1/5: Desolation

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Cuando la carta llegó, JiMin no sabía como reaccionar al respecto, pero mucho antes que pudiera articular una palabra, una lágrima silenciosa ya bajaba por su mejilla y dejaba un rastro transparente en su bronceada piel. El dolor asaltaba su corazón, y una agonía indescriptible tomó posesión de todo su ser. En verdad estaba pasando. YoonGi se acercó a él con una sonrisa triste formado en sus finos labios, lo tomó de la barbilla y con ayuda de su pulgar quitó la nueva lágrima que bajaba por la tez de JiMin. Procedió a darle un beso en la frente y asegurarle que todo iba a estar bien, aunque ambos supieran que no lo iba a estar. JiMin se sentía afligido, corrompido por la tristeza pura. Sintió de pronto como la soledad amenazaba con controlar su vida de ahora en adelante, pero se mantuvo fuerte, mostrándole a YoonGi fingida fortaleza y estabilidad. Se sintió mal por mentirle a su pareja de esa forma, y la culpa lo llenó por dentro cuando vio el orgullo brillar en los hermosos ojos gatunos de YoonGi.

Esa noche JiMin no pudo dormir.

Permaneció observando el techo arriba de él con nostalgia y melancolía, las lágrimas bajando por sus sienes y cayendo a la almohada, mojando la funda blanca que la cubría. Su mano estaba puesta en su corazón, sintiendo lo latidos débiles del mismo hacer contacto con su palma. Era tan injusto. Tan inhumano e insensible. JiMin quiso gritar, pero la presencia que dormía a su lado lo detuvo. Debió de haber hecho algo especial con YoonGi en esos instantes que eran los últimos que compartiría con su amado, pero no podía reaccionar. Era como estar atrapado en un trance infinito. Aún no lo podía creer. Esperaba despertar de esa cruel pesadilla y descubrir que esa carta nunca había llegado. Pero ahí estaba, puesta en la mesita de noche que se encontraba a un lado de la cama de la parte de YoonGi, abierta plenamente para recordarles que la vida no era perfecta y que no iban a estar juntos para siempre. Rezó. Por primera vez en su vida, JiMin rezó. Rezó por el bienestar de YoonGi, para que todo saliera bien al dia siguiente. No estaba seguro de que cuando lo iba a volver a ver, pero ya lo extrañaba y aún seguía estando con él. Frunció el entrecejo y cerró sus ojos con fuerza. No quería dormir. No quería desperdiciar las últimas horas que podía disfrutar de la compañía de YoonGi. Así que permaneció despierto hasta que los rayos del sol se filtraron por las persianas de la habitación, apreciando a YoonGi en silencio mientras éste dormía con una expresión turbulenta en la cara. Se maravilló con la forma en la que su pecho subía y bajaba al respirar, y no podía ser capaz de sentir el sueño queriendo mandarlo a tomar un descanso.

Pero ahora su corazón latía con fuerza sabiendo que el tiempo entonces se aproximaba más y más. Un nudo se formó en su garganta, y su estómago sufría gracias a los nervios, la ansiedad y el miedo. Todo le empezó a dar vueltas. Sus ojos estaban cansados de tanto llorar. Estaba desesperado. Completamente perdido. Extendió su mano hasta la mejilla de YoonGi y lo acarició con la mayor gentileza que pudiera expresar con el tacto. Con una suavidad que jamás había tenido la necesidad de usar con su pareja. Delineó su rostro como si estuviera pintando un retrato. Dibujó sus cejas, la forma perfecta de su nariz, sus finos labios, su prominente barbilla, sus mejillas, su pálida frente. Esperó, y cada minuto que pasaba, podía sentir como si su alma fuera rompiéndose pedazo por pedazo. Su corazón estaba desbocado. El silencio que reinaba en la habitación era lúgubre y escalofriante. Era realmente una pena. Jamás creyó tener que vivir eso. Pensó que nunca iba a separarse de YoonGi, ni YoonGi de él. Al parecer todas esas ilusiones y esperanzas lo habían cegado de la realidad, pero la realidad, se había materializado en una carta y había llegado a su propia puerta. Torció su boca y siguió tocando a YoonGi hasta que este despertó adormilado y confundido. En cuanto se percató de la tristeza y desesperanza que emanaba de JiMin, sonrió y lo abrazó como si su vida dependiera de ello.

El día había llegado y los dos lo sabían.

La mañana fue relativamente tranquila, ambos llevando a cabo sus rutinas mañaneras. Sin embargo, todo era distinto al mismo tiempo. Las manos de JiMin temblaban mientras preparaba el desayuno, y procuró que ninguna lágrima cayera a la comida. Se esmeró demasiado haciéndola. Cuando terminó, se dio media vuelta y vio a YoonGi emergiendo en la cocina. Se veía como un modelo de ensueño. Realmente perfecto. YoonGi permaneció inmóvil en el mismo lugar mientras veía de pies a cabeza a su pareja, y un destello de orgullo brilló en sus ojos. Fue inevitable llevarse una mano a su corazón para sentirlo latir con rapidez, y un sonrojo color durazno pintó sus blanquecinas mejillas. YoonGi le sonrió. Ninguno de los dos articuló palabra alguna.

Cartas a un fantasma 『YOONMIN ; YM』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora