Capítulo 4: 'Tu bipolaridad me sorprende'

42 2 2
                                    

— En verdad tu bipolaridad me sorprende. Pareces una chica. —utilicé las mismas palabras que Tobías.

— Y en verdad lo que opines no me importa nada. Mientras te quedes callada, no habrá problemas.

 No le respondí, no iba a perder el tiempo en discutir con él. Era un verdadero idiota. En realidad no quería que pensara que le estaba haciendo caso cuando me dijo que me quedara callada, pero tampoco quería discutir hasta gritar y otra vez crear una escenita patética. Escuché cómo hablaban Tobías y Spence: puras tonterías. ¿Lo ven? Este idiota ya me puso de mal humor. Tomé mis auriculares y me puse a escuchar música mientras jugaba a un jueguito en mi teléfono.

***

 Rato después, cuando me había aburrido del juego y ya me había quedado dormida, sentí un cuerpo sobre mí y me sobresalté. Hasta que me di cuenta que era mi querida amiga Spencer que se había arrojado contra mí para despertarme en vez de llamarme por mi nombre o gritarme, como haría cualquier persona normal. Pero claro, Spencer no es normal. Le grité un par de veces que se saliera de encima mío pero ella sólo reía y Tobías la acompañaba. Putos; los dos. Al rato me cansé de luchar inútilmente contra mi amiga. Y cuando me di cuenta la forma penosa en la que traté de que Spence se moviera comencé a reír yo también. Mi cuerpito diminuto al lado de su alta figura no era nada, ¿qué hacía yo tratando de sacármela de encima? Minutos después del ataque de risa ella se movió y me dejó el camino libre para poder respirar mientras seguíamos riendo. Me senté en la cama y no paraba de reír. Si alguien hubiera visto esto estaría pensando en la pena que damos. Pero bueno, era Domingo y estaba con mi mejor amiga en una isla donde sólo viven adolescentes y no hay padres ni ningún tipo de regla y, sobre todo, ambas compartíamos habitación con dos chicos, por error, pero lo hacíamos. ¡ESPEREN! ¡Alto todo! ¿Es Domingo? Mierda. Mañana hay clases. Primer día aquí y al siguiente ya tenemos clases, ¿qué clase de maldad vil era esa?

 Miré a mi amiga que estaba echada sobre mi cama recuperando el aire que había perdido, miré a Tobías que estaba rojo de tanto reírse y aún presionaba su estómago como diciendo “Ya risa, para. Que si no lo haces vas a hacer que mis intestinos me salgan por la nariz”. Solté una risita al imaginarme eso y me di la vuelta para ver a dónde estaba White y por qué no estaba criticando nuestra infantilidad y diciéndonos que nos iba a defenestrar y que eso iba a doler mucho porque estábamos en el último piso del edificio. ¿De dónde había sacado la palabra “defenestrar”? En verdad ni idea, pero lo que sí sabía era que significaba arrojar a alguien por la ventana. Cuando me di la vuelta vi a un White divertido que negaba con la cabeza, probablemente diciendo “¿Por qué tengo un amigo tan idiota y dos compañeras de habitación tan raras y estúpidas?”

— Hey, ¿alguno se acuerda de que mañana es lunes? —apenas digo esto el rubio teñido de verde deja de decirle a su risa que pare porque le iban a salir los intestinos por la nariz, se incorpora y me mira serio. Spence gira su cabeza para mirarme desde abajo.

— Acabas de cagar todo Tay. —me dice Tobías.

— No, Tay. No nos acordábamos. Gracias. —dijo mi amiga con sarcasmo.

— Lo siento.

— Cambiando de tema —habló White—. Hay que repartir las tareas en la habitación.

— Es verdad —lo acompaña Tobías—. Normalmente nos dividimos en que alguien limpie el baño, otro lave la ropa, otro ordene la habitación y el que queda lava los trastos.

— Pero hay un inconveniente en eso ahora. —dijo mi amiga y supe instantáneamente a qué se refería.

— No vamos a dejar que uno de ustedes lave nuestra ropa. Y nosotras no vamos a lavar la suya.

E. Burton 42 (suspendida temporalmente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora