El Método Martín

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¿Sabes qué hace de Canción de hielo y fuego una obra tan especial? ¿Sabes qué la diferencia del resto de fantasía? Yo te lo digo; George R. R. Martin no tiene miedo de joder a sus personajes hasta límites sádicos. De hecho, cuanto más sádico mejor, o eso parece.

Muchos escritores no quieren hacer daño a sus personajes. Tienen miedo a lo desconocido, tienen miedo del dolor o de la muerte. ¿Cómo pretendes crear una historia profunda sin herir a tus personajes? ¿Cómo vas a crear esas emociones si tienes miedo de romperles una uña? Si no eres capaz de tirar a tus personajes por la ventana de un séptimo piso, entonces eres incapaz de crear una historia rica y profunda que enganche al lector.

Sí, crearás unos personajes  simpáticos (Y, seguramente, llenos de clichés) que irán por ahí, envueltos en algodón, solucionando todos y cada uno de los problemas que se encuentren porque serán como Superman inmunes a todo mal.

¿Por qué tememos hacer daño a nuestros personajes, incluso sabiendo que es necesario? Porque sabemos que hacerles daño a ellos, es hacérnoslo a nosotros mismos.

"Cada vez que me preguntan cuánto falta para el siguiente libro mato a un Stark." Dice R.R Martin a modo d broma.


Yo inicie a escribir, sobre todo, al terror y al género negro, por eso he aprendido a joder a mis personajes, a causarles sufrimientos psicológicos y físicos que, muchas veces, rozan lo sádico. Algunas veces disfruto, otras no, pero sé que tengo que hacerlo y lo hago.

Quien bien te quiere te hará llorar

Los personajes —los de verdad, los polifacéticos—son personas por las que nos preocupamos. Los hemos creado nosotros, los hemos construido a nuestra imagen y semejanza. Son parte de nuestra imaginación, de nuestro corazón y de nuestra alma. Forman parte de nosotros.

El dolor que ellos experimenten (sea del tipo que sea), también lo sentiremos nosotros. Sentiremos esa herida en nuestra piel. Lo más terrible de todo es que puede que nosotros cambiemos más que ellos.

¿Por qué debería ser eso malo? Como escritor tienes un control absoluto de lo que sucede en tu novela. Tú creas el dolor, el emocional y el físico, puedes torturar, llevar a tu personaje al borde de la muerte, pero puedes parar cuando quieras, puedes acabar con ese dolor cuando te plazca, puedes guiarlo al paraíso o dejarlo arder en el peor infierno.

Entérate ya de que torturar a tus personajes no te convierte en un sádico. No estás torturando a tus seres queridos por el simple placer de verlos sufrir. Les estás ofreciendo un regalo (¿Te acuerdas de Hellraiser?). Les ayudas a crecer y a desarrollarse. Al sufrir, tus personajes adquieren un sentido más profundo y se convierten en seres vivos. Se vuelven más reales.

La experiencia es un grado

Deja que sientan el dolor y lucirán orgullosos sus cicatrices. ¿Quieres un personaje perfecto que nunca ha sentido el dolor? ¿En serio quieres presentar un personaje que no conoce el precio de nada?

En una mis historias (pronto sabréis más de ella), uno de los personajes lo ha perdido todo; es un muchacho que siempre se ha comportado de forma bastante trivial, casi asustadizo, sin embargo, tras una escena particularmente jodida, reacciona de una forma que jamás me habría esperado.

El toma las riendas de la situación, se hace cargo de que no tiene nada que perder y que se enfrenta a algo que la supera. Así que lo manda todo a la mierda y se lanza al ataque.

Ese personaje jamás hubiese reaccionado así de no haber pasado por el infierno por el que la obligué a pasar.

"Lo que no te mata te hace más fuerte." Dijo Murphy alguna vez, basado en sus propias leyes.

Mi personaje se adaptó. Sabe que no puede escapar de las circunstancias, sabe que está atrapado, así que se adapta y lucha.

Las cicatrices psicológicas que el desarrollo de la historia deja en ella son realmente fuertes, es consciente de eso y actúa en consecuencia. Se convierte, gracias a ese dolor, en un personaje fuerte, maduro y profundo.

El aprende lo rápido que puede irse todo a la mierda, la facilidad con la que podemos perder todo lo que tenemos. Son esas experiencias; el miedo, la pérdida, la duda o el dolor, lo que nos hace crecer como personas, desarrollarnos y madurar, lo mismo les sucede a ellos. Con su dolor crecemos como personas, como escritores y ellos maduran como personajes.

Deja que tus personajes experimenten el dolor, deja que sufran emocional y físicamente, déjales que vivan la vida tal y como es, sucia, complicada y llena de momentos dolorosos, pero también de otros felices, claro.

Recuerda que no les haces sufrir por el placer de hacerlo, ten muy en cuenta que les ofreces una oportunidad de madurar, una experiencia necesaria. Tus personajes quieren vivir, deja que lo hagan.

Ahora te toca a ti, ¿haces sufrir a tus personajes? ¿Permites que se desarrollen o los guardas en una nube de algodón?


Este es un pequeño experimento que estaré usando en el taller, mencionado ciertas sugerencias no de mi parte, sino de otros escritores MUCHO mas experimentados en este campo. Así es, algunos clásicos de la literatura y lo que ellos nos dejaron como ayuda para mejorar la escritura.



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