Había pasado una semana entera desde que YoonGi lo había abandonado. La soledad era palpable y asfixiante. Su rutina diaria comenzaba a volverse extremadamente monótona y cansada; estaba exhausto. Solía llorar por las noches hasta quedarse dormido para al día siguiente despertar y volver a confirmar la realidad que lo rodeaba. Permanecería horas recostado sin ganas de levantarse, abrazando con fuerza la almohada de YoonGi que había perdido por desgracia su esencia. No tenía ánimos de seguir. Apenas y comía. No podía salir de su casa a menos que fuera estrictamente necesario, pero pasaba la mayor parte del tiempo en su hogar que ya no parecía tanto como un hogar. No había recibido ninguna carta de parte de YoonGi, y eso lo deprimió aún más. Quería saber de él y cómo era la vida en el ejército, quería saber con lujo de detalle todo por lo que había pasado desde el momento en que abandonó su tierra natal para luchar por un país que ni siquiera era el suyo. Era verdaderamente patético. El solo pensarlo creaba una ira y rabia indescriptibles dentro de JiMin que prontamente se transformaba en tristeza y lo dejaba abatido. Parecía de alguna forma como si su cuerpo no poseyera espíritu o alma alguna, y simplemente fuera eso: un cuerpo. Una silueta de carne y hueso que era movida por el viento de la nostalgia y la melancolía que lo acechaba cada vez que le daba la bienvenida a un nuevo día abriendo sus ojos miel y encontrándose con la familiar imagen de su techo. Afortunadamente JiMin no le debía explicaciones a nadie, y la gente del pueblo apenas y notó su ausencia dentro de la sociedad. Estaba agradecido por ello. Sin embargo, se sentía tan solo que creía que tarde o temprano se volvería loco, y tenía miedo. Cada vez que los días pasaban, el mal presentimiento en forma de nudo situado en su estómago se hacía más y más grande.
Finalmente, la primera carta de YoonGi llegó.
5 de febrero de 1934.
¡JiMin!, por fin puedo mandarte ésta carta. Lo más probable es que te llegue unos días después, pero me alegra por fin crear un contacto contigo. Te he extrañado mucho estos días. La verdad es que la vida en el ejército es realmente dura y requiere de mucha resistencia. Conocí a muchas personas, en especial a mi comandante Kim NamJoon. Es realmente estricto, pero es una muy buena persona. Me gustaría que lo conocieras; seguro se llevarán bien. No han pasado muchas cosas desde entonces. Prácticamente nos están "entrenando", pero lo único que quiero hacer es regresar a casa. ¿Cómo has estado? ¿Me has extrañado tanto como yo a ti? Espero y sí. Ha pasado una semana y parece como si hubieran sido años. Las cosas aquí están tranquilas; espero y allá sea lo mismo. Te amo, JiMin. Me gustaría poder escribir más pero ahora mismo tengo que ir con mi comandante. Espero y no estés deprimido. Nos veremos pronto.
Min YoonGi.
Ni siquiera se había dado cuenta, pero para cuando terminó de leer la carta, varias lágrimas habían caído en la misma, volviendo algunas letras ilegibles. Las gotas cristalinas seguían bajando de forma silenciosa y discreta por sus mejillas, e inconscientemente su mano había subido a su corazón para sentirlo latir contra su palma. No sabía con exactitud si eran lágrimas de felicidad o tristeza las que en esos instantes bajaban por sus mejillas, pero se sentía bien. Aliviado. Dobló la hoja de papel y la guardó cuidadosamente en el sobre. Fue a su habitación y escondió la misma en uno de los cajones de la mesita de noche, colocándola con extremo cuidado. Después, se dirigió a un pequeño escritorio de madera que YoonGi le había construido, se sentó en frente del mismo, tomó una hoja de papel que estaba regada sobre la superficie café, sujetó con manos temblorosas la pluma negra puesta en un rincón y suspiró profundamente. Era momento de escribir.
7 de febrero de 1934.
No sabes cuánto me alegra por fin saber de ti. La carta ha llegado un par de días después, pero finalmente la he recibido y espero y la mía no demore tanto en llegarte. Suena muy interesante todo lo que hacen en el ejército. Debe de ser un arduo trabajo despertarse temprano todos los días y estar toda la mañana y tarde practicando tiro y demás. Me alegra que tu comandante te agrade. Espero y no sean tan rudos contigo. ¿Sabes cuándo es que van a ir al campo de batalla? Estoy preocupado. La verdad es que he estado bien..., dentro de lo que cabe. Pero tranquilo; ya se me pasará en unos días. Procura ser muy cuidadoso. No podría de ninguna forma soportar saber que estás en peligro o alguien te hizo algo. Quiero que regreses. Te estaré esperando, no te preocupes, no me pasará nada. No hay ninguna noticia nueva del pueblo y es un alivio; no podría lidiar con la gente tan chismosa que hay por aquí. Te amo.
Park JiMin.
Se sentía deprimido. No estaba acostumbrado en lo absoluto a la soledad. Dobló la hoja e hizo un sobre en el que metió la carta, y se vistió para salir y ponerla en el buzón. Odiaba tener que ir al centro del pueblo, pero era algo más que necesario. Mientras caminaba bajo el asfixiante sol del mediodía, era inevitable no preguntarse qué sería de su vida si a YoonGi le pasaba algo en el ejército. El simple pensamiento le aterraba y provocaba que un nudo se formara en su garganta, pero era una posibilidad que tenía que ser considerada. Finalmente llegó al centro, muy absorto en sus pensamientos como para darse cuenta de las personas que caminaban a su lado. Echó su carta al buzón, y un grito desgarrador llamó su atención. Volteó en todas direcciones hasta dar con el origen del grito. Logró ver a una mujer abrazándose a sí misma en el suelo, llorando amargamente, las lágrimas cayendo desde sus ojos hasta el suelo. JiMin vio cómo varias personas trataban de consolar a la mujer, y se acercó para tratar de descubrir la causa de la conmoción.
Después de unos minutos, descubrió la razón.
Era la lista de los fallecidos en la guerra. Una lista que los mismos soldados habían dejado en el pueblo para informar de las bajas en el ejército. JiMin se quedó inmóvil a unos pasos de la lista que estaba pegada en una pared de ladrillos. Tenía miedo. Acababa de recibir la carta de YoonGi, pero éste mismo la había escrito dos días antes. ¿Y si había... muerto? Cerró sus ojos y su respiración se volvió errática. Sin darse cuenta, sus manos habían empezado a temblar de forma frenética, los gritos y el llanto de la mujer resonando con poca claridad en sus oídos.
Tenía que ser fuerte. Si el nombre de Min YoonGi estaba escrito en esa lista, ya no habría nada qué hacer. Su corazón comenzó a latir con fuerza y de forma desenfrenada, y un dolor punzante asaltó su cabeza. Trató de recobrar la valentía que se suponía debía de tener, y abrió sus ojos miel con lentitud. Comenzó a dar pasos pausados hacia la lista, caminando de forma perdida y titubeante. Estaba asustado. Se contuvo las lágrimas que amenazaban con bajar por sus mejillas y finalmente estuvo frente a la lista de soldados caídos. Los apellidos estaban ordenados alfabéticamente, y con rapidez recorrió las letras hasta llegar a la 'M'.
Lloró de felicidad cuando descubrió que el nombre de YoonGi no estaba en aquella lista. Su pareja seguía viva y por lo tanto, él también.
✶⊶⊷⊶⊷❍⊶⊷⊶⊷✶
Gracias por leer.
—✯Marce D✯
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Cartas a un fantasma 『YOONMIN ; YM』
Short Story❝Es la primera noche sin Yoongi Hyung [...]. No sé cuándo regresará, pero espero que sea pronto. No ha pasado ni un solo día y siento como si una eternidad hubiera transcurrido desde que lo vi salir por la puerta.❞ ❊Adaptación. ❊Yoongi;top. ❊Jimin;...