Era una noche como cualquier otra, las luces en las calles parpadeaban dejando entrever toda la suciedad de la ciudad. De fondo se podian escuchar sirenas, y más allá el sonido de unos disparos.
Maria no se encontraba bien, sabía lo que eso significaba, llevaba nueve meses esperando ese momento, el mismo tiempo que hacía desde que no veía a su amor, el padre de la criatura. Para ella no era fácil, no tenía familia ni nadie quien la respaldase, solo tenia una compañera de piso que salia todas las noches a trabajar en las esquinas de la zona industrial. Por el único motivo por el que quería tener a su bebé era para poder sentir que no estaba sola en este mundo y poder continuar adelante. Sabía que habría alguien que dependería de ella, alguien que la haría sentir importante.
Llegó al hospital de urgencias, las contracciones se le aceleraban a cada minuto, los médicos la atendieron rápidamente y la llevaron a una habitación. En aquel momento Maria, solo quería dejar de existir, aunque tan sólo fuese por un instante. La enfermera entro en la habitación y la agarró fuerte por la mano mientras intentava tranquilizarla. Fue entonces cuando llegó el doctor.
-No se preocupe vamos a sacar esta bebé adelante. Ahora voy a ayudarla, usted solo empuje, haga fuerza.
Durante veinte minutos que duró el parto, Maria estuvo empujando con fuerza, hasta que con un último esfuerzo consiguió sacar la cabeza de su hijo. El doctor la aguantó en sus manos y ayudó a Maria a sacar e esa diminuta persona de su interior.
María abrió sus ojos y pudo entrever a un diminuto niño envuelto en una manta. El doctor lo sostenía entre sus brazos y no podía verlo.
-¿Es un niño? -preguntó con la voz entrecortada.
-Sí, es un niño -respondió el doctor con una sonrisa.
-Oh, será fuerte como su padre- dijo la enfermera-.
-Sí... -contestó Maria con una extraña sensación en la boca- Jacob, se llamará Jacob.El cuerpo y la mente de Maria estaban tan agotados que se desvanecieron poco después de esas palabras. Antes de poder ver el rostro de su recién nacido.
Al despertarse, continuaba estando en el hospital, pero era una habitación distinta. En las paredes habían colgados cuadros con tiernos dibujos pintados en tonos pastel. Y delante de ella aguardaba Ángela, sentada con las piernas entrecruzadas.
-Hola, -dijo con excitación- por fin te despiertas, vaya con el parto... Ya me tenías preocupada, la infermera dijo que...
-¿Y mi bebé? -preguntó Maria, interrumpiéndola.Estaba asustada, su pecho se encojía, necesitaba una respuesta inmediata.
-Está bien, -contestó- las enfermeras lo han estado cuidando mientras descansabas, se ve que te dio un chungo en cuanto diste el último empujón. ¿Sabes?, lo entiendo en mi pueblo me contaban la historia de una prima de mi primo que después de parir le dio un ataque y al hoyo...
Mientras Ángela hablaba Maria solo podia esperar impaciente a que le trajeran a su bebé. Había esperado durante nueve meses pero podia asegurar que no sería capaz de esperar nueve minutos más en aquella habitación.
De repente llamaron a la puerta y una enfermera entró en el cuarto, interrumpiendo el soliloquio de Ángela. En sus brazos, llevaba unas mantas entre las cuales sobresalía un pequeña cabecita. Era Jacob, el pequeño bebé tenía la piel rojiza y la cabeza calva, todavía no había abierto los ojos. Maria lo agarró entre sus brazos, de manera intintiva, el bebé se dirijió hasta sus senos para empezar a mamar. Maria mirava los ojos cerrados de su hijo mientras por sus mejillas corrian sus primeras lágrimas de felicidad en mucho tiempo.
-Hay no llores, tonta -dijo Ángela mientras reía.
-Es que no puedo creer que...Maria no sabía que decir, la sensación de ser madre era algo que no podia explicar, ahora tenia algo suyo, que ella lo había creado, y a pesar de que todavía no lo conocía, no se podia sentir más orgullosa de él.

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Jacob
RandomMaría es una madre soltera que acaba de tener a su hijo. Nueve meses después de que su novio desapareciese sin dar ninguna explicación. Ahora vive en un piso de alquiler con una prostituta como compañera. Pero por si en su vida no tuviese ya suficie...