Capítulo 3- Nuevo amigo

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Desperté con un fuerte dolor de cabeza. Y los gritos que se oían por el pasillo no ayudaban para nada. Miré mi reloj, las cinco a.m. ¿Quién cojones gritaba a las cinco de la mañana?. Siempre había sido una persona dormilona pero últimamente madrugaba mucho. Mi horario para dormir era de las doce de la noche, hasta las seis de la mañana. Pero hoy era una excepción; necesitaba descansar del viaje y también necesitaba tiempo para....para no matar a alguien.

Olí gruñó juntó a mi oído para luego esconderse debajo de la almohada, a el tampoco le había sentado bien el despertar.

Los gritos seguían soñando, cada vez más fuertes e irritantes. A veces podía distinguir un ¡BICHOOO! o un ¡QUÉ ASCO! Pero las demás veces solo oía alaridos. Lo más extraño es que eran tan agudos que podrían pertenecer a una niña pequeña, pero que yo supiera no la había. A lo mejor esos dos idiotas tenían una hermana menor y no me la habían presentado para prevenir un posible infarto por mi parte. Seguro que esa era la razón por la que sus maletas pesaban tanto.

Salí descalza al pasillo, para luego dirigirme a la habitación de los chicos, de la cual parecían venir los chillidos. Al entrar, pude ver a Luis y a Matías en una esquina; este último intentando calmar al otro pero sin resultado, ya que este seguía berreando como si la vida le fuese en ello. Así qué no era una niña, sino la princesa que tengo por hermanastro. Lo que tenía que aguantar...

Miré hacia la causa del escándalo y, para mi sorpresa, me encontré un pequeño ratoncito en la almohada de una de las camas. Era poco menos que del tamaño de la palma de mi mano; tenía el pelaje negro completamente y en esos momentos me miraba con unos preciosos ojos dorados.

Cuando iba a acercarme al pequeño roedor, mi madre y su noviecito aparecieron en la habitación, y, al ver al animal, salieron corriendo otra vez por el pasillo. Sacudí la cabeza; a saber lo que iban a hacer... Sería mejor que me diera prisa en cogerlo antes de que algo malo le ocurriera.

Lentamente me senté en la cama, y con calma y cuidado, extendí mi mano sobre las sábanas, haciendo que el ratón me mirara con curiosidad. Poco a poco se fue acercando hasta quedar montado sobre mi mano; me levanté con cuidado y me dirigí tranquilamente hacia la puerta, susurrándole cosas tranquilizadoras. Pero, como era de esperarse, las cosas no iban a ser tan sencillas.

Cuando estaba a punto de salir del cuarto, el padre de los imbéciles apareció con una pistola, apuntandola hacía a mi, o, más bien, hacia el ratoncito. ¡Una jodida pistola! ¿Quien cojones usa un arma para matar a un ser vivo tan pequeño e indefenso? Pues el novio de mi madre, claro esta.

-¿A quién cojones estás apuntando, jodido imbécil?.

-¡Suelta a esa cosa ahora mismo!-rugió, pero entonces se dio cuenta de mis anteriores palabras-. ¡¿A quién llamas tu jodido imbecil, niñata de mierda?!.

En ese momento apareció mi madre por la puerta, con una escoba de la mano.

-¿Qué haces apuntando a Scarlett con eso? ¡Bájala ahora mismo!-graznó refiriéndose al arma. Lentamente la movió hasta apuntar hasta el suelo, para luego darse la vuelta y largarse a no se dónde.

Miré a mi madre enarcando una ceja y le dije con sorna:

-No le había más loco en el mercado, ¿No?-acto seguido, salí con mi nuevo amigo para dirigirme a la planta baja, dejando a mi madre y a los idiotas boquiabiertos.

Antes de salir al jardín pasé por la cocina, para coger una tortita de avena para mi nuevo amigo.

Al salir al patio, un escalofrío me recorrió entera, supuse que era por el frío. Me dirigí hacia el cobertizo para dejar al ratón allí pero el pequeño empezó a gritar y a intentar morderme por lo que tuve que parar.

-¿Qué pasa?-pregunté dejándole en el suelo. Él simplemente levantó sus manos para señalar a la tortita, queriendo que se la diera. Cuando se la entregué lamió mi mano, tomó la comida, y se marchó rapidamente corriendo en dirección contraria al cobertizo.

¿Por qué no había querido entrar dentro? Es un sitio cerrado en el que estaría caliente y resguardado de la lluvia.
Me acerqué a la puerta pero cuando la iba a abrir un grito llamó mi atención. Procedía de la casa. Cuando entré me encontré q mi madre

-¿¡Cómo se te pudo ocurrir sacar el arma?! ¿Eres consciente de que estabas apuntando a mi hija?!

-¡No es verdad! ¡Estaba apuntando al bicho que tenía en la mano!

Mi madre respiró profundamente.

-Está bien, sólo no vuelvas a sacar ese arma en mi presencia ¿Vale?

-Siento haberte asustado, cariño-estaba a punto de vomitar. Cuando ambos iban a pasar a darse el lote en medio del vestíbulo decidí ir a mi habitación y vestirme con ropa deportiva; me hacía mucha falta dar una larga caminata. Así de paso descubriría un poco de este lugar perdido de la mano del mundo donde iba a vivir por un tiempo indefinido.

Mientras bajaba las escaleras con Oli en mi hombro, oí a Luis decir:

-¡Hay que fumigar! ¡Y poner trampas para esos animales asquerosos! No me quiero volver a encontrar con ninguno nunca más ....

Oli gruñó al escucharlo y yo me reí.

-Tranquilo, sabes que no lo harán. Por lo menos en la casa, en el motel seguro que sí.

Aún así mi pequeña ratita siguió refunfuñando por un bueno rato.

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⏰ Última actualización: May 03, 2015 ⏰

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