Capítulo único

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Tal vez fuese un efecto secundario al sentirse salvada por él, porque aún golpeado y todo, tuvo la oportunidad de levantar su vista y salvarle la vida. Ella se había resignado cuando vio la mano dirigirse a su rostro, fue tan rápido que no le dejó actuar.

Después de que hubo acabado todo, cuando por fin estuvo sola, se tiró a llorar, hipando, descargando todo su miedo en aquel llanto. Estuvo tan asustada, al saberse tan cerca de la muerte.

Sí, estaba entrenando para ser héroes, pero ella también era una niña, aún no tenía la fuerza que se requería saberse tan cerca de la muerte, esa se adquiría a medida que iba avanzando el curso.

Había querido ir a ver a su maestro, a agradecerle por haberle salvado, pero no la dejaron.

Fue después, cuando lo vio pasar con ese montón de vendajes, que su corazón se estrujó. Un nudo en su garganta se situó, y no pudo decir nada.

Fue hasta acabada la clase, que todo el salón salió y Aizawa parecía querer dormir en el escritorio, que ella decidió acercarse.

—Maestro... —murmuró. Su profesor la miró, parecía una momia envuelta en tantos vendajes.

Tragó.

—Dígame, Asui —dijo el maestro, su voz contenida por los vendajes. La chica se sintió nerviosa. Usualmente ella era de expresar todo lo que había en su cabeza, pero ese día, estaba pensando cuidadosamente sus palabras.

—Yo... me gustaría agradecerle por haberme salvado en...

—No es nada —le interrumpió Aizawa—, es mi trabajo como héroe y maestro —las lágrimas comenzaron a acumularse en los ojos en la niña.

—Lo sé, pero... —hipó y se secó una de las lágrimas que estaban por salir— tal vez usted crea que no deba llorar, porque voy a convertirme en héroe, pero... fue horrible.

Aizawa rodeó el escritorio y puso una de sus manos vendas sobre la cabeza de su alumna. Tsuyu comenzó a detener su llanto.

—Eres una niña todavía, Asui —comentó Aizawa—. Además, eres humana, hasta los adultos sentimos miedo. Eso que ustedes vivieron, no debieron hacerlo todavía, aún son muy jóvenes.

—Maestro... —ella levantó la cabeza para mirarlo a los ojos. Aizawa podía ver determinación en esos grandes ojos— ahora tengo más fijo la razón por la que quiero ser héroe —dijo ella secándose las últimas lágrimas.

—¿Por qué, Asui?

—Quiero tener la determinación para salvar a la gente, nunca rendirme, así como usted —ella estuvo segura de ver una sonrisa a través de esos vendajes.

—Bien dicho —contestó el profesor. Tal vez debía acostumbrarse, aunque siempre había sido un rudo maestro que pocos querían, pero se sorprendió cuando la chica envolvió sus brazos alrededor de él envolviéndolo en un abrazo.

A la chica rana solo le había nacido hacerlo, necesitaba hacerlo, agradecerle de esa forma. Sintió como su corazón latía a toda velocidad, ahí, abrazando a su héroe.

Podía sentir tranquilidad.

.

Ahora, extrañamente, le era difícil concentrarse en clase, puesto que no podía levantar la vista a observar a su maestro sin jadear, sin sentir como si su corazón latiera tan rápido que se le fuese a salir.

Se sabía algo imposible pero, a pesar de nunca haber prestado atención, sabía lo que pasaba, era una adolescente, sus hormonas estaban alborotadas, y ella tenía sentimientos románticos hacia su profesor.

PlatónicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora