¿Un brindis?

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"Vive como si fueras a morir mañana, aprende como si fueras a vivir para siempre."

Querido diario.

¿Te había dejado con la intriga? Esta vez me portaré bien, lo prometo. Bien, sigamos.

—¿Qué significa que haya una rayita? —me preguntó Jordi confundido y con miedo a mi respuesta.

— ¡Oh Dios mío Jordi! ¿sólo hay una raya?, ¿estás seguro?

— Sí, no tengo un doctorado en Medicina, pero hasta ahí llego.

— ¡Entonces es sólo una falsa alarma! ¡No estoy embarazada! —exclamé con una alegría incalculable y lágrimas en los ojos, sí, lágrimas, pero esas eran de felicidad y me sabían a gloria.

Él, aún más eufórico que yo, me cogió en brazos y me alzó como a un peluche. Y cuando se cansó me llevó (sin soltarme) a la habitación.

— ¡Tenemos que celebrarlo! —dijo con una efusividad mayor a la mía y ofreciéndome una copa de champán.

Espera. ¿De dónde habían salido las copas y el champán? Ni idea. No me gustaba, pero aún así la cogí y me lo bebí todo de un trago. Y cuando volví a abrir los ojos me di cuenta de que nunca había estado en esa habitación. Era un poco más pequeña que en la que solíamos compartir cama todas las noches. Pero aún así seguía siendo grande. En el centro había una cama de matrimonio que tenía pinta de ser muy muy cómoda. No había ni una sola ventana, pero el blanco de las paredes le otorgaba una gran luminosidad. A la izquierda me dí cuenta de que había un sofá junto con un pequeño mini-bar y supuse que de ahí habría sacado Jordi la bebida. Me llamó la atenció el armario que había en la parte derecha, era enorme, y estaba cerrado con llave. Y entonces me di cuenta, ¡estaba en la habitación secreta de Jordi! , ¡esa en la que me moría de ganas de entrar!

—Nos merecemos un poco de diversión —me dijo Jordi al verme mirando ese armario.

—¿Que hay? —pregunté señalándolo.

—No te adelantes y disfruta de esto.

Y justo cuando acabó su frase sus labios atraparon a los míos. Impidiéndoles la libertad, como si ofreciesen una recompensa por ellos. Sabía a vida, a felicidad, a dulzura, a ferocidad, y por supuesto a champán. Metí mi lengua despacio en su boca y me mordió de forma juguetona. ¿Así que el niño tenía ganas de jugar? ¡Pues no me iba a rajar!

—¿En qué piensas? —me susurró tan cerca que sus palabras llegaban a acariciarme los tímpanos.

— En que si crees que puedes ganarme estás muy equivocado —le contesté sacándole la lengua para picarle aún más. Me encantaba enfuerecerle, lo admito. Pero es que se ponía tan mono cuando lo hacía.

— ¿Tu crees? —preguntó acercando sus dedos a mis braguitas a través del hueco que quedaba entre mis pantalones cortos.

¡Oh! Me estaba empezando a calentar y aún no me había tocado. Pero no pensaba perder. ¡Iba a contraatacar!

—Quítate los pantalones —le susurré con mi voz de guarra, esa que sabía que le volvía loco.

Él negó con la cabeza.

—Cierra los ojos —me ordenó.

No me gustaba que me dieran órdenes, es más, lo odiaba. Pero aún así, por curiosidad le hice caso, esperando a que la recompensa mereciera la pena. Escuché algo moverse, algo como una puerta, tal vez había ido a la cocina a por hielo para apagar el fuego que me estaba quemando. Pero volví a oír más ruidos, y mi curiosidad fue en aumento. Iba a abrir los ojos disimuladamente cuando Jordi me advirtió de que no lo hiciese. Maldito niñato lee mentes. Y así seguía, con los ojos cerrados como una idiota cuando me cogió la mano y me dijo que los abriera. Y me quede de piedra. Y en mi interior se despertó mi bestia. Jordi iba disfrazado, de bombero. Con una camiseta rasgada que dejaba ver sus marcados abdominales y unos pantalones que le hacían un culito perfecto. Acompañado de un casco que le hacía cara de niño malo.

¡Oh, ven aquí pronto y apaga mis fuegos porque estoy ardiendo! Mi calentón le parecía divertido y mostraba una sonrisa ladina que me irritaba. No sonrías tanto y enséñame tu manguera.

— Quiero ver tu manguera —solté sin darme cuenta de que lo estaba diciendo en voz alta. Y cuando lo escuché reírse me maldije a mí misma y maldije también a mi boca por traidora y por chivata.

— Cuidado morena, o a este paso incendiarás la casa—se burló al rozar mi piel con sus labios y notar lo ardiente que estaba.

— Para eso estás tu ¿no?, para apagar el fuego.

Se acercó lenta y peligrosamente a mí y me devoró. ¡Madre mía! , ¿cómo podía ponerme así sólo con un beso? ¡Pero vaya beso! No aguantaría mucho más esta tortura, y no porque no quisiera, sino porque no podía. Me tumbé encima de él y le arranqué la camiseta. El torso desnudo le brillaba y yo ya estaba enloqueciendo del todo. El Karma me estaba recompensando, y yo se lo agradecería eternamente. Con un movimiento rápido me arrancó la ropa y me inmovilizó. Maldito cabrón. ¿Es que quiere que me derrita por mi propio calor?

¡Y ahora venía lo bueno! Mimó mis pechos con su lengua ruda y voraz, pero también suave y delicada, arrancándome más de un gemido descontrolado. Podía tocar el paraíso con mi dedo índice. Definitivamente este bombero sabía cómo encender un buen fuego, ¿pero sabría también apagarlo? Me moría de ganas por comprobarlo.

Masajeó uno de mis pechos mientras al otro le proporcionaba mimos extras con su lengua, y de pronto succionó, pero de forma delicada, y ahí me dí cuenta de que no estaba soñando, y de que ese polvo iba a ser inolvidable. Y lo fue, vaya si lo fue.

Se deshizó de sus pantalones. Lo tenía en bóxers y con ese casco que le sentaba de maravilla. Pero quería follarle ya, no podía controlar a mi depredadora sexual. No recuerdo cómo, pero se los arranqué de un tirón. Por fin le tenía desnudo. Y como no me controlaba hice lo que me venía en gana, y me introduje su miembro en mi boca, chupándolo lentamente y observando su cara de satisfacción. Oh Dios Jordi, me estabas poniendo tan cachonda.

Sus jadeos avivaban aun más la llama que se encontraba en mi interior, iba a estallar, de verdad que no podía más. Así que hice al fin lo que tenía que hacer, lo que deseaba hacer, lo que necesitaba desde hacía tiempo.

Sí, por fin lo tenía dentro de mí. Y que a gusto se estaba así.

Empecé a moverme lentamente, pero no tenía ganas de un polvo lento, quería sexo salvaje. Un aquí te pillo, aquí te follo que con Jordi se volvía especial.

Me cogió del vientre con fuerza y me dejó sobre la cama, a cuatro patas. Mm me empezaba a gustar ese bombero.

— Llevo tiempo queriendo follarte así —me susurró en el oído. Y el contacto con sus palabras me erizó los vellos y me elevó al cielo.

Se colocó dentro de mí y me agarró de la cintura. Iba a follarme al estilo perrito y yo no podía desearlo con más ganas. Sus embestidas eran cada más intensas y mis gemidos cada vez más fuertes. ¿Cuántos orgasmos tuve? Imposible saberlo, ya que tenía uno tras otro. Estaba disfrutando como nunca. Y cuando volví a correrme Jordi se apartó rápidamente en busca de un preservativo para poder liberarse de toda esa tensión acumulada. Yo, que seguía juguetona, se lo arranqué de las manos y se lo coloqué, no sin antes masajear a su miembro con mi lengua.

Estaba cansada, me costaba respirar, pero no quería parar, quería más. Jordi aceleró sus movimientos, algo que creía imposible puesto que ya eran demasiado rápidos. Y la sensación era aún mejor. ¡Dios! ¿Es que estaba en el cielo y no lo sabía? Iba a tener otro. Lo sabía. Mis piernas temblaban y los gemidos se me escapaban. Jordi lo notó y aumentó el ritmo, haciéndolo más intenso y metiéndomela hasta el fondo. Me corrí otra vez, me deshice en mil pedazos, y esta vez Jordi me acompañó y nos liberamos los dos. Acabando ambos espatarrados en la cama. Como dos amantes tras el mejor polvo de sus vidas.

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Hola chicas. Bueno, para compensaros por el pequeño retraso os traigo otro capítulo extra. Os quiero mucho y me hacen muy feliz vuestros votos y comentarios. ¿Qué os ha parecido? Aún queda mucha historia por delante y mucha Mayra, así que tranquilos :)

Quemate conmigo (2ª Parte de Indestructible)  [#EDreamsAwards]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora