Seungcheol fue la salvación de Jihoon. Alguien confiable a quien acudir cuando necesitaba transporte. Incluso tenía el número personal de Seungcheol, así ni siquiera debía comunicarse con la estación para pedirle fuera por el. No podía pedir algo mejor.

Sin embargo, había descubierto que los viajes de Cheol lo ponían nervioso pero no de miedo, de otra forma. Sabia que era. Seungcheol empezaba a gustarle. Pasados los meses, ya no solo acudía a su servicio cuando era realmente de urgencia, sino por gusto, además de una comodidad.

-Buenos días, Ji.

-Hola, Cheol.-Saludo al tiempo que le extendía un vaso del que salia una pequeña nube de vapor.-Mientras esperaba, cruce a comprar café.- En su otra mano, otro vasito reposaba.

-Eres muy dulce. Gracias, Jihoonie.-Odiaba lo llamaran asi, hasta de parte de su madre era molesto. Pero con la voz de Seungcheol y sus ojos de cachorrito feliz, no sonaba tan mal.

Jihoon sabia que no era solo un pasajero más. Incluso viajaba junto a Cheol, en el asiento del acompañante. El ambiente era agradable, familiar. Se sentía como tener un novio que fuera por él para llevarlo al trabajo. Pero ellos no eran novios. No habían tenido una cita, ni siquiera conocía la orientación sexual del pelinegro. Esto lo tenia bastante triste, más los últimos días en donde sus sentimientos eran más evidentes para si mismo. Y así, monologando en su mente, termino el recorrido. Se despidió e ingreso por las grandes puertas principales.

Esa mañana fue horrorosa. Por un inconveniente, la chica que trabajaba en la ventanilla de su sector no podía presentarse a trabajar ese día. ¿Y a quien enviaron a suplirla? Al pequeño Lee. Realmente le desagradaba el trabajo administrativo. Las personas venían enfadadas con otros profesionales y se desquitaban con uno, por eso el prefería mil veces los inertes y coloridos tubitos del laboratorio que tratar directamente con los pacientes. Pero la cosa no acabo ahí. La calefacción se averió y estaba helando ¿el no traía una chaqueta? El sistema funcionaba lento. La impresora se quedo sin papel y el no sabia como reemplazarlo. Gracias a la llamada de un compañero que tenia el día libre y bajo la mirada enfadada de las personas que querían ser atendidas, pudo resolverlo.

Un desastre. Apenas faltando veinte minutos para que su turno acabara pudo relajarse un poco, no quedaba nadie en la fila. Solo deseaba llegar pronto a casa, tomar una ducha caliente y dormir envuelto en mil mantas.

Observo sus manos. Estaban blancas y muy frías, parecían las de un muerto. Trataba de calentarlas con su aliento, luego de inútilmente intentar meterlas en los bolsillos de la chaqueta que no traía. Su celular vibro en ese momento. Con dificultad, lo tomo y dibujo su patrón. Casi que no sentía la yema de sus deditos.

Taxi boy (Cheol) 🚕

Jihoonie, olvidaste tu abrigo en el auto. Voy por ti en unos minutos 💕

Fue como una taza de chocolate caliente en medio de la nieve. Le dio fuerzas y una sensación cálida en el pecho. Una sonrisa torpe se dibujo en sus labios mientras observaba la pantalla. Se rio de si mismo cuando noto su expresión y se prepraro para irse.

Se sorprendio un poco al salir y encontrarse ya con el movil 17 estacionado esperandolo. Abrio la puerta delantera con una sonrisa.

-No sabes cuanto te agradezco traerla. Me estaba congelando, no fue un buen día.-Le dijo sin subirse, tomando la prenda del asiento delantero.

-Te llevo y me cuentas. Vamos, va por la casa.-Su típica risa que sonaba como un "jejeje" inundo el ambiente.

Y mientras subia y escuchaba el armónico sonido hacer eco en sus oídos, pensaba que lo único que le faltaba a Seungcheol era brillar, porque el chico era un sol.

Sentido común.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora