⌈THE LOVELY BONES⌋ will byers╏terminada

※ 12

Bob había salido de una tienda de fotografías, tenia la esperanza de encontrar alguna pista en algunos de los rollos de la cámara de Will. Abrió el sobre que contenía las fotos y sonrió de lado.

« Realmente mi hijo sabia hacer buenas tomas» pensó, con orgullo.

— Cariño, ¿por qué no revelamos todas de una vez? —propuso Joyce— esto de revelar un rollo al mes es, es una locura. Es decir, ¿por qué seguir cargando con algo así?

— No cargamos, hicimos un trato.

— No hay tal trato, Bob. —dijo seriamente dejándolo solo afuera de la tienda. Él no se rendiría tan fácilmente hasta encontrar a ese maldito que le arrebató la vida a su querido hijo.

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Tenia que encontrar pistas. Ahora se encontraba solo, en su estudio pensando como podría buscar pistas, hasta que decidió llamarle al detective Harrington. Le nombró a varias personas que sospechaba, además que les daba su dirección. Cada vez que averiguaba algo nuevo, no dudaba en llamarle al detective.

— Sé que estas buscando a sospechosos obvios, convictos, abusadores y entiendo el porqué, pero Steve, estás buscando desde un angulo equivocado... —trataba de explicarle su idea al detective.

— Bob... —llamó Joyce para que se detuviera.

— Debemos buscar de atrás para adelante, ver historias familiares, registros criminales, enfermedades mentales...

— Bob, ¡esto no va a cambiar nada!

— Steve si logras averiguar algo importante no dudes en...

— BOB, BASTA, POR FAVOR ¿PUEDES DETENERTE? YA PARA, DEJA DE HACER ESTO —gritó desesperada y entre lágrimas, se fue de la sala dejándolo solo con el detective.

— Escuche... —comenzó Steve—, sé que son once meses y sé que ha tratado de lidiar con esto a su manera pero... Joyce no la esta pasando bien, necesita ayuda, alguien que la ayude a pasar por esto.

Si, exactamente ha pasado once meses desde que le arrebataron la vida a Will. Joyce la ha pasado mal y Bob sólo se dedicó a buscar a ese maldito. La descuidó demasiado pero tenía que encontrarlo, necesitaba hacer justicia por el pequeño Byers.

La ausencia del niño se sentía en cada rincón de la casa.

...

— ¡La abuela ya llego, la abuela ya llego! —gritó el pequeño Buckley emocionado saliendo de la casa, ya comenzaba a extrañarla. Joyce estaba sorprendida apenas la vio entrar, no se lo esperaba.

Cuando entraron todos a la casa, Bob estaba tan apurado sacando las maletas de la mujer.

— Cariño — y la abuela se acercó a Joyce, dándole un abrazo— ¿Cómo estás? ¿estas comiendo bien?

— Esto es todo —dijo Bob dejando las maletas en la entrada de la casa.

— Ay no seas ridículo, sólo es mi maquillaje —rió— Oye, sigues estando atractivo —y lo tomó de las mejillas dándole un ligero apretón para después separarse.

— Max cariño, saluda a la abuela —Max sólo ignoro a todos y salió a correr.

— No importa, esa niña me odia —sacó de su bolso una enorme botella de whisky —hoy beberemos, Joyce.

— Yo no tomo. —dijo sin expresión.

— Bueno, ese es tu problema —lanzó una carcajada.

La abuela tenía problemas de alcoholismo. No se sabia que habia pasado por la cabeza de Bob al pensar en dejar a cargo sus hijos con ella. La mujer nunca estaba en sus cinco sentidos, y al parecer no sabia como ocupar una simple escoba, según Buckley.

Pasaban los días y la casa empeoraba más de lo que ya estaba. Desde la llegada de ella, la casa era un desastre. No se veía ningún progreso en la pobre Joyce que cada vez que pasaba por la habitación de Will, corría a encerrarse en su cuarto y no salia en todo el día.

Max

Cada mañana salía a trotar junto a nuestra mascota Chester, pero cada vez que pasaba frente a la casa del vecino, sentía una sensación extraña. Pero no era el único ya que Chester también lo sentía y cuando pasábamos el ladraba con furia.

— Tranquilo, Ches —lo calmé, sin dejar de mirar cada detalle de la casa. Estaba en lo cierto, alguien nos miraba, al parecer era el señor Harvey saliendo de su automóvil. Al momento que salió, Chester comenzó a ladrar y tiroñeaba la correa, había algo extraño en ese hombre.

— ¿Qué tal? —Cerró la puerta de su automóvil y se detuvo por un momento a observarme.— ¿Eres una de los Byers, ¿verdad? —preguntó, pero me quedé completamente callada— Ok, veo que no hablas. Adiós.

Al decir eso, rápidamente me alejé de ese lugar. El señor Harvey me daba miedo.

Buckley

— Abuela, abuela... ya sé donde esta Will —dije mientras estaba tan concentrado retocando las uñas de la abuela. Aún no entiendo porque lo hacia.

— Si, corazón. Will se fue al cielo —dijo insensible, separando ese cigarrillo de sus labios.

— Max dice que no existe el cielo —ahora estaba colocándoles esmalte a cada una de las uñas de sus pies, puaj.

— Entonces está muerto —colocó la colilla del cigarrillo en mi juguete favorito, mi mezcladora.

— Tú pronto morirás.

— ¿Por qué lo dices?

— Por que estas vieja.

— Treinta y cinco no creo que sea vieja, estás mal de la cabeza —respondió algo sorprendida— y de cualquier modo nada me pasara, ¿sabes por qué? porque ingiero mi medicina a diario —y bebió un poco de su medicina. En realidad era alcohol, yo no sabia que eso era medicina.

— Abuela... Will esta aquí.

— ¿Qué dices?

— Will está aquí —y le señalé el pequeño dibujo que estaba colocado en la pared de mi habitación donde había un enorme sol y un pequeño paisaje de diferentes colores.— Mi hermano está en el intermedio.