5/5: Wonderful life?

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No need to run and hide,

it's a wonderful, wonderful life.

No need to laugh and cry,

it's a wonderful, wonderful life.

En el momento en el que despertó supo que había algo diferente. Se levantó lentamente, tallándose con su puño uno de sus ojos para disipar el sueño que aún seguía nublándole los pensamientos claros. Le permitió a un bostezo abandonar sus labios gruesos pálidos, y cuando sus descalzos pies tocaron el suelo, un escalofrío lo recorrió entero, levantándole cada vello del cuerpo. Ignoró la sensación y fue rápido en prepararse para descubrir qué había cambiado. Su aspecto había mejorado con el paso de los años, y la esperanza y todas esas ilusiones habían logrado sacarlo adelante. Seguía escribiendo cartas; antes solía hacerlo todos los días, últimamente las escribía solo cuando sentía que su valor y su resistencia se doblegarían ante el desaliento. Había guardado cada una de ellas en un pequeño cofre de madera, asegurándose cada vez que tenía la oportunidad de que no se mancharan mucho de polvo. Cuando terminó de vestirse, comió un rápido almuerzo, la soledad siendo una buena compañía después de esos cinco años que pasaron. Ahora era un frío noviembre de 1939, y JiMin solo esperaba que la nieve no llegara al pueblo. Se abrigó y decidió salir, encontrándose con un escenario un tanto desconcertante. Había escuchado rumores de que la guerra había terminado y que afortunadamente habían ganado, pero no se había permitido a sí mismo creer en aquellos pues prefería que todo se confirmara directamente de una persona de confianza. Al parecer ese día había llegado. Había varios soldados subidos en sus caballos, sonriendo y contando anécdotas, rodeados por los habitantes del pueblo, quienes se regocijaban en la llegada de sus parientes, aquellos que habían ido a la guerra por obligación y habían regresado. JiMin dio pasos tentativos hasta el encuentro con los soldados. El aire frío hizo que un escalofrío lo recorriera entero y se abrazó a sí mismo para evitar que por sus brazos entrara semejante y helada sensación.

Cuando finalmente llegó, interrumpió una conversación amena que había entre dos soldados golpeando suavemente el hombro de uno de ellos. El hombre alto y fornido se dio media vuelta encontrándose con el par de ojos verdes expectantes de JiMin. Lo saludó dándole un asentimiento y una suave sonrisa.

— ¿Ganaron? —preguntó sin molestarse en sonar directo. Estaba internamente desesperado. Necesitaba respuestas; entre todos esos desconocidos no pudo identificar los ojos gatunos que había estado anhelando ver desde hacía años. Su voz tembló ligeramente al hacer ese sencillo cuestionamiento. Los iris negros de aquel soldado brillaron, y sonrió más ampliamente.

—Ganamos —murmuró. JiMin entonces forzó una sonrisa en su rostro, y miró de un lado hacia otro intentando una vez más ver a Min YoonGi entre la multitud. El soldado pareció notar aquella silenciosa búsqueda y decidió suavizar su preocupación—. No todos están aquí. Algunos recibieron un par de reconocimientos y es por eso que aún no llegan. Si estás esperando a alguien tal vez es mejor no saltar a conclusiones tan rápido. En realidad, sí faltan demasiados; deberías esperar un poco. —JiMin logró tranquilizarse por esas palabras de aliento y decidió aferrarse a aquella esperanza casi extinta en su interior. Aquel júbilo y alegría que desprendía el pueblo lo estaba asfixiando, además de que el frío se estaba volviendo más notorio que antes. Decidió regresar a la comodidad de su hogar, dispuesto a esperar al resto de los soldados que aún no regresaban, ansiando que entre esos soldados Min YoonGi estuviera.

Cartas a un fantasma 『YOONMIN ; YM』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora