JiMin raramente visitaba el centro del pueblo, pero a veces era sumamente necesario hacerlo, y en el instante en que se adentraba en los varios locales y tiendas, una ola de preocupación y angustia lo bañaba completo. Los sentimientos de los pueblerinos eran fuertes, y a veces JiMin tenía la desdicha de ver a una madre llorando por la pérdida de su hijo. La guerra estaba destruyendo a todos. Era un pesar que la sociedad sentía en común, y para JiMin, tan fuertes sentimientos era preferible que fueran evitados. En una ocasión tuvo la oportunidad de ver cómo habían hecho una clase de tributo a los caídos en la guerra, y se sintió secretamente aliviado de que el nombre de YoonGi aún no apareciera en esa lista de defunción. Aún. Unos días antes, un par de soldados habían llegado para investigar cada casa y confirmar que todos los hombres entre los veinticinco y los cuarenta años de edad habían asistido al campo de entrenamiento cuando se les llamó. Dos adultos de veintiséis y treinta años fueron atrapados mientras se escondían en uno de los establos, y los soldados los ejecutaron sin darles tiempo de explicar la situación. JiMin conocía a la hermana de uno de ellos, pero no quiso dar su pésame, prefiriendo regresar a su hogar y llorar por la miseria en la que se estaban sumiendo.
Había pasado una semana entera y JiMin aún no recibía respuesta de su pareja. Trató de no entrar en pánico; había entrado en una profunda depresión por demasiados días, y su preocupación y sensibilidad lo estaban impulsando a saltar a conclusiones. Se mantuvo firme, distrayendo su mente preparando comida que no comería, limpiando muebles que no usaría, escribiendo cosas aleatorias que nadie leería. Sorprendentemente se había acostumbrado al silencio, y a esas alturas ya no le parecía tan molesto como antes. Empezó a sonreír más, y con el paso de los días, su aspecto comenzó a mejorar. JiMin necesitaba dejar de pensar en la forma en la que se dieron los eventos. Permanecer en ese constante estado de miseria había comenzado a hartarlo. Aún a pesar de no ser una persona religiosa, JiMin comenzó a asistir a la iglesia del pueblo. Descubrió que era la mejor forma en la que podía expresar sus pensamientos sin ser juzgado por nadie, así que simplemente llegaba, se sentaba en una de las bancas más alejadas y cerraba sus ojos, pidiéndole a un Dios cuya existencia aún dudaba cosas absurdas basadas en ilusiones y esperanzas que solo el tiempo diría si se cumplirían o no.
Pasaron varios meses y solo había recibido una carta de YoonGi corta y simplemente desalentadora.
29 de junio de 1934.
JiMin, esto será corto. No puedo escribir más que un par de líneas. Han prohibido mandar cartas a familiares con temor de que en ellas haya información confidencial que pueda llegar a manos equivocadas. Estoy haciendo esto completamente a escondidas, y si lo descubren... JiMin, perdóname. En verdad lo siento. Te amo y espero que todo esté bien. JiMin, por favor, no me olvides.
Min YoonGi.
YoonGi había logrado que toda la esperanza abandonara el espíritu del rubio al decirle eso. Sabía que el ejército siempre había sido estricto y cuidadoso, pero no tenía ni idea de que fueran así de injustos. Aventó la carta y lágrimas de coraje comenzaron a bajar por sus mejillas. ¿Había esperado días y meses solamente para recibir eso? No podía comprenderlo. ¡Era absurdo! YoonGi tenía que estar con él, pero el gobierno se lo había arrebatado. Podía aceptar eso; no exactamente aceptar, más bien tolerar, pero, ¿impedir que se envíen cartas a familiares preocupados? Era una estupidez. JiMin no podía creerlo.
Y las cosas solo empeoraron.
Al parecer varios soldados habían regresado al pueblo para quitarles recursos tales como comida, medicamentos, entre otras cosas a las personas inocentes que seguían desesperadas por saber el estado de los soldados a quienes se les habían prohibido enviar cartas para informar sobre cómo estaban las cosas en la guerra. El pequeño grupo uniformado que llegó al pueblo había sido salvaje, rudo. Les arrebataron las pertenencias a la mayoría de las personas incluyendo a JiMin, quien no puso protesta alguna tras ver como una mujer imploraba porque no le quitaran nada y cuando tuvo el valor de abofetear a un soldado simplemente fue ejecutada por éste sin que lo pensara dos veces. JiMin estaba tan asustado como todos. La guerra era verdaderamente un infierno.
Algunos habitantes habían empezado a irse del pueblo temerosos de que un evento como ese se volviera a repetir, y a pesar de que la idea sonaba tentadora, JiMin no tuvo el valor de irse. YoonGi iba a regresar, y el rubio tenía que estar ahí para cuando eso pasara. Sabía que no sería pronto, pero simplemente tenía que aguantar. Tenía que hacerlo por YoonGi.
Los productos de las tiendas que había en el pueblo comenzaron a agotarse, pues la cuestión de la guerra había interrumpido toda clase de intercambio de mercancía. Si JiMin comía poco antes, ahora algunas veces no comía en lo absoluto. Comenzó a perder peso, y a pesar de haberse sentido mejor hacía un par de meses, ahora era como si el destino lo condenara a no ser feliz. No podía dormir en las noches asustado de que algún grupo de soldados llegara y decidiera matar a todos de una buena vez. No sabía cómo estaba la situación en la guerra, no sabía cómo estaba YoonGi. No sabía nada. Se sentía inútil e impotente, quería que todo eso se terminara para no seguir viviendo en la miseria, preocupándose por la cantidad de comida que consumía o la cantidad de agua que bebía.
Se encargaba de escribir todos los días qué era lo que pasaba por su mente, también transcribía las pesadillas que sufría aquellas noches en las que tenía la suerte de conciliar al menos un poco de sueño. JiMin temía que en cualquier instante la guerra llegara a su pueblo. No sabía por qué razón se estaban enfrentando allá afuera, pero casi siempre las guerras se daban por toma de territorio. Si alguien quería adueñarse de tierras que no les correspondían, en cualquier momento algún grupo uniformado diferente al que estaba acostumbrado a ver llegaría y exterminaría a todos.
¿Qué haría entonces?
Su fe y sus ilusiones habían empezado a morir con el paso de los largos días, su aspecto comenzó a empeorar, su cuerpo estaba descuidado. Habían llegado rumores de que el ejército contrario había tomado a cientos de personas de pueblos vecinos y los habían ejecutado sin dudarlo. JiMin a veces sentía que escuchaba el sonido de disparos resonar en la distancia, pero sabía que simplemente se estaba volviendo loco.
A veces se iba a dormir a la cama con la esperanza de nunca volver a despertar.
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¡Gracias por leer!❤
—✯Marce D✯
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Cartas a un fantasma 『YOONMIN ; YM』
Short Story❝Es la primera noche sin Yoongi Hyung [...]. No sé cuándo regresará, pero espero que sea pronto. No ha pasado ni un solo día y siento como si una eternidad hubiera transcurrido desde que lo vi salir por la puerta.❞ ❊Adaptación. ❊Yoongi;top. ❊Jimin;...