DECLARACIÓN

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Cuando entre en la casa, un poco aturdida con todo lo ocurrido aquel día, me sorprendí al encontrar a Charlie sentado en la mesa de la cocina. Aun mantenía la cabeza gacha y sus manos se entrelazaban sobre la mesa.
Me acerqué a él y tome una de sus manos con la mía, apretándola ligeramente.
–No puedo creer que ya no este aquí –murmuró.
–Lo se, a mi también me tomo por sorpresa cuando Jacob me lo dijo.
La mención de Jacob provocó que él levantara el rostro y me observara atentamente por un momento.
–Tu y Jacob… –comenzó a decir.
–Solo somos amigos, papá –lo interrumpí. No tenía ninguna intención de hablar de temas personales con Charlie.
–De acuerdo.
–Voy a preparar la cena.
Comencé a movilizarme por la cocina, yendo de un lado a otro, mientras el estofado del jueves daba vueltas en el microondas. Charlie se encargó de poner la mesa en silencio y cuando sonó la campanilla avisando que el trabajo del microondas estaba hecho nos sentamos a comer.
La cena transcurrió en silencio, Charlie parecía muy metido en sus pensamientos. Yo, por mi parte, comí de forma apresurada. Sin apreciar el sabor de la comida. Lo único que sentía era el dolor en la garganta en carne viva cada vez que tragaba. Sobre todo tenía sed; debí beberme casi dos litros de agua hasta quedar saciada.
Quería darme una ducha urgentemente. Sentía toda mi piel pegajosa al haber estado bajo la lluvia aquella tarde y sin cambiarme la ropa.
Una vez terminamos de cenar, Charlie se fue directo a dormir mientras yo terminaba de limpiar la cocina. Antes de subir a mi habitación, me aseguré de que todas las puertas y ventanas estuviesen bien cerradas y trancadas (aún que sabia que eso no detendría a las criaturas que había allí fuera, me daba cierta seguridad el saber que estaba todo firmemente cerrado).
Ya dentro de mi habitación, tomé mi neceser, mi pijama y me dirigí al baño.
La ducha ayudó mucho. Relajó todos mis músculos y sacó parte del nerviosismo vivido aquel día: Mi casi ataque de pánico bajo la lluvia; la muerte de Harry; Victoria; los extraños sueños sobre Romeo y Julieta, y aquella llama en el agua; la voz de Edward; el casi beso con Jacob…
No todas mis preocupaciones desaparecieron por completo, pero al menos aflojaron su peso sobre mis hombros.
Ya cuando estuve nuevamente en mi dormitorio me quedé observando la cama con un poco de temor ¿Soñaría normalmente como ocurrió aquella tarde en casa de Jake? ¿O como todas las veces anteriores, las pesadillas volverían a atormentarme?
No quería irme a dormir, prefería quedarme despierta toda la noche, pensando que haría con Jacob ahora. No tenía sentido que estuviera cansada después de haberme pasado buena parte del día tirada en el sofá de Jacob, pero el ataque de pánico que sufrí bajo la lluvia parecía haberme dejado exhausta y era incapaz de mantener los ojos abiertos.
Acomodé la almohada antes de volver a apoyar la cabeza nuevamente en ella; me tape con las mantas hasta la nariz, cómoda por primera vez en mucho tiempo y me dejé ir hacia una paz y un olvido que nunca hubiera esperado conseguir.
Me desperté temprano, después de un sueño profundo y sin pesadillas, sintiéndome descansada y relajada. Me costó un poco levantarme ya que estaba demasiado cómoda donde me encontraba. Tardé quince minutos, aproximadamente, antes de abandonar el calor de mi cama a regañadientes. Abajo, en la cocina, Charlie estaba preparando el desayuno.
–Buenos días, Bella –saludó, una vez crucé el marco de la cocina.
–Bueno días –respondí.
Luego de que Charlie se hubiese marchado, bastante apurado, me límite a desayunar en silencio mientras observaba la cocina detenidamente.
Todo el tiempo que había pasado en la Push había hecho que abandonara un montón de tareas en casa y decidí ponerme manos a la obra. Quería hacer algo que le facilitara las cosas a Charlie, quizás lograba que se sintiera mejor si regresaba a una casa que estaba limpia y en orden. Empecé con el baño, que era lo que mostraba más señales de abandono.
Estaba sumergida en detergente hasta los codos y restregaba el fondo de la bañera cuando sonó el timbre de la puerta.
–¡Ya voy! –grité en dirección a la puerta principal al tiempo que me levantaba y me dirigía a toda prisa al lavado para enjuagarme los brazos. Tenía la leve sospecha de quién podría ser y eso fue suficiente para desatar un enjambre de mariposas en mi estómago. ¿Qué me estaba pasando?
Corrí a toda velocidad, sin terminar de creer lo ansiosa que me encontraba, mientras cuidaba el no caerme por las escaleras en el proceso. Efectivamente, en cuanto abrí la puerta principal me encontré con Jacob, quien no dudó en regalarme una sonrisa a modo de saludo.
–Hola –dijo despreocupado, mientras me rodeaba y entraba a la casa.
–Hola –respondí. A diferencia de él, yo no paraba de recordar lo que ocurrió, o casi ocurrió, la noche pasada.
–¿Qué hacías? –preguntó, caminando hasta la sala y despatarrándose sobre el sofá como un niño pequeño.
–Estoy limpiando. Tengo la casa un poco descuidada y pensé que haría sentir mejor a Charlie cuando llegara.
–Es una buena idea –concordó mi amigo.
–¿Y tu? –cuestioné mientras me sentaba a su lado. A pesar de los recientes nervios, estar junto a él siempre era demasiado cómodo –¿Qué hacías?
–Estuve patrullando hasta hace unos momentos.
–¡¿Estuviste patrullando toda la noche?! –pregunté escandalizada.
–Luego de lo que sucedió ayer, debemos aumentar nuestras recorridas –explicó encogiéndose de hombros –. A mi me tocó patrullar durante la noche.
–Esto es una locura, Jake –me quejé –. Debes descansar. Todos deben descansar.
–No podemos hacer eso, Bella. Existimos para proteger la tribu de los chupasangre… Y tampoco voy a dejarte desprotegida. No me importa no dormir con tal de que estés a salvo.
Un hormigueo, casi extraño me recorrió desde el cuello hasta el nacimiento del pelo. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que me había ruborizado?
–¿Qué te sucede? ¿Tienes fiebre? –preguntó Jacob al percatarse del color de mi rostro –. Eso te pasa por jugar bajo la lluvia.
–¡No estaba jugando! –me quejé poniéndome de pie –. No me había dado cuenta de que había comenzado a llover, ¿de acuerdo?
–De acuerdo –concedió él poniendo los ojos en blanco –, pero ¿estás segura de que estas bien? Estas roja.
–Estoy perfecta –le aseguré –¿Quieres que te prepare el desayuno? –Era mejor cambiar de tema.
–Eso estaría genial, gracias.
–No hay de qué –murmuré antes de girarme y dirigirme casi corriendo a la cocina.
Sabia que Jacob no se conformaría con lo que yo desayunaba, además de que seguramente no había cenado nada la noche anterior.
Tomé un paquete de pan de molde, jamón y queso de la heladera y me dispuse a prepararle todos los sándwiches que pudiera. Los coloqué en un plato y los llevé a la sala junto a una taza de café con leche.
Cuando llegué, Jacob me recibió con un leve ronquido. Se había recostado en el sofá y se había quedado profundamente dormido. Era entendible, luego de haber pasado la noche en vela.
Deje la comida sobre la mesa ratona frente al sofá, tratando de hacer el menor sonido posible y me dirigí nuevamente al baño para terminar de limpiarlo. Luego me dirigí a los cuartos. Saqué toda la ropa de cama y la cambie por otra limpia. Cuando baje más tarde, Jacob seguía dormido.
Puse ropa en el lavarropas y lo dejé funcionando mientras hacia una limpieza profunda en la cocina. Dejaría la sala para el final ya que no quería despertar a Jacob.
Me encontraba terminando de limpiar el microondas, y con eso la cocina, que se encontraba algo manchado de comida dentro, cuando sentí dos manos depositarse a ambos lados de mi cintura. Pegué un salto sorprendida y me giré para encontrarme con Jacob y su rostro somnoliento. Me recordó al Jake de antes, y eso me gusto mucho.
El plato y la taza se encontraban, ambos vacíos, sobre la mesa.
–No deberías dejarme dormir así, Bella – se quejó con un leve puchero –. Quería pasar tiempo contigo, no dormir. Para eso me iba a mi casa.
–Lo siento –me disculpé –, es que te veías bastante cansado, Jake, y no me gusta que no descanses.
–¿Terminaste de limpiar?
–Casi –respondí, muy consciente de que sus manos aun estaban aferradas a mi cadera.
–¿Quieres que te ayude? –preguntó con una sonrisa.
–No tienes que… –comencé a decir.
–Quiero ayudarte, Bella –me cortó –. Vamos, déjame ayudarte.
Soltó el agarre de mi cintura y comenzó a empujarme fuera de la cocina.
–De acuerdo.
Limpiar la casa junto a Jake fue más divertido de lo que podría haber imaginado. Ahora que había despertado aproveché para pasar la aspiradora. Fue gracioso ver a Jacob levantando cada mueble, con una sola mano, para permitirme limpiar debajo de estos. Jacob no se quedó quieto, el realmente me ayudó a limpiar, terminando con la cocina mientras yo ponía mas ropa a lavar. En media hora tuvimos todo limpio y reluciente.
Ambos nos dejamos caer sobre el sofá, conformes con nuestro trabajo. Todas las ventanas y puertas de la casa se encontraban abiertas de par en par, dejando que un aire fresco entrara y se llevara el olor a encierro y polvo que llenaba el lugar.
–Muy bien, ¿qué hacemos ahora? –cuestionó Jacob mientras tomaba la manta de punto del respaldo del sofá y me cubría el regazo con ella. Aquello trajo una extraña sensación de Deja Vú. Sabía que había vivido una situación similar antes, pero decidí no darle mucha importancia al tema, todavía no me sentía lista para traer al presente recuerdos del pasado. Aún temía que la herida reabriera, esta sin embargo parecía estar cicatrizando demasiado bien.
–Pues, no lo se ¿Quieres hacer algo de tarea?
–No traje mis cuadernos , tonta –se burló –. Además, hace semanas que no voy a clase… Y no creo regresar.
–¡No, Jacob! –exclamé rápidamente poniéndome de pie frente a él –¡No puedes dejar la escuela! ¡Prométeme que no la dejaras!
Sabía que no lo hacía en mal grado, pero no dejaría que Sam le quitara esto.
–Mira, es muy difícil con esto de la chupasangre que pueda retomar los estudios. Además, de cualquier manera eso ya no tiene importancia para mi.
No, no podía dejar que tirara sus estudios por la ventana de esa manera. De acuerdo, no era la más indicada para decir esto, puesto que me había gastado prácticamente todo el dinero que tenía guardado para la universidad, pero al menos yo terminaría la escuela y eso era lo mínimo que pedía para Jacob también.
–Prométeme que luego de… que todo el asunto de Victoria acabe volverás a estudiar. Por favor, Jake, nunca sabrás cuando pueda ser necesario. Al menos termina el instituto –le pedí, temiendo una respuesta típica suya como: “Los lobos no precisan estudiar”, o algo por el estilo.
No respondió inmediatamente, es más, parecía estarlo pensando seriamente. Entonces alzó su vista hacia mi y sonrió. Tomó una de mis manos y tiró de mi hacia él. Aquello me tomó por sorpresa y no pude evitar caer sentada sobre sus piernas.
–Prometo que realmente lo pensaré – respondió entonces, sin borrar su sonrisa.
De acuerdo, eso había sido mejor de lo que esperaba y hubiese estado muy contenta si no fuera porque en ese instante me encontraba en una posición… algo incómoda y vergonzosa. Nunca antes, a parte de Edward, había estado sentada en el regazo de un chico, mucho menos de Jacob. Podía notar perfectamente los músculos de sus piernas a través del pantalón de jean. Eran grandes y duros como piedra, pero no era desagradable. Es más, estaba bastante cómoda en este momento.
–¿Puedo hacerte una pregunta? –dijo de repente, sacándome de mis cavilaciones.
–Claro, dispara.
–Lo que ocurrió ayer, o lo que estuvo a punto de suceder si tu padre no hubiera llegado, pues… –comenzó a decir. Parecía realmente incómodo, ya que comenzó a rascarse la nuca. Y que decir de mi, creo que nunca, en toda mi vida, me había sentido tan avergonzada. Estaba segura de que mi rostro parecía un cartel de neón rojo en estos momentos. Dios, y yo que pensaba que ya no mencionaría nada al respecto –Pues, ¿Fue por el calor del momento o realmente querías que sucediera?
Dios, que la tierra me trague en este preciso instante, o que aparezca Victoria y que me asesine para no tener que pasar por esto.
Algo en mi mirada tuvo que alertar a Jacob, ya que se apresuró a decir:
–Créeme, también es vergonzoso para mi hablar asi de esto. Nunca me ha gustado alguien de esta forma antes.
–Jake, yo…
–Espera, déjame terminar. A pesar de lo mucho que me gustas y de las ganas que tengo de que me des una oportunidad, si lo que sucedió ayer fue porque te he estado presionando mucho o si fue un error, por favor dímelo. Te prometo que lo entenderé y seguiremos siendo amigos como siempre. No puedo dejar de pensar en lo que ocurrió casi todo el tiempo y estoy tratando muy fuertemente el no hacerme ilusiones al respecto. Pero ya no puedo, créeme que lo intenté, pero necesito saberlo. Sácame esta duda que me esta comiendo por completo el cerebro, Bella, por favor.
Había pensado que al menos me daría un par de días antes de sacarlo a discusión, dándome la oportunidad de pensar en cómo afrontar este tema con él. Pero a este punto no podía hacer otra cosa que decir las cosas sin dar muchas vueltas, directo al grano. Él me pedía sinceridad y era lo mínimo que podía darle si pretendía mantenerlo a mi lado.
–Jacob, yo… –comencé indecisa –. Aún me duele. Todo lo que ocurrió con… él me ha dejado una herida que tal vez no termine de sanar nunca. Tengo que ser honesta contigo, creo que mereces a alguien mejor que yo. Alguien que te devuelva el amor que le des con creces y no estoy muy segura de que yo pueda hacerlo. Pero soy egoísta, Jake, y por más que sé muy bien que tal vez no te corresponda al cien por ciento, ya no se si podría vivir sin ti a mi lado.
»Te quiero, realmente lo hago, y por eso estoy preocupada de que nunca pueda llegar a quererte como lo hice con él. Y eso me mata, porque realmente quiero amarte. Pero si tu me das la oportunidad, yo te prometo que voy a quererte con todo lo que tengo, con cada pieza rota, aunque mereces mucho más que eso.
Me fue imposible evitar que las lágrimas brotaran mientras absurdamente me declaraba a Jacob. Lo que me sorprendió fue que él no se quedó atrás. Si bien no lloraba, como yo, sus ojos estaban anegados en lágrimas y mantenía una tonta sonrisa en el rostro, que amenazaba con romperle la quijada.
–Bella… –su voz se quebró y tuvo que respirar hondo un par de veces para calmar su emoción –Bella, yo no quiero que me quieras de la misma manera que lo quieres a él, porque yo no soy él. Y francamente no quiero serlo –agregó esto último con una mueca de asco, haciéndome sonreír entre lágrimas.
Tomó con sus manotas mi cabeza y me acercó a él. Beso mis ojos y mejillas hasta que ya no hubo rastro alguno de lágrimas. Un suspiro de satisfacción se escapó de mis labios. Le quería tanto.
–No necesitas ser egoísta, Bella, porque yo no pienso irme de tu lado. Siempre estaré contigo, incluso si luego tu ya no me quieres junto a ti. Y ya que tu prometiste que ibas a quererme con todo lo que tenías, yo también te haré una promesa a ti. Te prometo que daré todo de mi para sanar tus heridas. Y tu me amarás –afirmó al final –, incluso más que a él.
–Eso… Eso quiere decir…
El rostro de Jacob se acercó nuevamente al mío, tanto que nuestros labios se rozaban.
–Cariño, por más rota que digas estar por dentro, siempre voy a elegirte por sobre las demás. Así que, ¿me das la oportunidad de demostrártelo?
Hacia tanto que no me sentía tan emocionada.
–Solo con una condición –pedí, pegando nuestras frentes.
–¿Cuál?
–Que en cuanto todo esto termine, volverás a estudiar y terminaras la escuela aunque sea.
–Trato –asintió y un segundo más tarde tenía sus labios moviéndose suavemente sobre los míos.

Luna Nueva - Jacob & BellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora