupes. Los tuyos también se ven extraños, están muy rojos... – Tucker me miró con una extraña expresión en su rostro, sé lo que estaba pensando "¿Eso es labial?".

- ¡Nooo! es que me quemé bebiendo café. – Ambos reímos luego de mi aclaración.

- Mañana hablaré con Red y le pediré disculpas, sé que reaccioné mal. Ella me hizo perder el control de mis emociones con sus comentarios, no pude evitarlo, aunque sé que debí ignorar sus dichos de mierda y responder con sinceridad. Lo siento, cariño. – Craig se notaba realmente apenado.

Tucker y yo continuamos conversando de diversos temas y los minutos pasaron casi sin darnos cuenta. Mientras intercambiábamos palabras íbamos acercando nuestros cuerpos, la distancia que había entre ambos en el sofá parecía inmensa. Llegó un momento en el cual me encontraba cuerpo a cuerpo con Craig, estábamos rozándonos, lo miré a los ojos y él comenzó a acercar su rostro al mío hasta que nuestros labios tomaron contacto. Él comenzó aquel beso, tan húmedo, caliente y sexual... aquel contacto nos sabía a poco así que comenzamos a utilizar nuestras lenguas, Craig metió su lengua dentro de mi boca y comenzó a rozar la mía. Los labios de él sangraban pero no me importó, me dejé llevar por aquel beso, el sabor metálico, la fragancia de su colonia, el olor a café y su tan varonil olor a cigarrillos. 

Arte y Naturales [ Creek ♥ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora