Kapítulo 6

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30 de septiembre. Había pasado un mes desde que se encontraron por primera vez, pero Jonas sentía como si conociera a Eddie de toda la vida. Parecía muy feliz planeando su fiesta de cumpleaños, casi como un niño; uno que quería alcohol y una mesa de mezclas.

—Venga, tío, celébralo, yo me encargo de todo —decía.

—No tengo amigos, tío.

—¿Otra vez con eso, en serio? —Parecía cabreado, pero enseguida cambió la expresión de su cara—. Invitaré a los míos, ¿algo más?

—¿El lugar?

—Ah, sí. Había pensado en un edificio abandonado que hay a las afueras, cerca de un bosquecillo.

—Hey, bien pensado, tío. Bien, vamos a repasar todo. —Eddie asintió con la cabeza—. El sábado, a las siete, en el edificio abandonado. Y por ahora los invitados son: Eva, Simón, las chicas del bus, tus amigos y tú.

—Pues va a ser verdad que no tienes amigos. Qué triste, tío. —Comenzó a reírse a carcajadas, mientras Jonas se quejaba de su estupidez—. ¡Veenga, que era broma, tío!

. . . . .

De una gran bolsa de tela negra, Eddie sacó la mesa de mezclas que días antes habían comprado, y la colocaron con cuidado sobre un pequeño escenario en el edificio. De una bolsa de plástico sacaron las bebidas y los vasos, y los dejaron en varias mesas. Poco a poco, la gran sala se fue llenando de gente, bebiendo y haciendo a saber qué cosas más. Entre la multitud, Eddie bailaba con Eva. Jonas estaba sentado en un banco, algo aburrido, cuando desde la otra punta de la sala se fue acercando hacia él una chica morena, alta y con muchas curvas, que ya delante de él lo agarró del hombro y lo acercó hacia ella.

—¡Tú! Tenemos que hablar. Ahora. —Era su ex. No sabía qué quería, ni siquiera qué coño hacía en su fiesta de cumpleaños—. Vamos, reacciona.

Esto último lo dijo con un tono despectivo y de alguna manera sentía que se estaba riendo de él. A Jonas se le pasaron miles de cosas por la cabeza en ese momento, la mayoría malas, ya que sabía cómo era y se hacía una idea de lo que quería de él.

—Suéltalo ya. ¿Qué cojones quieres de mí?

—Aquí no, mejor vayamos fuera. —Sin que pudiera reaccionar, la chica tiró de él forzándole a seguirla. Echó un vistazo a la fiesta, donde todos parecían pasarlo bien, pero nadie se había percatado de lo sucedido. Entonces notó una mano cogiéndole de la barbilla—. Bésame.

Una expresión de asco y sorpresa apareció en su rostro, quien ya había intentado irse varias veces, y ahora solo deseaba que la tierra se lo tragara.

—¡¿Pero a ti qué te pasa, tía?! Se te ha ido completamente. Además, sabes por qué lo nuestro no funcionó, sabes mi 'secreto'.

—Precisamente por eso. Vas a hacer lo que yo te diga a no ser que quieras que pare la música y le diga a todo el mundo lo que pasó. Y si te lo preguntabas, sí, tu opinión me es totalmente indiferente —dijo con aire altivo.

—No te soporto.

—Creo que sigo enamorada de ti.

—¿Y? —fue lo único que se le ocurrió decir.

—¿Cómo que 'y'? —dijo con cara de sorpresa—. ¿Sólo saliste conmigo para no decirle a nadie que eras gay?

—¡No soy gay! —En ese momento quería pegarle un puñetazo en la cara. Sí, era gay, pero en el momento en que salió con ella ni siquiera se lo había planteado. Aún así, sentía lástima, pues sabía que la había hecho daño. Jonas bajó la cabeza, pero ella lo volvió a agarrar y lo besó. Rápidamente la apartó de un fuerte empujón—. ¡Apártate, estúpida!

Kremita [pausada para siempre] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora