En los cementerios uno nunca se siente solo, aunque lo esté.
Y aquí me pasaba a la inversa:
en medio del silencio y con la luz temprana de la mañana reciente,
me sentía solo.
No estaba solo,
pero me sentía solo,
me creía solo
y me entregué a estar un poco solo.
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Crónicas de unas vacaciones nefastas.
No FicciónMi cama, el aire a 26° y un vaso de soda grande.