FUNERAL

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Charlie casi parecía un extraño cuando bajó las escaleras una hora antes del amanecer, vistiendo un traje viejo que nunca le había visto antes. La chaqueta le colgaba abierta; supuse que le estaba demasiado estrecha para poder abrocharse los botones. La corbata era un poco más ancha de lo que se llevaba ahora. De igual forma, él no era el único en usar prendas viejas. La noche anterior, luego de que Jacob se marchara, en un intento por decidir cual de mi ropa era la más adecuada para asistir a un funeral, encontré oculto en el fundo de mi armario el vestido que había usado hace unos años para el funeral de la abuela. Aún me quedaba, aunque ya no me cubría tanto las piernas como antes.
Para cuando él bajó ya me encontraba preparando el desayuno. Se paralizó en cuanto me vio allí, movilizándome por la cocina.
–¿Bella?
–Buenos días –respondí, mientras tomaba asiento frente a mi habitual tazón de cereales.
–¿Ese no es el mismo vestido que usaste para el funeral de la abuela? –preguntó aún sin moverse de su sitio junto al marco de la puerta de la cocina.
–Si, lo es. Lo encontré más apropiado que ir con un jean y una camiseta negra.
–Lo entiendo. Es solo… Ha pasado un tiempo desde que te vi tan bonita.
–Gracias –murmuré por lo bajo, mientras Charlie al fin tomaba asiento frente a mi y daba un sorbo a su taza de café humeante.


El camino hacia la reserva Quileute fue tranquilo y silencioso. Charlie había comentado antes de salir algo sobre que el vestido era más corto de lo que recordaba, pero lo deje pasar. No tenía ánimos para cambiarme y tampoco tenía las ganas de hacerlo, además de que no tenia una segunda opción que vestir a parte de los jeans y la camiseta que le había mencionado antes.
En el camino hacia la casa de los Clearwater volvieron a mi mente los sucesos de la tarde anterior, incluso podía recordarlos como si estuviesen sucediendo en aquel mismísimo momento. Los besos, las caricias, los ojos de Jake fijos en los míos, la forma en la que se despidió en la puerta con un beso en mi frente, uno casto en mis labios y la promesa de que nos veríamos hoy durante el funeral. La verdad era que me encontraba un poco apenada de que Jacob importara más que estar con mi padre en su despedida a su gran amigo. Me sentía egoísta, además de sorprendida de como las cosas entre Jake y yo habían avanzado tan rápido en tan solo una tarde. Con él todo se desarrollaba fácil y natural, como respirar. No me sorprendería que un día despertara con la revelación de que me había enamorado de él, y la verdad era que esta facilidad por quererlo me traía paz y la esperanza de que algún día el recuerdo de Edward seria eso, un recuerdo. Triste, y tal vez un poco doloroso, pero un recuerdo al fin. La idea de alejarme de Jacob ya comenzaba a sonarme imposible y dolorosa. Él se había metido bajo mi piel, de la misma forma que, él me juró la tarde de ayer, yo me había metido bajo la suya.
La casa de los Clearwater era como toda edificación de la reserva, una construcción de madera relativamente pequeña de dos plantas sobre una gran extensión de tierra en la linde del bosque. Esta era de un color celeste desvalido, que en su momento fue de un brillante celeste cielo. El techo a dos aguas, haciendo contraste, era de un azul oscuro. En fin, la casa daba la ilusión de ser un pedacito de cielo en la tierra, algo que destacaba teniendo en cuenta que la mayoría de los días aquí eran lluviosos o estaban encapotados.
El terreno libre que hacia de patio frente a la casa estaba atestado de automóviles. Charlie estacionó el coche patrulla en el primer hueco libre que encontró.
Mientras hacíamos nuestro camino hacia la puerta principal la misma se abrió dejando a la vista a un Jacob como nunca lo había visto antes. Lucía una camisa negra, arremangada por encima de los codos, unos jeans oscuros y un par de zapatos que nunca antes le había visto puestos. Era tan extraño volver a ver a Jacob en pantalones nuevamente, me había acostumbrado al Jake con bermudas y con el pecho descubierto.
Demasiado tarde fui consciente de mi descarado escrutinio. Charlie ya se encontraba lanzándonos miradas extrañas alternativamente, porque Jacob tampoco ocultaba su evaluación sobre mi, mientras hacía su camino hasta nosotros.
–Bella, ¿hay algo que deba saber? –cuestionó mi padre, con su mirada fija en el chico sonriente que venía hacia nosotros, que a su vez tenia la mirada fija en mi.
–Eh…
Pero antes de que pudiese ordenarle a mi cerebro que diera una excusa creíble Jacob ya se encontraba justo frente a mi, quien no se atemorizó en lo más mínimo y fue capaz de entrelazar su mano en la mía justo frente a los ojos de mi progenitor.
–Hola, Charlie.
–Hola, Jake –respondió mi padre con una débil sonrisa. Dirigió su mirada hacia mi por un segundo, un segundo en el que comprendí que esto no iría por un buen camino, antes de posarlos nuevamente en Jacob –. Justo le acababa de hacer una pregunta a Bella, tal vez tu me la puedas responder.
–Papá… –intente detenerlo.
–¿Cuál? –me interrumpió Jake sin borrar su sonrisa. Estaba claro que me habían dejado fuera de la conversación.
–Le estaba preguntando si había algo aquí… –dijo Charlie, haciendo una pausa para señalar con su cabeza nuestras manos entrelazadas –que deba saber ¿Tu que dices?
–Por supuesto que lo hay –concordó el chico frente a mi –. Quería decírselos a papá y a ti luego del funeral de Harry, pero la verdad es que Bella y yo hemos empezado a salir.
Los ojos de Charlie se salieron de sus órbitas y su boca se entreabrió, producto de su sorpresa. A estas alturas no sabía como reaccionaría, después de todo había salido de una relación hace un par de meses, y no de la mejor manera. Imaginen mi sorpresa cuando Charlie soltó una leve carcajada y palmeó el hombro de Jacob amistosamente.
–Bueno, debería oponerme a que Bella se embarque en otro noviazgo tan pronto, y viendo como resultó el último, pero teniendo en cuenta que tu estuviste para ella en todo momento y que te conozco desde que usabas pañales pues… Me alegro por ustedes, chicos.
Y dicho eso se encaminó hacia el interior de la casa, dejándonos parados allí y sin borrar la sonrisa de su rostro. Quedaba bastante claro que él prefería a Jacob por sobre los demás chicos.
–Bueno, fue más fácil de lo que imaginé –comentó Jake, sin apartar la vista de la espalda de Charlie hasta que este se perdió dentro la edificación de madera.
–Por alguna razón sabía que esto sucedería –dije, llamando su atención –, después de todo eres el hijo de su mejor amigo. Te conoce, sabe que no eres malo y que no me harás daño.
Una sonrisa, que amenazaba con romper su quijada, se hizo presente en su rostro, mientras giraba su robusto cuerpo para quedar frente a mi y posaba sus manos a ambos lados de mi rostro.
–Nunca te haría daño, Bella –afirmó él, encogiéndose para acercar su rostro al mío y rosar nuestros labios levemente antes de hacer más presión. El calor se encendió en mi cuerpo, desde la punta de mis pies hasta las puntas de cada hebra de cabello. Era como arder en una hoguera, pero sin dolor, y definitivamente mucho más placentero. Solo Jacob, siendo como es, tan cálido y amable, podía hacerme sentir de esta manera. La presión de sus labios despareció, más pronto de lo que hubiese deseado y sus ojos, más opacos de lo que los había visto nunca, volvieron a posarse en los míos –. Eres la persona más importante que he tenido nunca.
Nuestros rostros aún se encontraban bastante cerca, nuestras respiraciones se entremezclaban y nuestras narices se rozaban entre si.
Me había desconectado tanto del resto del mundo que no fui consciente de que alguien se encontraba cerca hasta que se aclaró la garganta. Automáticamente Jacob giró la cabeza, en dirección a quien originó el sonido, sin despegarse un solo centímetro de mi. Mi mirada lo siguió en la misma dirección segundos después, solo para encontrarme con la manada. Todos, a excepción de Sam, nos miraban con una sonrisa burlona en su rostro. No me sorprendí por la oleada de calor que arrasó mis mejillas, después de todo el hecho de saber que seguramente todos ellos nos habían visto era bastante bochornoso.
–Oigan, chicos, estás no son horas para ponerse tan fogosos ¿Qué pasaría si algún niño los ve?
–Púdrete, Paul –dijo Jacob sin rencor alguno. Es más, su sonrisa resplandecía como el mismo sol. Era imposible no quedarse mirándolo cuando parecía tan feliz, de la misma manera que era casi imposible imaginar que esa felicidad se debía a mi.
–Nosotros volveremos a patrullar los bosques –intervino Sam, cortando las burlas de los demás –. Jake, tu turno comienza al atardecer. No llegues tarde.
–Lo prometo.
Los ojos de Sam se encontraron con los míos. Esta vez una débil sonrisa se hizo presente en sus labios.
–Me alegro de que estén juntos. Eres parte de nuestra familia ahora, Bella. Sabes que eres más que bienvenida.
–Lo se –dije, correspondiendo su sonrisa con otra de mi parte. Les debía mucho, ellos habían evitado que estuviese muerta ahora mismo –. Gracias, Sam.
Con un asentimiento de cabeza se alejó hacia los bosques, seguido por los tres chicos restantes. Un segundo más tarde ya nos encontrábamos solos nuevamente.
–Creo que no te lo he dicho aún, pero estás muy hermosa –comentó Jacob captando mi atención.
–Gracias –murmuré avergonzada –. Tu tampoco te ves mal.
Él lanzó una risa ahogada.
–Sinceramente, ya he perdido la costumbre de llevar tanta ropa encima. Es algo incómodo, no entiendo como la gente puede llevar puesta tanta ropa.
–Te recuerdo que vestías así hace menos de un año –dije con una sonrisa –. Además, las personas normalmente no tenemos una temperatura corporal que sobrepasa los cincuenta grados, por lo que necesitamos de ropa para mantenernos calientes.
–Ya lo sé, Bella. Solo bromeaba –se quejó Jacob, rodando lo ojos y depositando uno de sus fornidos brazos sobre mis hombros, haciéndome avanzar junto a él en dirección a la casa.
Dentro apenas y se podía respirar, había demasiada gente y era un poco molesto intentar avanzar mientras eras el blanco de codazos y pisotones por doquier. Jacob no parecía sufrir la misma suerte. Él destacaba sobre los demás, llamando la atención, además de que era fuerte y capaz de apartar a cualquiera que estuviera en su camino. Me tomó por sorpresa cuando se colocó frente a mi y comenzó a avanzar tranquilamente, creando un sendero fácil de seguir y libre de golpes y empujones inesperados. De esa manera, fue sencillo llegar hasta Charlie, quien se encontraba sentado sobre un sofá de dos cuerpos junto a una demacrada Sue Clearwater y un sombrío Billy.
Ninguno de los tres pareció darse cuenta de nuestra presencia hasta que Jacob se paró frente a ellos y posó una mano sobre el hombro de Sue. Ella solo atinó a sonreírle levemente antes de posar sus orbes almendrados en mi.
–Lamento mucho la perdida –fue lo único que fui capaz de decir. Pero aquello pareció ser suficiente, ya que me dedicó la misma sonrisa que a Jake, débil pero sincera.
–Gracias, Bella. Realmente agradezco que tú y Charlie estén aquí.
Yo solo asentí, sin saber realmente que responder a eso.
Las dos horas siguientes las pasamos vagando por la casa, casi siempre siendo parados por vecinos y conocidos de la comunidad Quileute que deseaban hablar con Jacob. Contaban anécdotas sobre Harry, o sólo le preguntaban donde podían encontrar a su padre o a Sue, pero la forma en la que se dirigían a él demostraba un cierto respeto que me dejó dudando de cuánta gente en la tribu sabia sobre el secreto de la manada.
Luego de un rato más andando de aquí para allá, Jake avisó a nuestros padres de que iríamos a caminar por la reserva, ya que la casa se encontraba superpoblada de gente. Ellos aceptaron, y Sue nos sonrió nuevamente.
–Muchas gracias por haber venido, chicos.
–Bella, avísame cuando quieras volver a casa y te llevaré de regreso –intervino Charlie.
–No te preocupes, papá –lo atajé –. Si quiero regresar Jake puede llevarme de regreso, ¿verdad?
–Por supuesto –respondió este encogiéndose de hombros.
–Uhmm… De acuerdo, entonces. Tengan cuidado –respondió con una mueca burlona.
Sin perder el tiempo salimos de allí y comenzamos a andar hacia la casa de los Black. Fue el momento perfecto para comenzar a maldecir el hecho de haber traído zapatos, haciendo que el trayecto se hiciera bastante incómodo.
Me encontraba bastante concentrada en no tropezar y caer, que no me di cuenta que Jacob había notado mi problema hasta que de repente un par de conocidos brazos envolvieron mis piernas y mi espalda hasta alzarme del suelo con bastante facilidad.
Él me dedicó una de sus radiantes sonrisas antes de continuar caminando como si nada. Andábamos mucho más rápido así, por lo que muy pronto divisamos la vivienda rojiza. Jacob solo me puso sobre mis pies una vez cruzamos la puerta principal.
–No tenías porque hacer eso –le rete sin sonar realmente molesta por el hecho de que me hubiese cargado, no era la primera vez.
–Lo se, pero así era más rápido –fue su respuesta.
Ambos callamos luego, sumiéndonos en un silencio algo incómodo. Ya no estaba segura de como actuar a su alrededor ¿Estaba bien que lo tratase como siempre siendo que ahora teníamos una especie de noviazgo? ¿O debía tratarlo de una forma más romántica?
–Bella –llamó el, tomando toda mi atención. Sus ojos se encontraban fijos en el suelo y desde mi posición podía notar sus mejillas enrojecidas –, se que debes estar pensando que ahora que estamos saliendo tienes que tratarme de manera diferente, o algo por el estilo. Pero no es necesario que cambies, el hecho de que seamos más que amigos ahora no cambia el hecho de que sigamos siéndolo. Puedes seguir tratándole como siempre, no me molesta en lo más mínimo.
–¿Estás seguro? –pregunté indecisa, no quería cometer ningún error con Jacob. No quería que se alejara de mi –Creí que tal vez querías que tratara, ya sabes… como mi novio.
–Trátame como tu quieras, Bella– aseguró él con una sonrisa, al fin viéndome a los ojos –. No me importa como lo hagas, siempre y cuando seas tu misma y tus sentimientos sean sinceros.
–De acuerdo –asentí, más aliviada ahora. Jacob no me obligaría a nada, él no me apresuraría a verlo y tratarlo de una manera romántica si aún no me encontraba preparada. Y la verdad era que no lo estaba, todo ocurría de forma apresurada. Necesitaba tiempo para hacerme a la idea de que Jacob ahora era algo más que mi mejor amigo, quería encontrarme cómoda con la idea y que todo lo demás viniese de una manera natural.

Luna Nueva - Jacob & BellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora