Cap 2: Alex

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La película finalmente había acabado. George, Emily y América se habían quedado fritos antes de que terminara. No estaba seguro de si Adam seguía despierto o no, pues tenía un ojo abierto y otro cerrado.
Iba a comprobarlo cuando escuché una respiración profunda, así que supuse que estaba durmiendo plácidamente.

Danniel y yo éramos los únicos en pie. No sé porqué, pero me puse un poco nervioso.

Estaba agotadísimo y quería ir a dormir.
Necesitaba ir al baño, así que le pregunté dónde estaba.
Me llevó por las escaleras de madera pulida que subían hasta el segundo piso. Atravesamos un pasillo lleno de cuadros de famosos pintores hasta que se detuvo en una puerta grisácea.

Al abrirla me quedé sorprendido al descubrir que era su habitación. Había una enorme cama con una tela azul marino y un enorme cojín del mismo color. A ambos lados estaban dos mesillas con varias fotografías de quién parecía ser él de pequeño con sus padres.
En la pared había diversos cuadros artísticos. Todos eran abstractos, excepto uno, en el que aparecía un hombre desnudo dando la espalda al pintor. Su piel se veía perfecta y de un tono oscuro, como de chocolate.
Vi un escritorio situado en frente de la ventana. Encima había un ordenador y algunos útiles como lápices, bolígrafos, pinceles... Pinceles. ¿Habría hecho él los cuadros?

- El baño principal está estropeado.- Danniel me señaló una puerta de madera situada cerca del enorme armario blanco.- Puedes usar el mío.

Las paredes del baño eran de mármol con un tono oscuro hacia el lado de la ducha, la cuál era pequeña, algo sorprendente en esta casa.

- Gracias- dije a la vez que entraba. Cuando me di la vuelta para cerrar la puerta me frenó.

- Mejor no la cierres- ¿Qué?- Si la cierras después no podrás abrirla. Se atasca.

Esto me empezaba a desconcertar: ¿primero el baño principal no funciona y ahora la puerta no se puede cerrar?

Asentí con la cabeza murmurando un "ah" y me dirigí al retrete. Algo en la forma en que me miraba Danniel me resultaba extraña.

Mientras estaba meando, sentí sus ojos clavados en mí. Giré un poco la cabeza y sí, estaba allí de pie apoyado junto a la puerta. ¿Qué demonios hacía allí parado observándome? Volví a lo que estaba, un poco nervioso y aterrorizado.

¿Por qué estaba apoyado en la puerta mirándome? ¿Por qué siento más vergüenza que miedo? ¿Debería decirle que se vaya?

Lentamente escuché sus pasos acercándose. Mi corazón empezó a latir frenéticamente.
Se detuvo a tan solo unos centímetros de mi espalda y pude notar su aliento en mi cuello. Me quedé de piedra.

Levantó una mano y acarició mi espalda muy lentamente, haciendo que una descarga más fuerte que las anteriores rebotara por todo mi cuerpo antes de acabar concentrándose en zonas prohibidas.

Mi respiración se aceleró bruscamente y la suya también.
Poco a poco fue bajando su mano mientras se acercaba a la zona delantera, la que ya estaba un poco fuera de sí.
No sabía cómo reaccionar. Me gustaba demasiado su forma de tocarme, pero estaba fuera de mi control. Ignorando mis pensamientos, me dejé llevar.

Pareció darse cuenta de lo que acababa de decidir, ya que me
guió hasta la ducha y me acorraló contra la pared. Colocó su rodilla entre mis piernas y me agarró las muñecas por encima de mi cabeza.
Me sentía como un conejo a punto de ser devorado por el lobo feroz, sin tener opción a huir. Sin embargo, no sería tan mala idea ser su comida.

Su pecho casi sobre el mío; ambos igual de agitados. Su boca a pocos centímetros de la mía; pidiendo desahogarse. Su entrepierna frotaba mi pierna y la mía la suya; ambas deseosas de algo más. Un jadeo ansioso salió de sus labios, a lo que yo le respondí con otro.

Esta vez se acercó apresuradamente, como un niño en busca de un caramelo. Nuestros labios casi se habían tocado cuando sentí una mano en mi hombro:

- ¿Alex, estás bien? - ¿Danniel?

Desperté de mis ensoñaciones. ¿Qué mierda acaba de pasar? ¿En qué estoy pensando?

- Ehm... si... yo... estoy bien - balbuceé con una risa nerviosa.

- Ya veo lo bien que estás- contestó burlón mientras dirigía su mirada a... ¡mi erección!

EscalofríosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora