Una tras otra

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Hace 9 meses...

¡Maldito hijo de perra! Se había atrevido a dejarme en ridículo delante de todo el instituto. Ese día no podía haber estado más enfadada y disgustada conmigo misma. Lo sabía desde el principio pero, nunca lo quise admitir. Sabía que para él no era más que un juguete pero, por alguna razón, acepté salir con él. Ahora lo único que podía hacer era ser fuerte y...pasarme toda la tarde viendo películas y comiendo chocolate. Por lo menos ese era mi plan hasta que oí el ruido.

Sonaba como si algo enorme y pesado se hubiera caído. No tenía ganas de bajar así que grite:

-¡Papaaaaaaa! ¿Qué ha sido ese ruido?-nadie me contestó por lo que decidí recurrir a mi madre pero en ese momento oí el sonido del secador en el piso de abajo de modo que me dispuse a bajar(yo era curiosa por naturaleza y necesitaba enterarme de todo porque, si no, no me quedaba a gusto). Comencé a bajar las escaleras y me dirigí al garaje ya que juraría que el ruido había venido de allí. Al llegar vi una de las escenas que más me marcarían en mi corta existencia; mi padre estaba en el suelo en una pose grotesca, con un charco de sangre alrededor de su cabeza. Cuando le llamé vi que no se movía así que, alterada, corrí al baño a llamar a mi madre. Cuando le mostré a papá simplemente tomó el teléfono y llamó a emergencias. En cuanto llegaron empezó a llorar y a hacerse la típica esposa preocupada pero yo sabía la verdad.

Ella le había matado.

Nunca la inculparon, creo que sobornó a las autoridades o, simplemente, las chupó tan bien que ni siquiera quisieron mirar si había sido un asesinato. Ahora debo vivir con ella hasta que cumpla los 18. Pero...no creo que ella viva lo suficiente para verme cumplirlos.

El MotelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora