Viviendo Con Un Futbolista (James Rodríguez)

Capítulo 3.

Empezar la rutina de nuevo, no tenía ánimos de despertar a James, estaba muy enojada con el.

- James, ya hora.- entre a su habitación pero... ya no estaba.

Su cama ya estaba acomodada ¿habrá dormido aquí?

Eso era raro.

Me dirigí al cuarto de Salomé para despertarla, para encontrarme con una de mis imágenes favoritas de mi vida, James y Salomé durmiendo abrazados.

Desde que ella era bebé era tan tierno verlos dormidos, hacían los mismos gestos al dormir.

-Salome, ya es hora para el colegio.- desperté a la niña.

-Buenos días.-murmuró James.

-Buenos días.- respondí seria.

-¿Papi me puedes llevar al colegio?.- sonrió la niña, todavía seguían en la cama.

- Si princesa.- dejo un beso en su frente.- Voy a bañarme.

Ella asintió, los dos se levantaron Salomé se dirigió a su baño, mientras James se dirigía a su cuarto.

-¿Te parece justo?.- dije ya estando en si habitación.- Salomé es una niña, no puedes dejarla un día ilusionada y otro día la abrazas y listo, para el día siguiente hacer lo mismo...

- ¡Ya te pedí disculpas!.- grito.- Además tu no puedes decirme como tratar a MI hija, yo decido que hacer y como hacerlo.

De los casi cinco años que tengo viviendo con ellos, jamás me había dicho algo parecido, siempre llevábamos decisiones compartidas para Salomé, pero era cierto,por más que deseara, no era mi hija biológica, pero era lo más importante en mi vida en ese momento.

-¿Pero quien ha estado con ella? Cuando se enferma, en sus festivales,cuando no puede dormir, cuando tu te vas de viaje, por que su madre no está aquí y su padre es un maldito.- le reclame.-Salome es tan tuya como mía, yo la crie y no por tus tonterías la voy a dejar ¿entendiste?

El me miraba sin ninguna expresión.

-Esta bien.- murmuró, despegó la mirada de mi, se dirigió a su baño y se encerró en el.

Me quedé en su habitación unos minutos, cuando me enojaba bastante optaba por llorar, mi orgullo era igual que el de Salomé, no dejaba que me vieran así, limpie mis lágrimas y me dirigí a la habitación de Salo.

-¿Lista?.- sonreí.

Asintió.

-¿Tú y papi estaban peleando?.- me miró con aquellos ojitos brillantes.

Me agache a su altura.

-No pequeña, estábamos jugando,ya sabes cosas de adultos.- sonreí.- Siéntate para peinarte, hoy te haré una trenza alta.

Ella sonrió y se sentó delante de su tocador de princesa.

-Yo no quiero que tu y papá se enojen,los amo a los dos.- decía mientras ella peinaba a su muñeca.

Me quedé plasmada por lo que dijo, tantos lugares de la casa tan enorme y yo no poder reclamarle en otro lugar a James.

- No estamos enojados princesa, decidiamos quien te va a llevar a la escuela el día de hoy.- decía James en la puerta de la habitación, había escuchado.

-¡Los dos! Por favor.- decía emocionada.

- Si ¿por qué no?.- sonrió James.

- Si, sólo que desayunes rápido por que ya es tarde.- dije colocando un listón en su trenza.