《Una Noche En La Mansión》

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Disfruten la canción.

—Tranquila...solo estoy jugando —sonrío el oji-verde.

—Pu-pues no me gu-gustan su-sus juegos— respondió nerviosa la azabache.

El Oji-verde miraba a la Oji-azul con un brillo especial en sus ojos, sin contar que la sonrisa en su rostro no se borraba.

—Acompáñame señorita Marínette, le mostraré donde dormirá — finalizó, apartandose de la azabache, para empezar a subir las escaleras.



[...]


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—¡Wow! —miro la habitación con asombro— es muy lindo y la vista...es increíble —susurro.

—Yo tenía en mente un cambió en esta habitación, por qué es muy simple, pero vaya no me sorprende sus gustos sencillos, Señorita Marínette.

— Disculpe su  alteza — dice con burla la Oji-azul, haciendo que el Rubio suelte una carcajada.

—Te traeré ropa para que estés más cómoda de acuerdo... No rompas nada y ni siquiera pienses en robar algo, tengo cámaras de seguridad cariño —le dedicó una sonrisa burlana para luego salir de la habitación.

—idiota.


[...]



Me es imposible pegar el ojo, no puedo dormir y eso es muy raro, suelo ser de las personas que duermen enseguida.
Tal vez sea por qué no estoy acostumbrada a dormir por fuera. Pero a quien engañó, el simple hecho de que este a dos habitaciónes de mi jefe me pone muy nerviosa, es algo totalmente absurdo.

La azabache suelta un bufido, levantándose de la gran cama, mirando detenidamente la habitación.

Es muy linda y acogedora aunque sería increíble un poco de colores más alegres.

Queriendo explorar más, sale de la habitación, caminando por el largo pasillo, que conducía a diferentes habitaciones, las cuáles por alguna extraña razón estaban cerradas bajo llave, provocando más curiosidad en la azabache, bajo las escaleras con cuidado y mirando por los lados, no queriéndose encontrar al Señor Adrien,  la azabache sonríe por el simple hecho de parecer una fugitiva.

Llegó a un salón, el cuál llamó mucho la atención, era muy amplío, las paredes estaban pintadas de un color rojo vino dándole un aspecto muy elegante y ni hablar de las grandes ventanas, dando una vista muy hermosa, pero lo que mas llamó la atención fue que solo contenía un piano en el centro del cuarto.

Llegó a un salón, el cuál llamó mucho la atención, era muy amplío, las paredes estaban pintadas de un color rojo vino dándole un aspecto muy elegante y ni hablar de las grandes ventanas, dando una vista muy hermosa, pero lo que mas llamó la atenci...

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Sin más entró al gran salón, admirando el instrumento tocando suavemente las tecla sin omitir el sonido.

—veo que le agrada el piano Señorita Marínette — habla con voz ronca el Rubio quién se encontraba recargado en la entrada de la habitación.

—Se-Señor Adrien...

—¿Sabes tocarlo? —Pregunto entrando al salón, sentándose en la banca junto al piano.

-....

El Oji-verde empezó a tocar las teclas del instrumento formando una brillante y agradable melodía.

La azabache miraba anodada a su jefe, se veía muy atractivo, incluso con el cabello desordenado callendo sobre su frente, sus ojos verdes dilatados, su mirada concentrada y sus largos dedos tocando las teclas.


—¿Pu-puedo tocar?— preguntó la azabache en susurró, arrepientiendose al instante que escuchó parar la melodía, sintiendo la mirada de su jefe en ella.

—Adelanté.

Con los nervios a flote se sienta a lado de él, llevando sus palidas manos al instrumentó, empezando a tocar con la yemas de mis dedos los teclados, creando sonidos que se van convirtiendo en una melodía. Una sonrisa se formo en su rostro, sin duda le encantaba.




Pov. Adrien

Por qué no puedo dejar de mirarla, quiero apartar mi vista más no puedo, no quiero.

—¿Que le pareció? - Pregunto con entusiasmo — ¿le gusto?.



¿Qué si me gustó?


Me encanto.



Si...


Sus labios se ven tan apetecibles...

¿Está mal querer morderlos?

¿Está mal querer fundirme en ellos?, hasta verlos totalmente rojos y....

Lo siento...

No se que me pasa...

¿Por qué que provoca esto en mi?

Usted tiene la culpa.

Solo usted la tiene...

Me niego, a estos sentimientos...

Solo es una simple atracción, si eso es..

Soy hombre tengo necesidades..






—Señor Adri.....

La azabache no pudo terminar la frase, ya que fue interrumpida por los labios del Oji-verde, quién se adueñó de ellos, empezando un beso húmedo y necesitado.






Hiro Agreste 🐾

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