11 de junio de 2017.
Es difícil tratar de olvidar algo que aún sigue ahí. Es difícil olvidar, y saber que nunca nada va a cambiar.
Mi piel está ardiendo con un color rojo intenso. Miro mi reflejo en el espejo, y una rabia indescriptible se apodera de mi ser. Los gritos que se oyen en el exterior del pequeño e inmundo cuarto de baño hacen que quiera perder la audición. Lágrimas que no pueden más comienzan a asomarse por mis ojos, los que están comenzando a tornarse rojizos.
— ¡Abre la puerta, perra! — los golpes en la madera hacen que me sobresalte bruscamente, pero a pesar se eso no me volteo — ¡Abre la maldita puerta! — insiste la voz furiosa de mi padre. Los gritos de mi madre lo intentan detener, y soy capaz de oír los golpes que le son proporcionados.
Comienzo a rascar mi cabeza con desesperación, mientras afuera los gritos desesperados de la mujer se oyen desgarrados. Ni siquiera me doy cuenta cuando empiezo a rasguñar mis manos, hasta tal punto que sangran.
— ¡¿Aún no han entendido quien manda aquí?! — los lamentos de la mujer han callado, y ahora me siento más sola que nunca — ¡¿Aún no lo han entendido?! — me cubro la boca para ahogar un sollozo incontrolable al oír sus pasos venir hacia mí.
Veo como tira la puerta con una fuerza descomunal, consiguiendo romper el seguro. Sus ojos dementes me observan con ira, se lanza y me sujeta fuerte del brazo, llevándome hasta la sala. Al llegar, me arroja con todas sus fuerzas contra la mesa, y puedo ver el cuerpo inconsciente de mi madre a mis pies.
— ¡En esta casa el único que puede dar ordenes soy yo! — vocifera, y puedo sentir la bofetada en la cara, que seguramente recibiré en unos momentos — ¡Yo soy el único que da ordenes! — se acerca y con una brusquedad inhumana me sujeta apretando mis mejillas — ¡¿Me oíste bien, puta?! — el aliento a alcohol inunda mis fosas nasales, y unas ganas de llorar me atacan.
— ¡Me duele! — logro decir, tratando de alejarlo, pero es inútil — ¡Suéltame! — digo suplicante, pero no parece escucharme realmente.
— ¡Tú no me dices que hacer, mierda! — se acerca aún más, hasta que nuestras narices casi se tocan.
— ¡Suéltame! — grito con todas mis fuerzas, haciendo que una súplica desgarradora salga de mi garganta, tratando de que alguien pueda escucharme.
Siento al instante la bofetada que esperaba, golpear mi rostro con tal fuerza, que soy lanzada a un lado y caigo bruscamente al piso.
— ¿Comprendes lo que te digo, perra? — susurra consumido en algún tipo de demencia, acercándose lentamente a mí. Sin siquiera procesar mi acción, le lanzo con toda mi fuerza un ladrillo que se hallaba junto a mí. El grito que sale desde lo más profundo de su garganta es verdaderamente tenebroso. Dirijo con miedo mi vista hacia él, para verlo lamentarse contra la pared, con mucha sangre en las manos.
Temblando me apresuro a salir de la casa, cerrando la puerta a mis espaldas. Me largo a correr mientras sigo oyendo su voz lanzando todo tipo de insultos a mi persona. El agua que brota de mis ojos cae sin parar por mi rostro, y soy incapáz de detenerme.
Al llegar a una esquina, me detengo y apoyo mi espalda sobre un muro. Trato de regular mis temblores, mientras mi corazón sigue latiendo a mil por hora. Pongo mi mano sobre mi pecho para proporcionar un poco de ayuda, y poco a poco me voy relajando y mi respiración se suaviza.
Lentamente me deslizo, hasta caer hincada en el suelo. Apoyo mi cabeza en el concreto a mis espaldas y cierro los ojos con la intención de desaparecer.
Mis delgadas y sucias manos arden a causa de las heridas. Limpio mi rostro con delicadeza, sumergida en una gran nube de emociones descontroladas.
— Hola — su voz me hace sentir a salvo y segura. Al abrir los párpados me encuentro con su figura frente a mí. Su rostro está serio.
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Awake[En Proceso]
Teen FictionCada vez que miro hacia atrás lo veo a él. Lo veo como un error, pero un error que debí haber cometido. "Creo que tal vez podría renunciar a todo, solo pídemelo", esa definitivamente es la mía. Él nunca me lo pidió, y yo jamás se lo dije.