REENCUENTRO

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–¡Ya era hora! –se quejó Jared en cuanto abandonamos la vivienda de los Black –. Linda ropa, Bella. Perfecta para una excursión al bosque.
Había vuelto a mi vestido y zapatos negros. No era el mejor atuendo para caminar por los bosques, ciertamente, pero era lo que tenía y me negaba a ir con la ropa de Jake puesta.
–Deja de molestarla y dime donde se encuentra Sam –dijo Jacob, golpeando al otro chico en el brazo con cara de pocos amigos. Aún no parecía agradarle la idea de encontrarnos con los Cullen.
–Están cerca del límite de nuestro territorio. Esperan por nosotros.
De la nada, ambos chicos se giraron hacía mi para observarme de manera extraña.
–¿Qué ocurre? –pregunté.
–Tardaremos décadas en llegar allí andando –comentó Jared, dirigiendo su mirada extraña hacía Jake. Este último se quedó en silencio, pensativo.
Ah, claro. Yo no poseía la misma capacidad de los lobos, y vampiros, para correr por el bosque a la velocidad de la luz.
–Espéranos aquí –ordenó Jacob entonces, haciéndole señas a Jared para que lo siguiese al bosque.
–Amigo, te lo dije. Sam ordenó…
–¡Ya lo sé! No vamos a dejarla –explicó mientras comenzaba a caminar hacia los árboles–. Iremos al bosque, cambiáremos y yo llevaré a Bella donde se encuentran los demás.
Jared me observó dos segundos y luego simplemente se encogió de hombros, como diciendo: “No es mala idea”, antes de seguir a Jacob y desaparecer tras los primeros árboles que rodeaban la casa de los Black.
Me quedé allí, sola, por un minuto o dos, tal vez solo fueron un par de segundos, hasta que el enorme hocico de un lobo rojizo, que identifique con Jacob, se asomó en la linde del bosque y me hizo señas con su cabeza para que me acercara. Me aguardaba en un sendero entre los árboles, solo. Asumí que Jared se nos había adelantado.
Jake se recostó en el suelo, a la espera de que me montara en su lomo. Aún no estaba convencida al cien por cien de esto, pero por otro lado, no creía que fuese muy diferente a aquella vez que Edward me había llevado sobre su espalda a través del bosque.
«Muy bien, debo olvidarme de Edward y definitivamente, dejar de compararlo con Jacob. Ellos son completamente diferentes, comenzando por el hecho de que uno es un vampiro y el otro un hombre lobo», me dije antes de acercarme a Jake y comenzar a escalarlo hasta posicionarme en sus omóplatos. Cinco minutos después, estuve bien acomodada y sujeta a su espeso pelaje, el lobo se levantó en sus cuatro patas y comenzó a andar tranquilamente en el bosque. Un minuto más tarde pasó a ser un ligero trote y al siguiente volábamos por el entre los árboles. Estos pasaban por nuestro lado en forma de manchas de color verde y marrón. Tuve que aferrarme a Jacob más fuerte para evitar caer mientras este galopaba.  Anduvimos de esa manera por varios minutos, mientras una sensación nostálgica se apoderaba de mi pecho ¿Cuánto había pasado desde la última vez que había volado por el bosque de aquella manera? Se sentía como si hubieran sido décadas. La sensación aún me agradaba, por no que me sujete aún más fuerte de Jake, tanto que mis manos dolían, y me recosté entre sus omóplatos admirando aquel paisaje desdibujado que había extrañado tanto.
Nos detuvimos en un pequeño claro, donde otros seis lobos esperaban junto a Sam en su forma humana. Este último me ayudó a desmontarme del lomo de Jacob, en cuanto el lobo se hecho al suelo de la misma manera que lo había hecho para ayudarme a subir.
–Lamento haberte hecho venir hasta aquí, Bella, pero era necesario –se disculpó el Quileute en cuanto mis pies tocaron tierra.
–No te preocupes, Sam. Ayudaré en lo que sea necesario –dije, distrayéndome con los lobos a mi alrededor y de sus diferentes matices.
Hasta ahora, nunca había estado tan cerca de ellos. Podría tocarlos con solo estirar mi mano, tal vez incluso no les importara que lo hiciese. Fue entonces que me percaté que había más lobos de lo que esperaba. Deberían ser cuatro, sin contar a Sam: Jacob, Paul, Embry y Jared. Sin embargo había tres lobos a parte de ellos. Estaba a punto de preguntar cuando Sam habló:
–Debemos apresurarnos, los Cullen ya están aquí –anunció. Estaba segura de que había hablado exclusivamente por mi, el resto de la manada, al igual que él, debieron haber notado su llegada, excepto yo–. Bella, mantente siempre al lado de Jacob y no te separes.
–No lo haré.
No me agradaba la idea, quería abrazar a Alice en cuanto la viese. Pero también estaría Edward allí y quería mantenerlo alejado, al igual que los recuerdos.
Sam comenzó a avanzar hacia el norte, siendo la cabeza del grupo, Jacob y yo íbamos detrás y a nuestro alrededor se encontraba el resto. Parecían un muro de contención y yo me encontraba en el centro de este. Era imposible que temieran que los Cullen me dañaran… O tal vez, no era por ellos. Victoria aún no había sido capturada y seguía rondando por los bosques a la espera de poder acercarse lo suficiente a mi, para matarme.
Los siguientes cinco minutos, transcurrieron en el más completo silencio, sin contar mis pisadas, mientras en mi mente el pánico de que Victoria nos encontrara aumentaba a cada segundo.
No oír las pisadas de Sam no me sorprendía, puesto que había sido testigo de lo silencioso que podía llegar a ser Jacob en su forma humana ¿Pero como lobos? Lo único que me aseguraba que Jake aún se encontraba a mi lado era mi mano sujeta a su áspero pelaje, para no tropezar y caer, luego de eso no había otro sonido que lo delatara. Y que decir de los otros, varias veces tuve que girarme hacia ellos para asegurarme de que seguían a nuestro alrededor.
¿Cómo era posible que con su tamaño fueran incluso más silenciosos que yo? Bueno, como diría Jake: “Es cosa de lobos”.
Cuando menos lo esperaba llegamos a otro claro, este era mas amplio que el anterior y no estaba desocupado.
–Soy Sam Uley, líder de la manada –anunció el chico delante de mi. Del lado opuesto del claro, seis pares de ojos me miraban con fijeza y asombro.
Traté de evitar sus ojos, que me observaban atónitos, negros como el carbón, un indicativo de que no se había alimentado por un tiempo, lo cual me tomó por…
«No, no debo mirarlo», me ordené.
Mis ojos se trasladaron a Carlisle, quien había dado un paso al frente de la línea que conformaba su familia.
–Mi nombre es Carlisle C…
–¿Por qué ella se encuentra aquí?
Su repentina interrupción me obligó a volver a observarlo. Se había adelantado, quedando a un lado de su padre, alternando miradas entre Sam y yo con los ojos desorbitados.
Su rostro se encontraba mas pálido de lo normal, las marcas oscuras alrededor de sus ojos lo hacían ver casi enfermo, claro que para ellos eso era imposible. Y por supuesto, él no me quería cerca.
–Edward –murmuró Carlisle, reprendiéndolo.
–Ella está con nosotros –dijo Sam, sin despegar la mirada del patriarca de la familia Cullen–. Bella ha descubierto nuestra existencia y hemos estado protegiéndola de una chupasangre bastante insistente con querer matarla.
–¿Una? –cuestionó Alice confundida. Mis ojos no pudieron evitar anegarse en lágrimas, no había cambiado nada desde la última vez que la vi. «Como si nunca hubiese existido»–. Yo… en ningún momento vi que Bella estuviese en peligro.
Aquellas palabras tomaron por sorpresa a más de uno. El que Alice no haya sido capaz de ver a Victoria solo podía significar algo malo.
–Bella la conoce –continuó Sam, ignorando a la pequeña vampira–, dijo que estaba aquí en busca de venganza. Su nombre era Victoria.
–¡¿Victoria?! –dijeron los Cullen al unísono.
–Eso… es… imposible –Edward parecía haberse atragantando con algo al hablar, mientras comenzaba a caminar de un lado al otro–. Eh estado persiguiéndola todos estos meses.
–Pues parece que has estado persiguiendo a la chupasangre equivocada, porque durante todos estos meses lo único que se ha interpuesto entre Bella y esa pelirroja hemos sido nosotros –comentó Sam, dirigiéndose a Edward por primera vez, con una sonrisa burlona.
Oh, oh.
Edward profirió un gruñido bajo que se oyó hasta lo más profundo del bosque. Los siete lobos no tardaron en dar su respuesta, mostrando los dientes y posicionándose para atacar. Incluso Sam, cuyo cuerpo había comenzado a temblar a la espera del cambio. Esto tampoco pareció haber pasado desapercibido por los Cullen, más específicamente Emmett y Jasper, quienes se adelantaron junto a su padre y hermano. Sus gruñidos bajos no tardaron en unirse a los de Edward.
–Bella –su voz llamó mi atención, despegando mi vista de sus dos hermanos adoptivos. Su mirada oscura estaba fija en el lobo que aún sujetaba a mi lado, mientras este otro comenzó a gruñirle en cuanto oyó mi nombre salir de sus labios–, aléjate despacio y camina hacia mi.
¿Qué?
Los gruñidos de Jacob aumentaron, mientras daba un paso y me ocultaba levemente de la vista del vampiro.
–Bella –llamó nuevamente Edward, ¿o debería decir ordenar?, sin apartar la vista de Jacob.
–No.
Aquella palabra salió más fácil de lo que había pensado, y había dejado a los siete vampiros estupefactos.
–¿No? –murmuró Edward sorprendido.
–No me apartaré de ellos, no van a hacerme daño.
–¿Y que te hace pensar eso? ¡Son lobos, Bella! ¡Son peligrosos!
–No. No me harán daño por el simple hecho de que uno de ellos es mi mejor amigo… y mi pareja.
Jacob se paró más erguido sobre sus cuatro patas y, como afirmando mis palabras, me ocultó completamente detrás de su cuerpo, pero no antes de poder ver la reacción del rostro de Edward, reacción que no esperaba de alguien que decía no amarme. Luego solo podía ver la pelambrera de Jake delante de mis ojos, pero aun así pude oír la respuesta del otro lado del claro.
–¿Qué?

Luna Nueva - Jacob & BellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora