Cap 1: Alex

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El día había sido agotador. Ir de compras con Emily y sus amigos había sido tan divertido que nos dejó a todos hechos polvo.

- ¡Buf!- dijo Adam mientras se dejaba caer en el sofá.

Íbamos a pasar la noche en la casa de Danniel. Era la típica "mansión" de las películas, de esas que tienen un enorme jardín, una piscina, un gimnasio particular... ¡incluso hasta una biblioteca!

Nosotros estábamos en el salón, que no se quedaba atrás en cuanto a grandeza. El suelo era de plaqué y muy bien cuidado, así que andábamos descalzos. Había un enorme ventanal que daba a la piscina y, como no, también estaba la chimenea debajo de la enorme televisión de pantalla plana.

- ¿Compramos unas pizzas? - sugirió George a la vez que cogía el móvil.

América, Emily y él eligieron pizzas básicas (las de queso y jamón) con variedades. Sin embargo, Adam optó por la de piña, abriendo así un gran debate.

- ¿De piña? - saltó George- Eso no es una pizza.

- ¿Cómo que no lo es? Está en la lista de las mejores pizzas. ¡Es la mejor pizza de todas!- contestó Adam con cierto aire de altanería.

- ¡Venga ya! Una pizza con piña no es una pizza. ¡Puag! - se quejó América mientras ponía dos dedos en la boca, simulando que iba a potar.

- Callados ya. ¿Quién va a comerla? ¿Vosotros o yo?- contestó Adam molesto a la vez que se cruzaba de brazos, lo que nos hizo reír a todos.

Adam siempre se enfadaba cuando le criticábamoss cualquier cosa, igual que un niño pequeño. Nos encantaba picarle, pero no siempre acababa bien. Una vez George le puso una araña en la cara mientras dormía y, cuando se despertó casi le rompe un brazo; por suerte le hizo solo un esguince.

Cuando llegaron las pizzas, me ofrecí a pagarlas. Me levanté del sofá y fui hacia la puerta. Entonces alguien me agarró del hombro y me detuvo.

- Deja, las pago yo- respondió Danniel y me guiñó un ojo. ¿En serio acaba de guiñarme un ojo?

- No, déjame a mí. Ayer fue mi cumple, así que yo invito. - contesté decidido.

Finalmente, accedió.

Saqué la cartera del bolsillo dispuesto a pagar. Pero, absurdamente, no tenía suficiente dinero. ¡Mierda!

- Vaya, ¿sin blanca?- dijo con una sonrisa de burla. Claro, el niño rico siempre tiene dinero.

Acabó pagando lo que faltaba y tras cerrar la puerta, no aguantó más y estalló en carcajadas. Me puse rojo por la vergüenza. ¡Qué situación más incómoda!

- Perdón por eso- murmuré avergonzado.

- No pasa nada. Vamos con el resto- respondió secándose las lágrimas de los ojos a la vez que me acariciaba la espalda. Algo que hizo que una chispa me recorriera el cuerpo. Decidí ignorarlo.

Volvimos al salón con las deliciosas pizzas y las dejamos en la mesa que había en la cocina. América y George prepararon varias fuentes para llevarlas al sofá. Emily y yo cogimos unos cuantos vasos y unas bebidas.

- ¡Mm! ¡Qué bien huele! -exclamó Adam frotándose las manos.

- Vete a por servilletas, Adam.- le ordenó América amenazante.- A menos que no quieras comer tu pizza.

Adam se levantó refunfuñando algo como "Maldita" mientras hacía caso a América.

Una vez todo preparado para el festín, decidimos poner una película de risa. A Danniel no le apetecía ver una de risa, pero cómo esto era un sufragio, acabó perdiendo.

Buscamos en Internet alguna y encontramos una que nos llamó la atención. Al protagonista le iban sucediendo distintas cosas que acababan saliendo mal (en risas).

En una escena, el protagonista casi se cae a un río si no fuera por que su amigo lo salvó. La pose en la que quedaron era de "príncipe y princesa".
Ambos se miraron extrañados unos segundos, así que el salvador dejó caer al salvado, mojándolo como consecuencia. Este respondió lanzándole agua y unas cuantas palabrotas al otro.

Casi nos da algo de tanto reírnos. Adam se agarraba las costillas del dolor y América se partía de risa en su hombro. Parecía que se morirían por falta de aire.
Por otra parte, Emily y George estaban casi igual que Adam y América. Ambos se agarraban la barriga mientras graznaban como patos.
Tan solo con verlos me dieron ganas de reírme.

Sin embargo, Danniel parecía más calmado. Apenas escuché su voz riéndose, algo que me resultó raro. ¿Por qué no se ríe cómo el resto? ¿Se estará aburriendo?

Me pilló mirándolo fijamente, así que desvíe mi mirada y dejé de reírme. ¡Qué vergüenza!

Estuvo bastante rato observándome. Una nueva minidescarga en el cuerpo apareció. ¿Qué me pasa? Hice caso omiso e intenté centrarme en la película.

EscalofríosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora