Durante mucho tiempo tuve que aguantar extraños fenómenos en la casa donde vivía años atrás. Nosotros llegamos de Zacatecas a la ciudad por el trabajo de mi papá. Antes de que viviéramos ahí, mis padres construyeron y remodelaron la vieja casa que estaba en ese terreno y que mi papá compró a buen precio; pero luego de que nos mudamos, mis padres, mis hermanas y yo. Comenzamos a experimentar extrañas manifestaciones. Eran ruidos extraños en la madrugada que nos despertaban, como canicas rodando por los techos y cosas que arañaban las paredes. Trastes caerse de los gabinetes, luces parpadeantes. La psicosis que teníamos llegó a tal grado que por las noches e incluso en el día, teníamos que desconectar los aparatos eléctricos para que estos no funcionaran de la nada. Por las madrugadas era casi imposible levantarse de la cama sin que algo extraño sucediera a nuestro alrededor. En varias ocasiones tuvimos la intención de salirnos de ahí; pero la propiedad para mis padres era valiosa y ellos la levantaron con muchísimo esfuerzo. Así que no era opción irnos por algo que ellos consideraban absurdo.
Al principio estábamos a ciegas con todos esos fenómenos, no sabíamos porque o de qué manera enfrentar esa situación. Después, en una navidad vinieron mis abuelos desde Zacatecas a quedarse una temporada con nosotros y antes de que comentáramos cualquier cosa de lo que sucedía, él abuelo nos hizo una escalofriante revelación, ya que él durante su juventud había vivido en Tampico siendo petrolero. Hubo una época en que la colonia donde vivíamos formaba parte de la llamada “zona de tolerancia” de la ciudad en tiempos en los que el comercio y el petróleo movían a las personas. De tal suerte que esos terrenos sirvieron para alojar casa de madera y vecindades que funcionaban como prostíbulos y cantinas. Lo más alarmante es que nos contó que hubo casos sonados en los que las autoridades atendiendo ciertas denuncias llegaban a clausurar esos sitios, por presuntos crímenes que involucraban asesinatos y abortos practicados por las meretrices de los lupanares en cuestión. Para inquietarnos más, nos platicó que muchas veces encontraron osamentas y restos de fetos regados por todos esos terrenos baldíos que rodeaban las vecindades o en los mismos sótanos de las casas de citas hubo decenas de no nacidos hechos pedazos. Con el tiempo desaparecieron esas zonas y dio paso a la modernidad y las construcciones. Sin embargo no dudaba que aun hubiera algunos restos enterrados y eso nos puso en alerta, yo sentí nauseas y ganas de salir corriendo de mi casa de lo asustada que estaba.
Luego de contarles a mis abuelos nuestros problemas “raros” ellos sugirieron llevar a un padre católico a bendecir la casa y mi abuela hizo algunos rituales en los que usó chiles, carbón y anafres, cuya humacera según servía para alejar todo lo malo que hubiera ahí; pues al principio funcionó y los fenómenos gradualmente fueron desapareciendo, eso nos tranquilizó y continuamos con nuestras vidas. Fue en una fiesta de semana santa en la que vino familia de otros lugares a convivir con nosotros. Ya entrada la madrugada y al calor de las copas todos comenzamos a cantar y a bailar; una tía que venía de Sacramento que siempre fue sensible para ver ese tipo de cosas sobrenaturales, de pronto se para de su asiento y va al baño, cuando regresa nos dice que quien era la niña desnuda que andaba en al pasillo. Mi mamá, mi papá y mis hermanas pequeñas sentimos un escalofrío tremendo al escucharla, mientras que mis familiares voltearon a ver a mi tía que señalaba hacia el pasillo central de la casa y lo peor sucedió.
Vi claramente el rostro de una pequeña niña asomada en la esquina del pasillo, su rostro era de profunda tristeza, la cara embarrada de algo y el pelo apelmazado con mugre, denotaba el maltrato y el descuido en el que estaba, Yo en ese momento sentí que el piso se me movió y mi mama apretó mi mano, mientras mi padre corría al interior para ver que estaba sucediendo. Apagaron la música y todos se quedaron serios. En ese momento entendí algo que no había tomado en cuenta. Todos la vieron. Mientras mi papá revisaba en compañía de mis tíos y primos , de arriba a abajo, las mujeres temblábamos en especial mi mamá y mis hermanas. Mis familiares no encontraron a nadie dentro de la casa, era imposible, todo estaba cerrado. Esa noche revelamos la verdad de lo que nos estuvo pasando a todos y algunos no lo podían creer; pero vieron a esa niña, así que algunos prefirieron retirarse y otros se quedaron para darnos recomendaciones. Después de esa noche nada fue igual en la casa.