Willow canturrea una melodía mientras husmea entre varios productos de belleza que están de oferta en la droguería. Por una vez se siente de buen humor. ¿Y, por qué no? En el instituto han salido más pronto que de costumbre, y hoy no tiene que ir a trabajar a la biblioteca. Tiene todo el día por delante para hacer lo que quiera. Y quiere comprar repuestos. Así que ha vuelto a la tienda junto a la que pasó con Guy y Laurie. Comprar cuchillas de cúter no siempre resultaba tan fácil. Normalmente las encontraba en tiendas de Bellas Artes pero, desde que había dejado las acuarelas no le gustaba ir allí así que, encontrar un nuevo proveedor resulta especialmente gratificante. Por supuesto, cualquier superficie cortante podría valer, y Willow ya las ha probado todas: tijeras para cortarse las uñas, un cuchillo de carne, cuchillas de afeitar, menos las que tienen protección. Estas últimas son las que llevaba cuando la descubrió Guy. Pero Willow es una purista. Le gusta usar el instrumento elegido solo para ella. No le gusta abrirse la piel con la misma hoja que emplea para cortar la cena. Willow se para junto a las cajas de Caoba Rojizo. ¿Debería comprar un par? No es que tenga ninguna intención de teñirse el pelo pero siempre se preocupa de coger un par de cosas para no levantar sospechas de los empleados. Debe tener una docena de blocs de dibujo en casa. Todos en blanco. Esta vez Willow coge una botella de champú —al menos es algo que usará— y se apresura hacia la caja. Siempre le pone nerviosa pedir las cuchillas. ¿Por qué tienen que ponerlas detrás del mostrador? A medida que va dejando las cosas, el corazón se le acelera. Intenta parecer inocente, pero no puede evitar sentirse como una criminal. —Tres cajas de cuchillas para cúter, por favor. —¿Tres cajas? ¿Para qué quieres tres cajas? El dependiente la mira extrañado. Veinte por caja, ¡sesenta cuchillas! ¡Tiene que haberse dado cuenta! —Yo, bueno... Yo solamente... —Willow no sabe qué decir. ¿Debería salir de allí? ¿Echar a correr? En cualquier caso, ¿él puede hacerle algo? O sea, que no va a llamar a la policía, ¿no? —Porque la oferta es de cuatro por dos dólares —-continúa el dependiente, imperturbable. Oh.
—Claro, es decir, que ya lo sabía. Yo solo... Claro. Cuatro cajas estaría genial. Gracias. —Lo peor ya ha pasado. Casi se marea del alivio que siente. Vuelve a canturrear en voz baja mientras paga la compra y se dirige a la puerta. Ahora, ¿qué? Willow guarda sus adquisiciones en la mochila mientras echa a andar calle abajo. Todavía no sabe muy bien hacia dónde se dirige. A lo mejor debería ir al campus y pasar un rato estirada en la hierba. Mala idea. Hace un gesto de negación con la cabeza al recordar lo ocurrido la última vez. Quizá debería ir a casa y hacer un poco de trabajo, acabar el Bulfinch y ponerse a escribir el trabajo que se supone que tiene que hacer. No me lo creo ni yo. Claro que siempre puede ir al parque. Es mucho más agradable que ir al campus y no le vienen asociaciones negativas a la cabeza. Es curioso que recuerde como malo el momento en que Guy la descubrió y, en cambio, cuando la curaba... bueno, eso no es algo malo, al fin y al cabo. Willow se acaricia el vendaje distraídamente. Está empezando a ponerse sucio, debería cambiarlo pero, por alguna razón, no ha encontrado el momento. Camina en dirección al parque pero está un poco insegura. Ir al parque sin compañía... Estos últimos meses ha estado muy sola, y la mayoría de veces por su propia elección, pero aun así, Willow recuerda el otro día en el depósito con Guy. Aunque una buena parte de la discusión fue dolorosa, hubo muchas cosas interesantes. La verdad es que el placer de su propia compañía está empezando a desgastarse. Ese sentimiento no hace más que empeorar cuando ve a un grupo de chicas del instituto que van juntas hacia el parque. Vicki está entre ellas. Willow se pregunta qué haría Vicki si ella se acercara e intentara unirse al grupo. ¿Sería simpática o sim- plemente volvería a hacer un comentario ofensivo? Bueno, de todos modos, no tiene ningún deseo de pasar el rato con Vicki y sus amigas. Willow deja atrás el parque y camina en dirección al instituto. Hay varios cafés con terraza esparcidos por aquella zona y quizá ir a tomar algo a uno de ellos no será una mala idea. Se para frente a uno que tiene un bonito toldo de rayas verdes y blancas y lee el menú. No tiene mucho dinero. Les da a David y a Cathy casi todo lo que gana pero, aun así, tiene suficiente para tomar algo. —¡Willow! ¿David? ¿Qué hace él aquí? ¿No debería estar su hermano dando alguna clase o trabajando en casa? ¿Qué está haciendo tomándose un café helado en un bar a estas horas del día? Lo primero que piensa Willow después de recuperarse del susto de ver a su hermano en una de las mesas es que estaba segura de que se lo iba a encontrar. La razón de que les dejaran salir más pronto del instituto es la reunión entre padres y tutores. La misma de la que hablaba la carta que había recibido David.
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Willow
Teen FictionLos padres de Willow murieron en un trágico accidente de coche, dejándola no solo con el dolor que supone enfrentarse a una pérdida sino también con el peso de la culpabilidad, ya que era ella quien conducía. Ocho meses después, su hermano mayor cas...