1

479 65 17
                                    

"Muévete"

"Por favor muévete"

Se dijo a sí mismo por enésima vez, mientras luchaba por mantener las lágrimas dentro de sus ojos.

De nuevo el miedo lo tenía paralizado, y temblaba patéticamente mientras el otro chico mantenía todavía su rostro enterrado en su cuello.

-Hueles tan bien...- le dijo respirando todavía allí.

Jensen sintió el escalofrío del aliento caliente picandole en su cuello.

Quería irse. Suplicar por favor que lo dejara ir, que esto era incómodo, molesto, pero su cuerpo estaba quieto, estratégicamente pegado a la pared húmeda del baño.

Había cometido el error de pedir permiso para ir en horas de clases, y nadie más que él estaba allí, hasta que este muchacho (un año mayor que él) entró no mucho tiempo después.

"Ey, te conozco- le había dicho con una sonrisa simpática- eres... ¿Jensen no? Tienes realmente como dicen un rostro muy bonito."

En este momento lo último que quería pensar era cómo había llegado a este punto, pero su mente lo llevaba de nuevo al momento en que todo había salido mal; cuando pensó que todo estaba bien. Que era un chico agradable haciéndole una simple conversación y ya...

Pero no esperaba con que se le acercara tanto, con que le dijera que su colonia era exquisita, y que quería sentirla mejor.

Algo tan inocente como eso (inocente, creyó Jensen) lo había acorralado aquí; con un desconocido, mayor en edad y tamaño a él, y siendo olfateado como si se tratara de una flor, o algún pedazo de comida recién salido del fuego, esparciendo algún aroma exquisito que invitaba a devorar.

La mano del muchacho estaba ya abriendo el cuello de la camisa de Jensen, dándole acceso a parte de su pecho, donde la punta de su lengua estaba tocando, apenas, lenta.

El corazón de Jensen saltaba de su pecho.

Por favor... Muévete...

Volvió a decirse, y por fortuna su cuerpo lo escuchó y empujó al otro chico tal vez a un metro de él.

El otro lo miró ofendido. Demasiado herido en su orgullo y atrapado en la creencia de que el rubio todavía podía ceder.

Hizo un paso hacia Jensen y la puerta se abrió justo, dejando ver a un muchacho de cabello castaño algo largo, que terminaba en graciosas ondas hacia los lados, y un flequillo por encima de las cejas que podía parecer algo incómodo.

El recién llegado hizo un paso hacia atrás al pensar que estaba haciendo de mal tercio.

Sin embargo sonrió a los dos que ya estaban en el baño y entró de todas formas esperando pasar, de alguna misteriosa manera, desapercibido.

Jensen se quedó todavía a la espera de algo, de lo peor, quizás, pero el muchacho que anteriormente lo tenía atrapado, se limitó sólo a bajar la mirada, fruncir el ceño y salir de allí.

Jensen respiró de nuevo. Las lágrimas que había estado reteniendo salieron sin que hubiera notado cuándo empezaron a salir. Sus sollozos aumentaron en igual medida también sin poder detenerlos.

-Ey...- escuchó y se obligó a guardar silencio cuando fue capaz de recordar que ahí seguía ese chico que acababa de entrar. Jensen giró su cuerpo y su rostro hacia un costado, tratando inútilmente que no pudiera verlo llorar. -Amm... Si acaba de romper contigo y quieres mandarle a dar una golpiza, tengo un amigo que conoce a un amigo...

Jensen lanzó un sonoro resoplo, haciéndole ver al otro chico que su intento de chiste había fracasado miserablemente.

El muchacho se aclaró la garganta.

-Discúlpame...- dijo con un tono de voz más suave, y Jensen lo miró por el rabillo del ojo. Lo descubrió buscando algo entre sus ropas, tanteando todos sus bolsillos hasta que finalmente sacó una tela algo arrugada y se la tendió al rubio- Está limpio, lo juro.

Jensen miró lo que le extendían y decidió que podía tratarse de un pañuelo.

Lo recibió con dudas y miró por fin al otro muchacho.

-Gracias...- pudo decir con la voz rota y tratando de darle forma al arrugado pañuelo de tela para limpiarse al menos la nariz. Levantó los ojos hacia el chico alto y reconoció enseguida esa mirada. La mirada de sorpresa y algo parecido a la admiración que conseguía la primera vez que veía directamente a los ojos de alguien más. -No me digas que vas a mirarme igual...- dijo con la voz algo dura, y sintió su rostro contraerse de nuevo por la tristeza que ese pensamiento le acababa de producir.

El chico balbuceó sin entender qué sucedía, hasta que pudo armar una frase.

-Lo... Lo siento. Por lo que sea... Lo siento.

Jensen levantó la vista de nuevo, tratando de seguir guardando el llanto, y notó lo colorado que el chico se había puesto.

Aquello le hizo sentir extraño, y quiso decirle algo, pero el timbre del receso sonó y afuera empezó a llenarse de ruido.

Pensó que lo mejor era huir.

Se alejó en cuanto otros chicos empezaron a entrar al baño, y se aseguró de perderse entre el resto de los alumnos, pero un grito, algo ahogado entre el barullo le llegó a los oídos:

-¡Mi nombre es Jared!

Sin embargo Jensen sólo continuó caminando.

Bonito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora