SIN MIRAR ATRÁS

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Había esperado el comienzo de clases desde mediados de las vacaciones de Pascua, y es que cuando te encuentras la gran mayoría de los días sola, vagando por una playa que ya te sabes de memoria y muriendo de los nervios a la espera de que tu mejor amigo regrese sano y salvo, junto al resto de su manada… Pues empiezas a desear un poco de distracciones, inclusive si esta se trata de la escuela.
Eso era lo que esperaba, hasta el regreso de Edward. La idea de volver a verlo de la noche a la mañana recorriendo los pasillos de la escuela, compartiendo clases. Oh, por dios, es cierto. Compartimos la gran mayoría de las clases.
Quién lo diría. Lo que a principio de año me pareció la mejor idea de todas, hoy por hoy no me parecía tan buena. Y ni se hable de Jacob. La idea de Edward Cullen tan cerca de mi lo tenía trastornado.
El último día de vacaciones tenía a Jacob en casa paseándose de un lugar a otro de la cocina, mientras yo me encargaba de la cena de Charlie: Pasta.
Mientras me encargaba de la salsa oía a Jacob y su monólogo.
–… y aún no puedo creer que ese imbécil se haya atrevido a volver con su familia, ¡y después de todo lo que te hizo! ¡No tiene cara!
–Ajah…
–… Porque no tiene ni idea de todo lo que tuviste que pasar durante todos estos meses ¡Estoy seguro de que ni siquiera le importa!
–Seguro…
–… Pero regresa como si nada hubiera ocurrido, esperando que vuelvas corriendo hacia él ¡Que se muera!
–Claro…
–… Ahora estás conmigo y voy a encargarme de hacerte feliz y de protegerte –siguió con total convicción, arrancándome una sonrisa por sus dulces palabras–. Tu ya no lo necesitas, ¿verdad Bella?
–¿Bella? –preguntó cuando no recibió mi respuesta, enfocando mi rostro por primera vez desde que comenzó con su mar de quejas.
–Que extraño, Charlie aún no regresa –dije sin prestarle atención y enfocando la vista en la ventana de la cocina.
A esta hora mi padre ya debería encontrarse aquí, y con todo lo que venía ocurriendo con Victoria no podía hacer más que ponerme nerviosa ante cualquier cosa.
–Esta algo lejos aún, pero puedo oír su coche. Viene en camino –aseguró Jake.
–Menos mal –murmuré aliviada.
–¿Entonces?
–¿Entonces qué?
–¿No estabas prestado atención a mis palabras? –preguntó ofendido.
–Jake, déjalo. El que te quejes una y mil veces no va a hacer que Edward desaparezca o que no vaya a clases. Créeme, yo tampoco estoy feliz.
–Si, de acuerdo. Lo lamento. Se que me estoy comportando como un imbécil, pero es que él saca lo peor de mi.
–De acuerdo, dejemos este tema –pedí–, Charlie esta por llegar ¿Quieres quedarte a cenar con nosotros antes de irte a patrullar?
Me sonrió de forma tierna antes de avanzar hasta mi y rodearme con sus enormes brazos.
Mi corazón comenzó a latir desbocado por la cercanía de nuestros cuerpos, esto venia ocurriendo desde la noche que habíamos pasado juntos y me sorprendía siempre por la forma tan rápida en la que parecía que estaba cayendo enamorada de mi mejor amigo. Porque si, sabía perfectamente que eso era lo que estaba ocurriendo.
–Me encantaría quedarme con ustedes –susurró él en mi oído, enviando oleadas de fuego líquido a través de mis venas.
–De… De acuerdo… –solo pude decir antes de oír al coche patrulla en la entrada.
Ambos salimos a recibir a Charlie, quien aceptó que Jake se quedara con una gran sonrisa y un abrazo fraternal. Me alegraba que él aceptara a Jacob así sin más. Era más fácil lidiar con Charlie ahora, que cuando estaba con Edward.
Ambos, Charlie y Jacob, se quedaron en la sala mirando un partido de fútbol mientras yo terminaba con la cena. Se podían oír las quejas, los gritos y las bromas por toda la casa.
Llevé los platos a la sala y los tres cenamos mientras observamos la televisión. En realidad yo solo miraba a los jugadores correr y pasarse el balón, pero me era muy gracioso escuchar a mi padre y a Jake haciéndose bromas por lo que varias veces me encontré riendo por sus comentarios.
Descubrí a Charlie observándonos atentamente más de una vez, y fue sorprendente descubrir con el apreció y cariño que miraba a Jacob, mientras que a mi me observaba con el más absoluto alivio. Él sabía que con Jake las cosas saldrían bien.


–Gracias por la cena, estuvo estupenda –agradeció Jacob desde la puerta. Ya era hora de que tomara su turno para patrullar.
Charlie nos había dejado solos con la excusa de que estaba muy cansado y se fue a su habitación a dormir.
–No debes agradecer –respondí avergonzada.
Nos quedamos en silencio unos minutos, antes de que él me atrajera a sus brazos cálidos.
–Estoy muy feliz de que estemos juntos, no importa los momentos incómodos, ni los vampiros que quieran apartarte de mi. Aún así estoy muy feliz de tenerte.
No supe que responder a eso. Si, estaba feliz de estar con él también, pero era tan vergonzoso decirlo en voz alta… No, mejor no.
–Bien –continuó como si nada, depositando un beso en mi frente antes de alejarse nuevamente–, es hora de que me vaya.
–Por favor, ten cuidado –pedí, poniéndome alerta casi de forma inmediata.
–Bella, no te preocupes. Nada me va a pasar, ¿de acuerdo?
–Si.
–Bien –asintió.
Se alejó tan solo uno poco, para observarme desde toda su altura y luego bajo su cabeza lentamente hasta mi rostro, deteniéndose a escasos centímetros de mi. Mi cuerpo reaccionó por si solo y posé mis manos en su pecho, para inclinarme hacia arriba en puntas de pie y rozar mis labios con los suyos.
Un solo roce fue suficiente para que Jake inclinara mas la cabeza e hiciera mas profundo el beso. Fue intenso, pero demasiado corto. Más pronto de lo que quería el separó, con las mejillas ardiendo y los labios hinchados. Yo debía estar de la misma manera.
–Debo irme– suspiró alejándose un paso de mi. Tenía el leve presentimiento de que lo hacía en contra de su voluntad.
–De acuerdo –asentí sin aliento.
Y sin otra palabra de por medio Jacob se perdió en la noche sin dejar rastros.


No había otro tema del que hablar que no sea el regreso de los Cullen.
Cada persona que me cruzaba en el pasillo hablaba sobre ello, y lo más incómodo era que venían a preguntarme la razón por la que estaban de regreso. Lo único que podía responderles era una verdad a medias: No lo sabía. No sabía lo que ellos estaban haciendo realmente aquí, si no contamos el hecho de Edward diciendo que había vuelto por mi.
Había tenido la suerte de no cruzarme con ellos durante mi camino hacía la primer clase. No tenía problemas con Alice o Jasper, a pesar de lo ocurrido, pero eso solo haría que Edward en algún momento también se acercara y eso no era algo que quería. Pero supe que no tenía tanta suerte cuando descubrí al mismísimo Edward Cullen en el pasillo, a unos metros de la puerta del salón de matemáticas.
Sonrió cordialmente, y tras un par de zancadas estuvo parado a mi lado.
–Buenos días, Bella –saludó.
Tuve que detener mi paso. Me había acostumbrado tanto en tan solo unos meses en verlo solo en mis alucinaciones, que por un momento pensé que estaba teniendo una en medio del instituto.
«No, es el de verdad».
–Hola, Edward.
Intenté seguir mi camino hacia la clase sola, pero era obvio que eso no iba a ocurrir.
–Supe que has mejorado bastante en las clases de matemáticas. El señor Varner no para de pensar que ahora que he vuelto vas a dejar de prestar atención a su clase y tus notas bajarán.
–Eso no va a ocurrir –comenté, deteniéndome en la puerta del aula. El señor Varner aún no había llegado por lo que aún tenía algo de tiempo.
Me giré sobre mis talones y lo enfrenté. Tuve que echarme hacia atrás un par de pasos, estaba más cerca de mi de lo que pensaba y me dejó algo descolocada. No lo entendía, se había ido de la ciudad para mantenerse lejos de mi, para mantener a su familia a salvo ¿Por qué volvía? ¿Por qué quería estar cerca de nuevo?
Carraspeé y sacudí mi cabeza en un intento por aclarar las ideas.
–Edward ¿Qué estas haciendo?
–¿A que te refieres? –preguntó frunciendo el ceño.
–¿Qué estas haciendo aquí? –suspiré. Estaba mareada y cansada de sus constantes cambios.
–¿No es obvio, Bella? –una leve sonrisa apareció en la comisura de sus labios –Vine a estudiar.
Negué automáticamente.
–Sabes a lo que me refiero.
Su sonrisa desapareció tan rápido como vino.
–Te lo dije, vine porque no soportaba estar más tiempo lejos de ti.
No lo entendía, o yo era más estúpida de lo que pensaba o él estaba jugando conmigo.
–Creí que eso era justamente lo que querías.
Hizo una mueca con su boca, molesto. Genial, ahora estaba molesto.
–¿Tenemos que hablar de esto en el medio del instituto? –cuestionó mirando a los lados.
No me había dado cuenta hasta ese momento que varios alumnos hacían su camino por los pasillos sin dejar de observarnos, otros simplemente se detenían para prestar más atención a nuestra conversación. Había olvidado lo que sentía ser el centro de atención.
–No, no tenemos –respondí, llamando su atención hacia mi de nuevo. Como él, no quería que el resto se enterara de cosas que no debía, además de que nada de lo que pudiese decir me convencería de que había vuelto por mi.
Me alejé un paso de él, terminando nuestra pequeña charla, dispuesta a entrar a mi clase pero su voz me detuvo.
–Bella, ¿podemos hablar más tarde? Realmente necesito que entiendas…
–No hay nada que entender. Jacob viene a buscarme cuando terminen las clases, así que no creo que podamos hablar.
Todo rastro de dulzura o culpa en su rostro, en un intento por convencerme de sus palabras, desapareció. En otro tiempo su expresión me habría asustado, pero ahora con otro vampiro psicópata tras de mi y de Charlie, y el descubrimiento de que los hombres lobo eran otros monstruos de leyenda que realmente existían. Bueno, su expresión tenía el mismo efecto que el de mi madre cuando hacia sus berrinches para lograr que hiciera algo que no quería. Nulo.
–Te estas poniendo en peligro acercándote a esos… perros. Tienes que alejarte.
De acuerdo, eso me irritó. El debería ser la última persona en decirme algo como esto.
–Creo que estoy bastante segura de saber de quién debo alejarme y de quien no.
Su ceño se frunció más si era posible, y estaba a punto de contestar cuando una voz detrás de nosotros llamó mi atención.
–Señorita Swan, la clase esta a punto de comenzar –llamó el señor Varner, lanzándonos una mirada acusatoria.
Sin esperar más entré al salón después del señor Varner sin mirar atrás. Para cuanto tomé asiento, el lugar en la entrada que había estado ocupado por Edward estaba vacío.
Pude sentir la mirada de Jessica del otro lado de la habitación. No me giré hacía ella en toda la clase.

Luna Nueva - Jacob & BellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora