Hapsetsut

137 8 0
                                    

El alma de Hapsetsut vago durante los siglos posteriores a la muerte de su cuerpo en busca de otro huésped capaz de soportar el poder que viajaba con ella desde niña.

Hapsetsut no siempre fué la bruja que se unió con Anubis hace miles de años. Fué una niña normal y dulce hija de un comerciante y su esposa, que vivían cerca de Necromancia, dónde solían hacer intercambios y ventas de sus productos; leche, pan y algunas carnes. Los ciudadanos solían pagar bien sus productos, lo que hizo un buen dinero para que su familia viviera en unas buenas condiciones.

Lo que la pobre niña no se imaginaría jamás es que un general necromante se enamoraría de ella...
Uno de los días que la pequeña iba a la ciudad con su padre, el general le propuso un gran trato, si le dejaba a su hija una noche no se tendría que preocupar jamás de volver a vender productos.
El padre de Hapsetsut aceptó el trato con la condición de que la pequeña volviera sin un solo rasguño, el general acepto gustoso la propuesta.

Dos días despues el general se aproximo  a las tierras de los padres de Hapsetsut en su busca.
Llamó a la puerta de madera que guardaba la casa de sillar, abrió la esposa; Nimah. Era un mujer delgada de unos veintísiete años de cabello negro y ojos pardos, de tez morena y constitución delgada, parecía que por ella nunca pasó un embarazo.
El general llamado Khetment accedió dentro de la casita de piedra encontrando a la niña que "amaba" sentada en el suelo con un precioso vestido blanco sujeto a los hombros por hilo dorado y su cabecita estaba coronada por una banda dorada y blanca la cual resaltaba más aún su cabello negro y piel morena.

-Señor Khetment, me alegro de recibirlo en mi humilde hogar- dijo el padre de Hapsetsut, Hameht, era un hombre alto, corpulento y de buena constitución, procedía de una familia de comerciantes de telas y víveres para Faraones. Lo cual le dió prestígio al trasladarse a Necromancia.
-El placer es mío- hizo una leve reverencia como respeto al entrar a la casa- veo que no han perdido el tiempo al arreglar a la niña.
- No señor, estamos felices de que nuestra pequeña se codeé con la alta sociedad de Necromancia- respondía Nimah, orgullosa por que su hija hubiera sido elegida por el general.
- Me alegro por ello- se acercó a Hapsetsut y se inclinó hacía ella- Y tu pequeña, ¿estas contenta?- la pregunta era algo estúpida, sobretodo en esa situación, la niña era hermosa y no era normal que un adulto mostrara interés por ella.
- Si señor- respindió a regañadientes.
- Partamos entonces, casi caé la noche y el camino no es seguro, nisiquiera para un Necromante- el general soltó una risa burlona con la que los padres respondierón de igual modo.

Khetment ayudó a que Hapsetsut se levantara del suelo y salió de la casa con ella de la mano.
-Que no quede nada...- susurró a su segundo al mando y estos envolvierón la casa de la niña en llamas y ceniza. Cuando la pequeña volteó su rostro para ver su hogar, solo vio como está ardía con sus padres aún en el interior, el comandante hizo girar el rostro de la pequeña al frente para que no contemplará la escena, mientras caminaban hacia su montura.

-Ahora que no te queda nada, yo cuidaré de ti pequeña- Hapsetsut no respondió, su mirada seguía fija en la crin del caballo negro que los transportaba, su mirada se llenaba de odio según el animal avanzaba al igual que la mano del general sobre su pierna. Un asco horrible hacía el recorría su cuerpo.

La noche llegó temprana y con ello la fiesta del general Khetment en su hogar, era una gran casa, casi un palacete de piedra negra y adornos dorados, los demás generales de Necromancia llegarón a petición de Khetment ya que los invitaba a ver su nueva adquicisión.

La niña tuvo que aguantar esa noche todo tipo de vejaciones por parte de los generales, tenía que servirles vino y darles de comer si se lo podían, tuvo que sentarse en sus regazos y soportar sus tocamientos.

La noche transcurrió divertida, entra vino, comida y mujeres hermosas que bailaban para satisfacer a los invitados. Pero la diversión no terminó para ellos, ya entrada la madrugada, Khetment y los demás generales se trasladarón a otra habitación y la única que estaba allí era nuestra pequeña, Hapsetsut, durante el resto de la noche aguanto ser violada por todos los generales, golpeada y abusada incluso por todos a la vez, una niña de diez años contra cinco generales fornidos no tenia nada que hacer. Al amanecer Khetment arrojó el cuerpo de Hapsetsut por la puerta hasta la calle, dándola por muerta.

La pequeña despertó despues de haberse quedado inconsciente, se quedo allí tirada durante horas pensando en lo ocurrido y como se vengaría de todos ellos. Cuando de pronto una anciana vagabunda la recogió en sus huesudas manos y la llevó a su hogar, era sencilla de paja y barro secado al sol. La anciana la curó y cuido de ella hasta que pudo mantenerse en pie.

~Dos Días Despues~

-Niña, ya estas mejor puedes volver a casa- le dijo la anciana mientras preparaba un poco de pan.
- No tengo dónde ir...- respondió Hapsetsut encogiendo sus piernas mientras unas lágrimas salían al recordar su casa arder y los gritos de sus padres- Khetment destruyó mi vida...
- Y luego te secuestro y te utilizó en su "fiesta" ¿verdad?
Hapsetsut se impactó ante las palabras de la anciana, se acercó y sentó a su lado.
- ¿Como lo sabes?. Aneht respóndeme- la anciana se giró hacía ella, su rostro era distinto, tenia pintadas de geroglíficos y sus pupilas estaban divididas en dos. Hapsetsut retrosedió asustada mientras la anciana se aproximaba a ella.
-Deja que entre en tu mente y te enseñaré la verdad...- los ojos de Hapsetsut se volvierón blanco y lo vio todo.
Una jóven sola y sucia, un soldado jóven y Necromante. Un secuestro, una violación, una paliza, un espíritu lleno de odio y por último a ella misma y Aneth.
- Tu eras ella...- susurró mientras la anciana se sentaba sobre sus rodilla.
- Khetment hizo lo mismo conmigo cuando era una jóven sin recursos, suele hacer esas fiestas con alguna niña de quien abusar...
La ansiada volteó sobre si misma, dando la espalda a la niña magullada tras de sí.

-Hapsetsut tengo algo para ti, es un poder que acabará con todos algún día- Aneth le entrego una muñequita de piedra negra con los ojos partidos en dos y los mismo geroglíficos. Ella es Hapsetsut, seguramente tu naciste para ser su próximo cuerpo, cuando mueras, ella te volverá a buscar durante la eternidad una y otra vez serás su cuerpo reencarnado...

~Actualmente~
- Y asi ocurrió querida amiga- Hapsetsut había vuelto, pero todo había cambiado desde esa reencarnación se encontraba en busca de Anubis, sabía dónde encontrarlo y eso hizo.

Esperó que les guste tanto como a mi, la cosa se pone tensa y empezará a ponerse fuerte la cosa. Gracias por leer ^^

La mujer de AnubisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora