¡Dios, cómo duele! Willow hace una mueca de dolor al quitarse el vendaje de Guy de un tirón. Nunca deja de sorprenderle que, a pesar de sus sesiones con la cuchilla, haya pequeñas cosas que sigan causándole dolor. Está claro, el escozor de la tirita no es nada en comparación con el pinchazo de la cuchilla. Es solamente una pequeña irritación, no es suficiente para darle lo que ella necesita. Willow examina la herida con actitud crítica. Le sorprende el aspecto inocente de esta herida en comparación con otras de sus laceraciones. Tiene el aspecto de un corte normal que cualquiera podría hacerse a lo largo del día. El resto de heridas que le marcan el brazo no tiene, ni por asomo, este aspecto tan saludable. Es evidente que Guy sabe un par de cosas sobre cómo hacer curas. —Willow. —Cathy la llama desde el piso de abajo—. Será mejor que te des prisa o llegarás tarde al instituto. Sí, sí. Willow coge su mochila y empieza a bajar la escalera. Oye a David trasteando en la cocina y los dulces gorjeos de Isabelle mientras Cathy le da de comer. Se sienta en el tercer escalón para oír mejor. Todo parece normal, todo está bien. Así es como las cosas deberían ser: una familia normal preparándose para afrontar un nuevo día. Willow no soporta unirse a ellos porque sabe que, en el preciso instante en que ella entra en la cocina, esa ilusión desaparece. Su presencia les recuerda que no son una familia normal con sus problemas del día a día. Son una familia diferente, una familia rota. Sigue sentada en la escalera, retrasando todo lo que puede el momento. —¡Willow! —Ahora la voz de Cathy suena irritada. Willow se levanta de un salto. Sabe que Cathy tiene mil cosas que hacer —dar de comer a Isabelle, prepararse para ir al trabajo—, y lo último que desea Willow es hacerle la vida más difícil. —Buenos días. David levanta la mirada al oírle entrar en la cocina. —Buenos días —murmura Willow. Mientras se prepara los cereales con leche no aparta los ojos de su hermano. Como de costumbre, está rodeado de libros. Se
pregunta qué estará leyendo, pero la experiencia de ayer sigue viva en su memoria. Está claro que hablar con David de libros ya no es una opción. —¿Cómo va el tema ese en el que estabas trabajando? —le pregunta Cathy mientras limpia la boca a Isabelle con una servilleta. Obviamente, Cathy no tiene problemas para hablar con David. —¿Va como esperabas? —continúa entre sorbo y sorbo de café. —Mmm, es difícil de decir. —David cierra el libro que está leyendo con un suspiro—. Tengo que echarle una ojeada a otra fuente de información antes de seguir. Por desgracia, encontrar algunos de los libros que necesito está resultando simplemente imposible, ya que llevan mucho tiempo descatalogados. —¿Y en la biblioteca? —Cathy vuelve a estar centrada en Isabelle. Willow se da cuenta de que la está escuchando a medias, pero ella misma, Willow, no pierde una aunque se mantenga apoyada en la encimera como si estuviera concentrada en los cereales. —Tienen casi todo lo que busco menos un libro en particular que necesito ahora mismo —dice David disgustado—. Me han dicho que el préstamo interbibliotecario tardará semanas. —Seguro que lo puedes encontrar por internet —le contesta Cathy. Desata el babero que lleva Isabelle y la coge en brazos. —No te creas —niega David con la cabeza—. La mayoría de webs que trabajan con libros descatalogados no tienen este tipo de información. Willow está segura de que ella podría encontrar cualquiera que sea el libro que su hermano está buscando. Pasando de internet. La manera más fácil es ir al centro, a su librería favorita. La misma sobre la que estuvieron hablando con Guy. La que le enseñó su padre hace años, cuando él aún estaba en primaria. Allí tienen todo lo que existe, esté o no descatalogado. ¿Es posible que David haya olvidado ese lugar? ¡Pues claro que no lo ha olvidado! Willow sabe por qué no va allí. Seguramente es demasiado doloroso, levantaría demasiados recuerdos. Sus acciones no tolo Les han privado de sus padres. Prácticamente todo lo que envuelve su día a día ha cambiado por su culpa. Ahora, una simple visita a la librería es algo imposible para David. —Tengo que prepararme —dice Cathy—. Perdona, Willow. —Deja su taza de café y los platos de Isabelle en el fregadero, y se dirige a la puerta de la cocina con la niña en brazos—. ¿No tienes clase está mañana? —Se para un momento para darle un beso a David—. ¿No deberías ir yendo? —Tienes razón. —David echa atrás la silla—. Será mejor que me dé prisa. —¿Y tú, Willow? —Cathy se vuelva hacia ella—. ¿Trabajas esta tarde o llegarás pronto a casa? —Trabajo —dice Willow. Se aparta de en medio para que David pueda dejar los platos en el fregadero. Espera a que David deje su pila de libros y apuntes sobre la mesa de la cocina mientras se va a afeitar o a hacer lo que sea.
ESTÁS LEYENDO
Willow
Teen FictionLos padres de Willow murieron en un trágico accidente de coche, dejándola no solo con el dolor que supone enfrentarse a una pérdida sino también con el peso de la culpabilidad, ya que era ella quien conducía. Ocho meses después, su hermano mayor cas...